Amor sin Final (Femir)

34) Verdades

Prohibida la copia total, parcial o adaptación. (Seamos respetuosos con el trabajo ajeno)

AMOR SIN FINAL

Autora: Daiana Mibrani

Emir y Feriha habían salido a cenar con la intención de sincerarse mutuamente el uno con el otro.

Ninguno de los dos imaginó que la velada terminaría mal. Un insospechado encuentro se había llevado a cabo a la salida del restaurante, dejándolos a ambos con la boca abierta.

— ¡Feriha! ¡Espera! —gritó tomándola del brazo.

— ¡Suéltame! ¡No me toques! —espetó enfurecida y con los ojos llenos de lágrimas.

¡Sentía tanta rabia!

— ¡Te juro que no es lo que estás pensando! —dijo con desesperación.

— ¡Ah no! ¡¿Y qué es?!

—Oye... disculpa —habló Güneş parándose frente a ellos.

Feriha la miró de arriba hacia abajo sintiendo que los celos la carcomían por dentro.

—Lo siento, no era mi intención causarte problemas —se disculpó mirando a Emir—. ¿Ella es tu novia?

— ¿Novia? —El tono de Feriha era sarcástico.

Emir se quedó callado pensando con desesperación cómo iba a explicarle a su esposa la situación. No podía creer que esto estuviera ocurriéndole a él. ¡Por qué demonios tenía que tener tanta mala suerte!

— ¿Güneş? —pronunció una voz femenina.

Al escucharla, todos se dieron la vuelta para mirar asombrados la silueta de la mujer que acababa de llegar.

— ¡Ece! —dijo la pelirroja sin despegar los ojos de la ex novia de su hermano. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio.

Ece y su amiga Berfin acababan de llegar al restaurante.

— ¿Qué haces aquí?, pensé que estabas en... —, pero la rubia calló al reparar en la presencia de las dos personas que acompañaban a Güneş—. ¿Emir?

¿Qué demonios estaba ocurriendo allí?

—Ece —susurró el muchacho muy confundido—. ¿Tú la conoces?

—Es la hermana de Yavuz —respondió con el rostro desencajado.

Emir abrió los ojos espantado y luego miró a Güneş.

—No tengo por qué soportar esto —murmuró Feriha segundos antes de salir corriendo.

La futura madre sentía que le iba a dar un colapso nervioso si continuaba en ese lugar.

— ¡Feriha! —gritó Emir corriendo detrás de ella. Él no entendía qué estaba pasando, pero tenía muy en claro que su esposa era lo más importante.

— ¡Déjame! ¡Te he dicho que no me toques! —gritó totalmente fuera de sí.

Poco le importaba el escándalo que estaba haciendo en medio de la calle.

—Tenemos que hablar, pero antes tienes que calmarte. Te aseguro que las cosas no son como crees —dijo tomándola de la mano—. Vamos a casa.

Emir comenzó a caminar hacia el estacionamiento en donde había dejado su auto, pero no alcanzó a hacer ni dos pasos cuando Feriha empezó a hacer berrinches intentando soltarse a la fuerza.