67) Desesperanza

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Prohibida la copia total, parcial o adaptación. (Seamos respetuosos con el trabajo ajeno).

AMOR SIN FINAL

Autora: Daiana Mibrani

Las botellas vacías de whisky yacían tiradas sobre la pequeña mesa de una suite de hotel.

En la cama, Emir estaba acostado con la mirada perdida en el techo. Su mano izquierda sostenía un vaso vacío ya que la bebida se le había acabado recientemente.

Los recuerdos de aquel maldito día iban y venían a su mente una y otra vez.

***Flashback***

Emir estaba sentado en la sala de espera del hospital. Sus manos sujetaban su cabeza y sus ojos estaban rojos de tanto llorar. Llevaba aproximadamente media hora en esa situación. ¡Estaba desesperado y lleno de angustia!

Tan pronto entró en la clínica con Feriha en brazos, empezó a gritar como un loco pidiendo ayuda. Su esposa no reaccionaba y cada vez estaba más fría y pálida.

Los médicos acudieron alarmados, y en un abrir y cerrar de ojos, recostaron a la chica en una camilla.

El doctor de cabello canoso no pudo disimular la cara de preocupación al ver el enorme vientre de Feriha y la gran cantidad de sangre que salía de su entrepierna. Aquello no era un buen síntoma y Emir lo sabía perfectamente.

Si algo llegaba a pasarle a su esposa o a su hijo estaba seguro de que se moriría allí mismo.

— ¡Ay por Allah! ¡Aquí está! —gritó Zehra al entrar al hospital y ver a su yerno en la sala de espera.

La familia de Feriha, junto con Levent, se aproximaron de inmediato a Emir. Todos estaban muy preocupados ya que no sabían qué era lo que había ocurrido.

— ¡Joven! Díganos que pasó, ¿cómo está mi niña?

Emir, que estaba sumido en un profundo letargo producto de sus miedos y angustias, se quedó callado sin saber qué responder.

¿Qué se supone que debía decir si ni él mismo comprendía lo que había ocurrido?

— ¡Por Allah muchacho! Ya di algo. ¡Harás que nos dé un infarto! —se quejó Hatice llena de nervios.

Emir se puso de pie, y dando un suspiro de ansiedad, pasó una mano por su frente.

Los recién llegados pudieron observar su semblante desmejorado y sus temores aumentaron aún más.

—Yo... no lo sé —confesó con frustración—. No sé qué pasó, estábamos discutiendo. Feriha estaba muy alterada y de repente...

Emir se quedó en silencio sin poder concluir la frase. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas producto de la enorme impotencia que sentía. Aunque sabía que no era su culpa no podía evitar sentirse responsable por lo ocurrido.

—Emir, será mejor que te sientes —dijo Levent ofreciéndole un vaso de agua que había sacado de un pequeño dispenser—. Ella estará bien.

Emir tomó asiento aceptando la bebida y tratando de tranquilizarse, aunque sabía que sería en vano, al menos hasta que tuviera noticias de Feriha y su bebé.

—Por Allah, ¿cómo se le ocurre ponerse a discutir con una mujer embarazada? —masculló Hatice cruzándose de brazos.

—Madre, no sabes cómo sucedieron las cosas —regañó Gülsüm.

Amor sin Final (Femir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora