Lord Voldemort había caído pero con él se había llevado dos vidas; Lily y James Potter habían muerto por proteger a sus hijos, aquellos niños que ahora se encontraban volando con Hagrid en aquella moto voladora que alguna vez había pertenecido a Sirius Black, quien en ese momento era transportado a Azkaban por un crimen que no había cometido. Todo eso mientras Remus Lupin se escondía de la verdad o de la que creía que era la verdad en aquel bosque al que iba cada luna llena.
Hagrid no tardó en aparecer en aquella calle de Privet Drive, donde todas las luces estaban apagadas y los muggles dormían plácidamente en sus camas. Dumbledore y Mcgonagall lo esperaban frente a aquella casa, la única casa que podía mantener a aquellos pequeños bebés a salvo, al menos por el momento.
-Que bueno que llegas, Hagrid -le dijo aquel viejo de barba larga y blanca.
-¿Y los bebés? -preguntó la señora a su lado.
Hagrid le mostró que estaban bien para luego ayudarlos a que los tomaran en sus brazos: Dumbledore cargó a aquel niño que tenía una cicatriz en forma de rayo en su frente y Mcgonagall a la pequeña niña que no mostraba su cicatriz pero que estaba ahí. Se veían tan cómodos y plenos, a la mujer le destrozaba el corazón que ellos no sabían que acababan de perder a sus padres para siempre.
Minerva alegó que no podían dejar a esos pequeños con aquellos muggles puesto que los había observado todo el día y eran la peor clase que podía existir, tan egoístas y malos, los pobres niños no crecerían ni con un gramo del amor que les hubieran dado sus padres. Pero Dumbledore se limitó a contestar que eran la única familia que tenían. Aquel chico castaño claro pasó por la mente de la bruja pero sabía que le sería imposible cuidarlos debido a su condición.
-Estos mellizos serán famosos, no habrá nadie en nuestro mundo que no conozca sus nombres -dijo la mujer.
-Exacto, es mucho mejor que crezcan alejados de todo eso... hasta que estén listos.
Se acercaron a la puerta y dejaron a los pequeños ahí con una carta que explicaba la situación y Hagrid sollozó.
-No estés triste Hagrid; recuerda que este no es un adiós, es un hasta pronto.
El gran hombre asintió y se dio media vuelta y se fue, no sin antes ver a los pequeños una última vez. Minerva se agachó para poder verlos un poco más y su visión se enfocó en la pequeña, como si algo la obligara a verla.
-Se parece a Lily -dijo.
-Y Harry a James -le contestó Dumbledore.
El Sol comenzó a salir, debían irse pronto.
-Minerva, es hora.
-Lo sé.
Se despidió de aquel hombre de barba blanca y de los pequeños para después tomar la forma de un gato e irse por donde había llegado.
Dumbledore sacó el desiluminador, que había sido creación suya, y devolvió la luz a la calle entera. Pero justo antes de abandonar el mundo muggle se giró un poco para ver a los dos pequeños bultos que yacían en el número 4 de Privet Drive.
-Buena suerte, mellizos Potter -murmuró y desapareció sin más.
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Hola! Me metí a esta historia y me di cuenta que no estaba escrito el primer capítulo así que lo tuve que reescribir.
Si alguna persona que esté leyendo esto también está leyendo ojos color café solo quiero decir que entrando agosto comienzo a actualizar :)
Espero les haya gustado este capítulo, futuras señoras Wealsey y bienvenidas a un fanfic lleno de aventuras💗
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La Chica Potter ~George Weasley
Fanfiction"𝖫𝖺 𝗏𝗂𝖽𝖺 𝗇𝗈 𝖾𝗌 𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍𝖺 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾 𝗆𝗈𝗆𝖾𝗇𝗍𝗈𝗌 𝗆𝖺r𝖺𝗏𝗂𝗅𝗅𝗈𝗌𝗈𝗌" Es la primera historia que escribo así que lamento faltas de ortografía, que algunas cosas no cuadran, etc. Lo corregiré cuando acabe la historia...
