Las cosas van bien... ¿O no?

174 12 144
                                    

-¿Qué demonios?

Zarbon salió de la habitación en dirección a la cocina mientras escudriñaba su teléfono. Tenía demasiados mensajes...
Se sentó en una de las sillas y leyó una buena cantidad de ellos. Siempre recibía mensajes, pero normalmente era para preguntar sobre los productos o para halagarle. Estos eran distintos.
Se quedó mirándolos durante un rato, con el ceño fruncido. ¿Qué se suponía que debía hacer? Tamborileó indeciso en la mesa y echó la cabeza hacia atrás para llegar a una conclusión.
-Supongo que no pasará nada. Es como si se hubiera extendido un nuevo rumor por la nave, será la comidilla unos días y después se olvidarán del tema... Sí, eso es -se levantó bastante más tranquilo, convencido de lo que había pensado -. No es más que un "problema" pasajero.

Sin darle más importancia se fue al baño para arreglarse y estar listo de cara al día que comenzaba.

Con el suave ruido del gorgoteo del agua de la ducha, los párpados de Dodoria se fueron abriendo lentamente, dejándole en un trance adormilado por unos cuantos minutos. Su mente finalmente se despejó tras desperezarse lentamente, deleitándose en los últimos vestigios del calor de las sábanas.
-Mmmhhh... No tengo más sueño... Pero no me apetece nada levantarme. Aquí se está muy bien -murmuró arropándose de forma que quedase totalmente rodeado por la calidez de la cama que se negaba a abandonar. Se sentía como si estuviese cobijado de todo mal, sintiendo aún el aroma afrutado de su compañero presente en las sábanas.

Al cabo de un rato, Zarbon salía del baño con bastante ánimo. Pero eso no era nada extraño en realidad, siempre le mejoraba el humor tras dedicar tiempo a su imagen.
Fue al dormitorio para escoger su ropa, acción que se vió interrumpida unos momentos cuando vió que el rosado aún seguía acostado.
-Qué tranquilo se le ve cuando duerme -pensó con una sonrisa, sin percatarse de que en realidad Dodoria estaba completamente despierto y que le observaba en silencio mientras se dirigía al armario -. ¿Qué puedo ponerme hoy... ?

Recostado de lado y con los párpados a medio cerrar para simular el sueño, Dodoria seguía atentamente los movimientos del peliverde. Siempre le había gustado mirarle en tranquilidad, disfrutando los breves momentos de quietud que tenían. Pero ahora... Ahora tenía mucho más tiempo para hacerlo. Todo el que quisiera.
Vió cómo Zarbon escogía un jersey para justo después enfundárselo y quedarse deliberando qué ponerse en las piernas. Dodoria sonrió viendo a Zarbon sopesar sus posibilidades. Su sonrisa se ensanchó cuando sus ojos se quedaron fijos en la figura del otro. Ojalá pudiese quedarse observándole por siempre...
Pero entonces el peliverde giró la cabeza hacia él, haciendo que el corazón le diese un vuelco al conectar sus miradas.
¡Se iba a molestar muchísimo por haberle estado mirando a escondidas!
Aunque... Con suerte no se daría cuenta...
-¿Estás a medio dormir? -susurró Zarbon yendo hacia la cama, agachándose un poco para acariciarle el rostro suavemente.
Una sensación totalmente confortable invadió a Dodoria entre el tono suave de la voz y el tacto de su mano. No le había molestado...  Emitió un leve murmullo de felicidad que le sacó una pequeña sonrisa a Zarbon.
-Si quieres, hoy podemos quedarnos en casa -dijo el peliverde sonriente, sentándose en el colchón.
Dodoria abrió por completo los ojos, mirando al otro con ilusión.
-Eso estaría genial -susurró dedicándole una cálida sonrisa.

Así, tras ponerse unos pantalones, Zarbon consiguió sacar al rosado de su fortaleza de sábanas para pasar un apacible día en casa. Un día que ambos iban a aprovechar para darse todos los mimos que pudieran.

Y todo fue amor y tranquilidad... Hasta el día siguiente.

Comenzó siendo un día como cualquier otro, Zarbon no tardó en marchar a su trabajo mientras el rosado se arreglaba un poco y revisaba la lista de lo que tendría que comprar ese día. No eran pocas cosas... Pero si se daba prisa conseguiría tenerlo todo listo para la hora de comer.
-Y de paso puedo comprar algo para la tarde... -pensó con una leve sonrisa, deliberando qué aperitivo podría escoger para tomar esa tarde con Zarbon.
Así que salió del apartamento y se fue a la búsqueda de todos los artículos que tenía apuntados.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora