¿Situación actual?

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-Entonces... ¿No nos marchamos en realidad, monsieur Cooler?

Cooler observaba por el ventanal de su nave el planeta donde acababan de dejar a Frost y Berryblue. No sabía qué era lo que se traía Freezer entre manos y le preocupaba lo que pudiera ocurrir.
-Aún no -respondió con su mirada plagada de dudas -. Quiero asegurarme de que no me voy a arrepentir si decido que nos marchemos. Podría resultar que la situación hubiera requerido de nuestra presencia.
Salza escrutó a su señor y disimuló una sonrisa.
-¿Está preocupado por si le pasa algo a él? -preguntó queriendo confirmar lo que suponía.
El changlong agitó su cola en un gesto de contrariedad.
-Frost será de gran ayuda para recuperar el esplendor del imperio de nuestra familia. Quiero cerciorarme de que lo que le ha mandado hacer Freezer no pone en riesgo su vida.
El capitán asintió silenciosamente, pensando en lo que había ocurrido en apenas un par de días.
-¿Pero está bien que nos hayamos marchado tan pronto de la nave de su hermano? Sólo hemos pasado allí dos días... Creía que tenía planeado que nos quedáramos más tiempo.
Cooler suspiró y volteó la cabeza hacia su soldado.
-Ése era el plan original, pero de momento es suficiente así -volvió a girar su rostro al ventanal -. Sólo volveremos en caso de que debamos intervenir en lo que quiera que tenga pendiente en ese planeta.
-Comme vous commandez, monsieur.

El changlong morado estuvo un rato más mirando hacia el astro que tenían frente a ellos, hasta que terminó por sacudir la cabeza y marcharse de la sala de mandos en busca de un poco de paz, ordenando a sus soldados que le avisaran si se percataban de algo que no fuera bien.
Conforme Cooler se marchó de la sala, Salza se giró hacia el resto de su equipo que se encontraba allí también, a cargo del resto de mandos.
-Realmente hemos estado muy poco allí... Apenas si nos ha dado tiempo a ajustar cuentas con los chicos de Ginyu -dijo con una sonrisa burlona.
-¡Y que lo digas, capitán! -exclamó Dore entrechocando sus propios puños -¡Con las ganas que tenía de machacarles de verdad!
-Sí, sólo tuvimos un enfrentamiento entre unas cosas y otras -se lamentó Neiz mirando al rubio -. Y tú ni siquiera estabas.
-C'est vrai... -murmuró pensativo, recordando que si no fue a ese enfrentamiento fue porque estuvo hablando con su amigo, escuchando todo por lo que había pasado desde su resurrección. Y aquello le llevó a pensar en lo que había ocurrido el día anterior y que esa misma mañana ni siquiera le había visto.
Se preguntaba si Zarbon conseguiría librarse de ese horrible color pronto...
Fue entonces que dirigió su mirada a la chica, que permanecía callada, concentrada en su tarea.
-Y a todo esto... Menudo despropósito lo de la jugarreta que le han hecho a Zarbon, ¿verdad? -dijo Salza en una voz lo suficientemente alta para que ella le escuchase aunque no estuviera prestando atención -Cuando pillen a los culpables recibirán un buen escarmiento.
Entonces, los ojos de Rubí se desplazaron lentamente hasta Salza, que la miraba fijamente. Sin embargo, antes de que alguno de los dos pudiera volver a hablar Neiz se les adelantó.
-¿Los culpables? ¿En plural? Creía que tenías la certeza de que ha sido Jeice.
Salza soltó una leve risa y se echó ligeramente hacia atrás en el respaldo mientras ponía el brazo izquierdo sobre éste y cruzaba una pierna por encima de la otra.
-¿Realmente creías que ha sido sólo él? Mon Dieu, a Jeice se le pueden ocurrir unos cuantos planes, pero no de ese calibre. Además, era demasiado trabajo para él sólo... Alguien le ha tenido que ayudar. Alguien que odie a Zarbon tanto como él...
Rubí permanecía impasible, pero ante aquella última frase no pudo permanecer callada por más tiempo.
-¿Acaso hay alguien que no tenga razones para hacer algo así? Podría haber sido cualquiera -repuso tranquilamente con una sonrisa irónica.
-Eso es cierto -corroboró Dore, completamente de acuerdo con su compañera.
Salza se quedó pensativo mirando al suelo durante unos instantes. Tenía la corazonada de que el cómplice de Jeice no había sido nada más y nada menos que Rubí, pero también era cierto que podría haber sido cualquier otra persona. Más aún teniendo en cuenta la cantidad de enemigos que se había ganado el peliverde a lo largo de los años.
-Da igual -concluyó volviendo al trabajo -. Centrémonos en lo que tenemos que hacer.




Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora