Maldades que se entrecruzan

Siguiente destino

Lejos de la nave principal del imperio, a kilómetros luz de dónde se encontraba el emperador, una pequeña nave se acercaba a un planeta de forma extraña del que destacaba el gran árbol que se erigía en el centro.
-Ya está -comentó aliviado el único tripulante mientras hacía aterrizar la nave suavemente en la superficie del planeta -. Finalmente podré descansar.
Salió de la nave mirando a su alrededor con cautela, pues llamar la atención del dios no era precisamente lo que quería. No pretendía perturbar su paz y ganarse un problema aún mayor del que tendría de haberse quedado en la nave de Freezer. Además, no era Bills la persona por la que había ido hasta allí.
-¿Dónde estará? -murmuró mientras caminaba despacio por aquel lugar, observando las flores tan bonitas que cubrían parte del terreno.

Se detuvo un momento, con la vista fija en las pequeñas plantas, y se acercó a ellas. Agachándose frente a las delicadas vidas vegetales, pasó una mano por encima de ellas, acariciando los pétalos suavemente con los dedos al tiempo que una tenue sonrisa se dibujaba en su rostro.
-¿Admirando los pequeños milagros de la creación?

Zarbon se sobresaltó cuando escuchó una voz tras él, al no haberse dado cuenta de la cercanía. Este sobresalto hizo que perdiera momentáneamente el equilibrio y cayera sentado a los pies de quien le había hablado, que le miró con expresión de sorpresa.
-¿Esta torpeza es algo usual últimamente?
Zarbon sintió cómo la vergüenza se adueñaba de sus mejillas y alzó avergonzado la mirada para encontrarse con un par de ojos violetas.
-Más que torpeza es mala suerte -contestó con expresión triste.

El peliverde se levantó despacio, tratando de no volver a ponerse en evidencia, y finalmente sonrió al otro.
-Creía que me llevaría más tiempo encontrarte, Whis -dijo apartándose con delicadeza unos mechones del flequillo que le habían caído sobre los ojos.
El ángel le observó sin decir nada unos momentos, intentando averiguar la razón por la que Zarbon había ido hasta allí él sólo.
-No consigo dar con una razón por la que te encuentres aquí sin compañía alguna -dijo realmente confundido -. ¿Debo averiguarlo investigando los últimos acontecimientos de tu vida con mi báculo o... ?
-¡No! -le cortó bruscamente Zarbon haciendo aspavientos con las manos -¡Por favor, no hagas eso!
Aquella reacción por parte del peliverde aumentó aún más las dudas de Whis. A simple vista, el aspecto de Zarbon era mucho mejor que el que tenía la última vez que se vieron: su pelo volvía a estar largo y brillante y en su cara ya no había rastro de la cicatriz que le había cruzado la mejilla izquierda. De modo... Que realmente no tenía idea del por qué de esa visita imprevista.
-Entonces cuéntamelo. ¿A qué se debe el que estés aquí? -preguntó curioso.
Los ojos de Zarbon se enturbiaron ante la pregunta. Era obvio que debía contarle lo sucedido, por muy doloroso que le resultase.
-Yo he... He tenido problemas -dijo con voz queda bajando la mirada -. Con el señor Freezer.
-Mmmhhh... -Whis se quedó pensativo, recordando lo que habló con su hermana cuando fueron en busca del changlong azul -. ¿Tus celos hacia Frost tienen algo que ver?

La expresión del general se sobresaltó al ver que Whis conocía sobre su animadversión hacia al azulado.
-¿Cómo... ?
-Tu cara hablaba por sí sola cuando Freezer y Frost se reencontraron tras el incidente con Hit -añadió en tono de mofa el ángel.
Zarbon retiró el contacto visual, sintiéndose realmente incómodo con esa conversación.
-Necesito... Un lugar donde pasar una temporada tranquilo -susurró con un nudo en la garganta, haciendo esfuerzos por mantener la compostura.

Los ojos de Whis se quedaron contemplando la imagen de desamparo que se podía apreciar en el hermoso rostro del peliverde, contraído en ese momento por culpa de un gran cúmulo de sentimientos negativos.
-Aquí no te puedes quedar, Zarbon -dijo el ángel suavemente, llevando una mano al mentón del otro y dirigiendo la cara de éste de modo que pudiesen observarse fácilmente a los ojos -. Pero sé de un planeta en el que podrás gozar de la calma que precisas.