Invasión a un planeta... ¿Desconocido?

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-¡Listos para el aterrizaje!
Una gran cantidad soldados se amontonaba junto a la puerta de embarque de la nave. Tras varios días de travesía, habían avistado un planeta que tenían planeado invadir.
Freezer se encontraba frente al gran ventanal de la sala de mandos, realmente ansioso por comenzar conquista.
Todos estaban expectantes, con unas ganas tremendas de volver a sembrar el caos allá por donde iban. Bueno, todos no. Había alguien que dormía plácidamente ajeno a los inminentes planes de toma del planeta en el que estaban aterrizando. Alguien que estaba soñando con sus pasados días de gloria...
-¡¿Qué demonios?!
Frost se despertó repentinamente por un mal presentimiento. Salió corriendo de su habitación en busca de Freezer para contarle sobre ello, pero encontró la nave vacía. No había ni un alma por los pasillos, del mismo modo que la sala donde el emperador solía pasar gran parte de su tiempo. Extrañado por esto, revisó la sala a fondo. Quizás había un mecanismo para abrir una sala oculta... Pero mientras recorría el lugar, vislumbró a través del cristal un paisaje que se le hacía familiar. Se acercó para observar mejor el lugar donde se encontraban y lo que vio no hizo sino confirmar sus sospechas de que algo malo iba a ocurrir.
-No... ¿Por qué aquí? Es el peor sitio en el podríamos haber aterrizado -dijo horrorizado. Salió disparado dispuesto a encontrar a sus camaradas, si es que podía considerarlos como tales, e intentar evitar una catástrofe. Sabía que Freezer y su ejército eran muy poderosos pero, ¿podrían contra toda una raza que les tenía tanta inquina desde que cierto muchacho se fue de la lengua?

-¡Morid, malditos simios!
Una lucha encarnizada estaba ocurriendo en una de las ciudades principales del planeta Salad. El ejército de Freezer estaba dando buena cuenta de bastantes de aquellos extraños saiyans sin cola. Aunque estos tampoco se quedaban atrás, pues ya habían eliminado una gran parte de los soldados del emperador del Séptimo Universo.
-¡No dejaremos que otro de los vuestros se haga con el mando!
Mientras Freezer torturaba a un insolente que se había atrevido a atacarle directamente, observó cómo él tenía razón cuando pensó que si esa raza se sublevaba sería un auténtico problema. Sus filas estaban siendo mermadas lentamente mientras intentaban exterminar a los habitantes de ese planeta.
-Señor, ¿está seguro de que esto ha sido una buena idea? -dijo Zarbon tras haber acabado con una treintena, observando el fragor de la batalla mientras se acercaba a su líder -No digo que no podamos con ellos pero... Nos vamos a quedar sin soldados a este ritmo.
-No desesperes, Zarbon. No son más que asquerosos saiyans, no tardaremos mucho en acabar con ellos -aseguró con una sonrisa macabra -. Además, siempre podemos conseguir nuevos miembros o, en el peor de los casos, volver a recurrir a las esferas de dragón.

No muy lejos de allí, Frost volaba rápido en dirección a la ciudad donde estaba la batalla.
-¡Maldición! ¿Por qué estoy haciendo esto? Debería aprovechar la oportunidad y robar la nave. No me costaría nada dejarlos aquí tirados -se reprochó furioso -De ninguna manera. Debo hacerme más fuerte, y desgraciadamente no podré conseguirlo sin... Oh, no. No, no, no, no, no, no. ¡No!
A pocos metros de su objetivo, vio surgir una inmensa mole de cabello verdoso y presencia aterradora.
-¡Si Kale le ataca estando en su modo Berserker será el fin! -gritó desesperado.
Freezer, ahora dorado, miraba a su adversaria impaciente por descargar toda su furia. Kale, completamente fuera de sí, llevada por el rencor y la ira que había sentido al ver a su hermana siendo vapuleada por ese miserable ser, cargó una poderosísima bola de energía que lanzó con todas sus fuerzas hacia el tirano.
Freezer, dispuesto a devolvérsela junto a una poca de su propia energía destructora, se posicionó para bloquear el ataque de la Super Saiyan Legendaria. Pero había algo con lo que no había contado, que alguien se interpondría entre él y el ataque lanzado por Kale.

Todos se quedaron inmóviles al ver caer ese pequeño cuerpo al suelo.
-No puede ser verdad -dijo Freezer con un hilo de voz. En un momento se colocó al lado del maltrecho cuerpo de Frost y lo puso boca arriba, dejando al descubierto el desgarrado abdomen por el que se podían ver sus entrañas. Fue entonces que el pánico recorrió por completo al emperador quien, con un nudo en el pecho que le impedía respirar con normalidad, ordenó la retirada tras levantar en sus brazos a un moribundo Frost.

Lo que estaba haciendo no tenía sentido alguno. ¡Él, el gran Freezer, huyendo de la batalla por una nimiedad como esa! Sin embargo, algo le decía que no se trataba de algo sin importancia. Esa herida podía ocasionar la muerte y, aunque supiera que podría resucitarle de forma relativamente fácil, no podía hacerse a la idea de... Dejarlo morir.

26-10-2018
817 palabras

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora