Cambios...

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-No sé por qué me arrastras contigo. Yo no pinto nada ahí.
-¡Deja de quejarte! Te he dicho que es un salón de belleza, no una peluquería.
-Aún así. No tengo necesidad ninguna de...
Zarbon se giró malhumorado para dirigir una mirada de desaprobación a su amigo.
-Qué más da -suspiró resignado Dodoria -. Si al final siempre haces lo que te da la gana.
Zarbon sonrió con suficiencia y volvió a tirar de la muñeca del otro para hacer que le siguiera.
-Ya verás. Será fantástico. Como en los viejos tiempos.
-Sí... Súper divertido...

Aquel sitio era enorme, con un montón de personas atendiendo a cada uno de los clientes.
Zarbon se acercó a una de las esteticien que se acababa de quedar libre para pedir todo lo que ofertaban y conseguir arreglar su imagen.
Dodoria le observaba unos metros atrás. No le entusiasmaba estar allí, pero tampoco tenía nada que hacer.
-Y para él... -escuchó decir a Zarbon mientras se giraba en su dirección.
-¡Para mí nada! ¡Te esperaré en esos sofás! -se apresuró a decir el ser rosado antes de que su amigo le metiera en uno de sus líos estéticos.
El rubio simplemente lo vio alejarse con una mueca de reproche.
-Mira que desperdiciar una oportunidad así... En fin. ¡Me espera una tarde fantástica tras la cual recuperaré mi usual belleza! -terminó diciendo realmente alegre.

Dodoria miraba hastiado el ir y venir de los que trabajaban allí. Llevaba ya tantas horas esperando que había dado varias cabezadas.
-Esto es tan aburrido... ¿Cuánto le faltará? La última vez que le vi estaba con una de esas mascarillas para la piel...
Se levantó un poco amodorrado del cómodo sofá y fue recorriendo el lugar en busca de su amigo.
-¿Dónde demonios se ha metido? ¿Por qué no le veo? No es alguien que pase desapercibido...
Entonces, junto a un perchero, pudo ver su armadura. Al verla dio un suspiro de alivio.
-Al menos no se ha largado dejándome aquí... No sería la primera vez -pensó recordando que en varias ocasiones había salido tan contento de un lugar como esos, admirando su reflejo por todos los cristales que encontraba a su paso, que se había olvidado por completo de que habían ido los dos juntos y se había ido solo.

En ese momento pudo escuchar su voz conversando con alguien. Dodoria miró a todas partes, pero no lograba verle.
-¿Cómo es posible que aun escuchándole tan cerca no sea capaz de distinguirle? ¿Dónde...?
Fue entonces que consiguió ubicar su voz... Y un escalofrío le recorrió al verle.
Se acercó muy despacio hasta el sillón donde se encontraba reclinado mientras le peinaban.
-¿Zarbon? -preguntó con cautela.
-¡Oh, Dodoria! Qué bien que estés aquí. Verás estaba comentando que...
Pero Dodoria no oía sus palabras, simplemente no podía. Se había quedado helado al ver su nueva imagen y no era capaz de escuchar lo que le estaba contando.
-Zarbon... ¿Qué es lo que has pedido exactamente que te hagan? -preguntó saliendo de su ensimismamiento.
-¿Eh? ¿Cómo puedes no saberlo? -dijo el otro divertido -¡El tratamiento completo, por supuesto!
-Pero... ¿Y el pelo?
Zarbon torció el gesto confundido.
-¿Qué pasa con eso?
-Que... Que qué has pedido para tu pelo -intentó expresarse el de color rosa.
-Un cambio de look que pegue conmigo. ¿Por qué lo preguntas así? -contestó Zarbon con recelo.
-Te... ¿Has mirado al espejo?
Zarbon no pudo sino reírse ante esa pregunta.
-¿Pero no ves que tengo puestas rodajas de pepino en los ojos para tener una mirada fresca y...?
-¡Quítate eso y mírate! -terminó gritando Dodoria al perder finalmente el temple.
La muchacha que estaba peinando a Zarbon, que había estado escuchando la conversación de ambos con curiosidad, soltó lo que tenía en las manos y dejó libres sus ojos para que pudiera mirar su reflejo.
Cuando el anteriormente peliverde abrió los ojos pudo ver a Dodoria junto a él con un rostro horrorizado. Extrañado por eso dirigió su mirada al espejo que tenía enfrente y...

Se quedó sin palabras. Dodoria esperaba uno de sus chillidos, pero ni un sólo sonido salió de su garganta.
-¿Zarbon? ¿Te... Encuentras bien? -preguntó preocupado ante la falta de una reacción dramática.
-Una pesadilla -le escuchó susurrar mientras se palpaba la nuca como buscando algo -. Esto tiene que ser sólo un mal sueño... ¿Verdad?
Zarbon miró suplicante a su amigo para que le confirmara que aquello no era real, pero sólo obtuvo una mano rosada en su hombro a modo de apoyo moral.
Aquellos ojos dorados adquirieron entonces un mirada de furia infinita. Se levantó bruscamente del asiento y se encaró con la muchacha.
-¿Qué... Demonios... Me has... ¡Hecho!?
Ella le miró confusa.
-Simplemente lo que usted me dijo. Un cambio de look que le quedase bien...
-¡¿DÓNDE VES TÚ QUE ESTO ME QUEDE BIEN?!
-Y ahí está -pensó Dodoria tapándose los oídos mientras se compadecía de ella.
-Pero señor...
-¡ME HAS CORTADO EL PELO!

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora