Huida

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Nada escapaba su ojo crítico nunca. En ninguno de sus encargos. Pero este que tenía entre manos... Estaba siendo sencillamente horrible. No tenía nada con lo que trabajar después de haberse quedado sin un rastro que seguir.
Zero miraba por el ventanal de su nave con una impaciencia creciente. Sus botas descansaban sobre la consola de mandos mientras trataba de hallar una respuesta en los astros que brillaban a lo lejos.
-Ese pequeño... Ya es demasiado tarde. Incluso si ha sobrevivido, el mes de incubación ya ha concluido -su mirada se llenó de preocupación ante la idea -. Tengo que encontrarlo cuanto antes.
Se irguió sobre su asiento y accionó los propulsores para revisar de nuevo la zona en la que había perdido el rastro de aquella empresa llamada Fruity Fragance... No había encontrado ninguna pista hasta el momento, pero no podía descartar la posibilidad de que lo consiguiera hoy. Siempre cabía la posibilidad de lograr lo que ansías, y la esperanza era algo que él siempre conservaba.

Estuvo revisando el perímetro repetidas ocasiones, pero nada parecía cambiar. Ni una sola seña, ni una sola variante en su radar... Nada.
Decidió distraerse un rato con un poco de comida, tratando de no descuidarse por mucho que siguiera pendiente de su misión... Pero mientras volvía con más tranquilidad a la cabina, ensalada de cangrejo en mano, un estridente pitido le hizo apresurarse y sentarse rápidamente en su puesto para revisar qué demonios había pasado. ¿Acaso sería una oportunidad para seguir el rastro desaparecido? Su corazón latió con fuerza ante la perspectiva que así fuera... Pero en su lugar, solo vio una nave. Una nave... Cuyo diseño reconoció al ver muchas similares en el hangar de la nave principal del ejército de Freezer.
-¿Será de alguna misión que tuviesen por esta zona? Si aquí no hay nad- sus palabras se congelaron cuando recordó la información que le había dado Freezer sobre quién tenía en posesión a su cría -. No puede ser... Sería demasiada coincidencia.
Agarró el scouter que le habían dado para mantenerse en contacto, pero esta vez decidió activar la otra función de aquel aparato. Sintió su pulso acelerarse mientras el lector de ki se elevaba hasta unos niveles que tenía registrados.
-22.000, 23.000... -agarró con fuerza el timón de la nave -. Y hay uno más. La espera finalmente ha dado sus frutos.
Tomó los mandos con decisión tras quitarse el scouter y avanzó con rapidez hacia su objetivo. No se le iban a escapar.

-Ugh, ¿podrías hacer que se calle?
-¡Lo intento, Dodo! ¡Pero no consigo saber qué le pasa!
Dentro de aquella nave, Dodoria apartó la vista de las estrellas para ver cómo Zarbon se desesperaba al no tener idea de por qué el niño no paraba de llorar. Frunció el ceño preocupado. Él sí que no tenía idea de qué podía ser lo que le ocurría al pequeño changlong.
-¿No tiene hambre, ni calor o frío? -cuestionó con preocupación, viendo el rostro angustiado del peliverde -. ¿Y tampoco...?
-No, no. No necesita que le cambie y no parece tener sueño igualmente...

Los dos se miraron sin saber qué hacer.
-¿Y si... Y si lo que le pasa es que nota que estamos estresados y le afecta a él también?
-¿Eh? ¿Tú crees? -Zarbon miró al bebé que seguía llorando sonora y amargamente, y notó un nudo en la garganta -. Pues eso va a ser difícil de solucionar. ¿Cómo se supone que le tranquilice si yo no estoy calmado?
Dodoria frunció el ceño, tratando de encontrar una solución a aquel desafortunado inconveniente.

-¿No hay forma de que puedas alcanzar un momento de tranquilidad? Como cuando te haces la manicura, que estás relajado y no tienes problema para concentrarte en limarlas, ponerles esmalte y esas cosas... -Dodoria repiqueteó en el timón de la nave con sus garras mientras pensaba en ello -. Quizás dé resultado.

Zarbon se quedó contemplando esa idea, pero negó con la cabeza.
-Si realmente le está afectando nuestro estrés, algo así no servirá. Por mucho que esté concentrado en mis uñas, mi cabeza no va a parar de pensar en lo que se nos viene encima, Dodo.
-Hhmmm... -Dodoria se rascó la cabeza pensativo.
Algo que siempre solía calmar los nervios de Zarbon eran los mimos, pero él necesitaba quedarse pilotando para llegar pronto a su destino y reunirse con Bonyu...
-¡Ah! ¡Ya sé, Dodoria!

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora