Maldades que se entrecruzan

La venganza de los changlongs

Sentado en su despacho, boquiabierto y con los ojos abiertos como platos, Freezer observaba una gran pantalla que mostraba unas escenas que era incapaz de creer.
Debido a la importancia que se le había dado a todo el asunto de la Alianza de Rebeldes, se iba a retransmitir el tan esperado meeting por varias cadenas de televisión de numerosos planetas y él se había encargado de interceptar la señal de varios de esos canales con tiempo, para poder ver cómo resultaba todo.
Y la verdad es que el estado en el que había caído por culpa del vino que se bebió no pudo más que remitir tras ver todo lo que estaba pasando.
-¿Pero qué... ? -aún con la botella en sus manos, Freezer se acercó a la pantalla holográfica por la que estaba espiando lo acontecido -. Zarbon...

Tras el caos que se formó, la retransmisión fue interrumpida por lo que el emperador quitó de enmedio la pantalla, aún en shock por lo que había visto.
Se respaldó en su asiento con la mirada perdida. ¿Qué significaba aquello? ¿Por qué... ? ¿Por qué? ¿Con qué propósito había actuado así su antigua mano derecha? Se pasó una mano por la cara suspirando. Ahora tendría que darle explicaciones a su hermano sobre por qué no habían seguido el plan... ¿Pero qué le iba a decir? Gruñó ante la idea del changlong morado reprochándole que ni siquiera eso se lo tomase en serio y actuase de la misma forma impulsiva de siempre.
No... No le daría explicaciones. Por una vez eso no había sido cosa suya, así que no tenía ningún motivo para molestarse en atender las más que posibles quejas de Cooler.
Sin embargo, aunque no hubiera salido como había esperado... Probablemente surtiría el mismo efecto. Era demasiado obvio que quien había armado tanto revuelo había sido un miembro de su ejército, así que al final era lo mismo. Los rebeldes sabrían que les tenían vigilados y que no iban a dejar que se saliesen con la suya. Pero... Aún así...

Sus ojos vagaron hasta uno de los cajones de su mesa. Dejó la botella vacía a un lado y abrió el cajón en cuestión.
-No entiendo nada... -masculló apartando el doble fondo y alargando la mano para alcanzar la fotografía. Un momento de duda le hizo detenerse, deliberando si era buena idea recurrir a ella.
Sus ojos seguían vidriosos a causa de la embriaguez, pero tenía la seguridad de que no estaba en tan mal estado como para cometer una estupidez una vez la tuviera entre sus manos. Así, alcanzó el papel y le quitó la fina capa que cubría la imagen.
El hermoso rostro de su soldado inundó su campo de visión, mirando fijamente a la cámara con esos ojos que tanto había ansiado tiempo atrás. Sin embargo... Las imágenes de todo lo que había ocurrido entre el peliverde, Frost y él mismo llenaron su mente consiguiendo que lanzara la foto de vuelta al cajón con rabia.
Todo se había ido a la mierda por su culpa y ahora... Ahora tenía el descaro de actuar así. ¿Por qué les ayudaba? ¿Por qué le había librado de la amenaza de Bett después de haberlo destrozado todo?
-¿Qué es lo que cruza por tu mente, Zarbon? -siseó de muy mal humor -. ¿Qué pretendes con todo ésto?

Al cabo de un rato de estar dándole vueltas al asunto y cansado de no hallar una respuesta concluyente, decidió salir de su despacho y ver si había nuevas noticias... Sobre lo que fuera, pero que fuesen buenas. A ese punto ya le daba igual, sólo quería sentir mejoría en su estado de ánimo fuese cual fuese el motivo.
Cuando llegó a la sala de mandos, sin embargo, fue recibido por miradas cabizbajas. No le hacía falta preguntar para saber que no había nada por lo que pudiera alegrarse... Así que simplemente se dió media vuelta y se marchó en la dirección contraria a la que había llegado. Quizás un buen baño pudiera aliviar parte de su malestar, así que iría directamente a sus aposentos para ver si conseguía relajarse de una buena vez.
-Solo espero que esos desgraciados no nos den muchos más problemas... Y que lo ocurrido hoy disuada a quien quiera que se esté divirtiendo con mis planetas. Porque de no ser así... Se va a arrepentir.

Una risa burlona escapó de la garganta de Frost tras su última adquisición. Acababan de salir de una reunión con varios de los mandamases del planeta en cuestión y habían conseguido embaucarlos para que animasen a la gente del lugar a unirse a sus fuerzas. Aunque a decir verdad, lo hizo alguien en concreto.
-¡Estoy tan orgulloso de ti! -exclamó el pirata pasando un brazo por los hombros de Blizzard con una gran sonrisa en su rostro -. ¡Se nota que te tomas esto en serio! Me gusta cómo te estás desenvolviendo, chico.
El changlong amarillento bajó la mirada, abrumado por los halagos. Desde luego que se lo tomaba en serio. Aún quería comprender por qué su ídolo había engañado a todo su universo y la mejor manera de conseguir entenderle era ponerse en su lugar... Una oportunidad que estaba aprovechando al máximo los últimos días. Estaba determinado a conseguir su objetivo.
-¡Yo también estoy orgullosa, limoncito! Haces bastantes progresos y es genial tenerte de compañero -añadió la chica de vibrantes ojos azules agarrando uno de los mofletes del más bajo y estirando ligeramente con aire juguetón.
Frost rió más aún al ver el rostro enojado de Blizzard y apartó la mano de su subordinada de un suave coletazo.
-No le hagas eso, no querrás que se enfade -dijo divertido -. Ya has visto que es capaz de poner de su lado a bastante gente gracias a su lado serio y comprometido...