Maldades que se entrecruzan

¿Un obsequio?

Frost tardó un par de días en recuperarse del todo ya que, a pesar de haberse curado en la máquina de regeneración, no se encontraba bien del todo.
-Está bien... Es hora de volver a la carga -se dijo el día que por fin se sintió curado por completo.

Decidido a esforzarse a tope fue recorriendo los pasillos que conducían hasta la sala donde solía entrenar. Cuando llegó justo al frente de la puerta respiró hondo y la abrió despacio, esperando encontrarse con toda una ristra de insultos dirigidos a su persona por haber llegado media hora tarde de lo que acostumbraba.

Nada más lejos de la realidad. En efecto, Freezer se encontraba allí entrenando, pero no fue así como le recibió. Simplemente le miró de reojo y le dijo secamente:
-Llegas tarde.
Frost se sorprendió ante esa falta de hostilidad pero pensó que sería mejor no darle demasiada importancia y concentrarse en el entrenamiento.

Ese día, al igual que veces anteriores, Frost se centró en esquivar los ataques de su contrincante. Brincaba de un lado para otro evitando rayos, puñetazos y patadas. Después de un buen rato así, a Freezer le empezó a dar un ataque de nervios y acabó gritándole.
-¡¿Quieres dejar de hacer fintas, regates y esas mierdas?! ¡Así te pasa luego, que no sabes encajar un solo golpe y te quedas medio muerto!
Frost entonces se detuvo en pleno salto y levitó lentamente hasta el suelo.
-Si intento encajar alguno de tus golpes o atacar, terminaré para el arrastre -dijo despacio.
-Y si nunca lo intentas -respondió Freezer con un tinte de desprecio en sus palabras -, jamás lograrás mejorar y serás un inútil por el resto de tu miserable existencia.
Esas palabras motivaron a Frost que adoptó una postura ofensiva con una expresión fiera.
-Está bien. Atacaré. Pero luego no te quejes si te venzo.
-¡Ja! Sigue soñando -respondió el emperador con una sonrisa escalofriante, y ambos se lanzaron hacia el otro con la clara determinación de resultar vencedor por todo lo alto.

-No eres rival para mí -observó altivo Freezer.
-¡Claro que sí! ¡Lo que pasa es que eres un tramposo! Has usado el estado Golden cuando sabes de sobra que yo no tengo esa transformación -le recriminó Frost.
La pelea había resultado un tanto reñida... Hasta que Freezer usó su última transformación y derrotó fácilmente a su compañero.
-Si no quieres que vuelva a pasar eso, consíguela tú también -dijo con sorna pasando al lado de un magullado y de muy mal humor Frost.
-¡Algún día lo haré! -aseguró con rabia -¡Si tú puedes, yo también!

Tras su rutina de curación, Frost se dirigió a la sala de mandos. Suponía que "el gran Freezer" querría que siguiera largando información, así que con actitud apática entró allí. Muchas miradas se dirigieron a él cuando cerró la puerta, al parecer asombrados de verlo aún con vida.
-Maldita sea, no soy tan poca cosa como para que pongáis esas caras de estúpidos al verme -dijo para sí mismo más que harto con esa situación.
Ese día la suposición de Frost fue errónea pues Freezer se abstuvo de demandarle nuevos datos, así que simplemente pasó el día cerca del emperador observando la mecánica con la que actuaba para ir formando su nuevo imperio.

Tras toda una jornada analizando el proceder de este ejército, Frost se dirigió al comedor en busca de algo que llevarse a la boca. Con suerte encontraría algún manjar aún desconocido para él, procedente del Séptimo Universo.
Mientras rebuscaba entre la comida a la busca y captura de algo jugoso, alguien se le acercó por detrás y le dio en el hombro para llamar su atención. Se giró intrigado y se encontró con Zarbon.
-Vaya... ¿A qué debo el placer de que me honres con tu presencia? -dijo sarcástico. Frost había notado las miradas que le lanzaba continuamente y no le apetecía fingir que no era consciente de ello.
-Le traigo esto de parte del señor Freezer -dijo extendiéndole una botella -. Él ha asegurado que en la sesión de hoy se ha empleado a fondo, y que merece una recompensa.
Frost miró atentamente la botella, intentando descifrar si aquello era una trampa.