Encuentro fortuito

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Al cabo de un rato andando por una larga explanada, los tres alienígenas llegaron a una concurrida ciudad.
Tenía altos edificios por todas partes, con anuncios en las fachadas, brillantes letreros de neón, grandes escaparates en las tiendas... Los habitantes de esa ciudad iban de un lado para otro charlando tranquilamente con quien les acompañaba o corriendo rápidamente mirando el reloj. Sin duda, era un lugar lleno de vida y oportunidades.

Freezer, Zarbon y Dodoria caminaban por las calles inspeccionándolo todo, pero por más que intentaban recordar, no tenían constancia de que ninguna ciudad como aquella se encontrase en alguno de los planetas propiedad de la OIC que lideraba el emperador. De vez en cuando, notaban cómo los viandantes le dedicaban miradas inquisitorias al más bajo, pero como no pasaban de ahí, no estimaron oportuno tomar represalias contra aquellos insolentes.

Mientras trataban de ubicarse, pasaron cerca de unos oscuros callejones que no inspiraban ninguna confianza. En uno de ellos, observaron que había un pequeño individuo que parecía ser un vagabundo que lo estaba pasando difícil a juzgar por lo poco que se podía ver de su magullado cuerpo cubierto por una raída capa. Sin embargo, no les tomó importancia y siguieron su camino sin siquiera volver de nuevo la mirada.
Sin embargo, aquel maltrecho ser reconoció a Freezer de inmediato, y apenas siguió éste de largo, se levantó con decisión para alcanzarle.
Pero a pesar de sus ganas por llamar su atención, se contuvo a medio camino de alargar su mano al recordar lo último que pasó entre ellos.
Dejó caer su brazo mientras lo miraba alejarse. No podía creerlo. Pensaba que si se volvían a encontrar el sentimiento que le invadiría sería la rabia y el odio, pero en realidad se sentía triste y abochornado. Porque al fin y al cabo, Freezer tenía razón. Él no era más que un don nadie. Era débil. Tanto física como psicológicamente. La frustración invadió por completo su cuerpo y volvió al callejón donde se encontraba anteriormente para comenzar a sollozar. ¿En qué se había convertido? En un vil cobarde.

En esto, Zarbon, que escuchó aquellos lamentos, preguntó preocupado.
-¿Se encuentra bien, señor Freezer?
Éste se volteó, extrañado por la pregunta.
-¿Por qué no habría de estarlo?
Dodoria, que también había escuchado los sollozos, miró con confusión a su compañero.
-Si el señor Freezer está bien, entonces... ¿Quién...?

Fue entonces cuando el emperador lo comprendió todo. Pasó entre sus subordinados volviendo sobre sus pasos, dirigiéndose con decisión hacia el callejón. Cuando llegó, se posicionó frente a frente con el otro, que se encontraba con la cabeza entre los brazos.
-Veo que yo tenía razón. Eres realmente patético, Frost.
El changlong azulado levantó la cabeza y las miradas de ambos se encontraron.
-Senpai...

17-10-2018
459 palabras

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora