¿Por qué a mí?

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Freezer iba lo más rápido posible con Frost en brazos para llevarle a la enfermería y que sanase cuanto antes. Sus tropas le seguían bastantes metros por detrás, preguntándose cómo de grave debía haber acabado Frost tras recibir el impacto para que su señor hubiese decidido que la mejor opción era marcharse de aquel lugar.
Una vez llegó a la nave, el emperador intentó calmar sus nervios mientras se dirigía a la enfermería. Cuando al fin llegó, metió a Frost velozmente en una de las máquinas regeneradoras.
-¡Encended la máquina! ¡Deprisa! -vociferó a los médicos. Éstos, aterrados, obedecieron de inmediato sus órdenes y procedieron a la sanación del herido.
Freezer se quedó observando un rato, viendo cómo la herida del vientre se iba cerrando poco a poco.
En eso, tanto Zarbon como Dodoria se asomaron sigilosamente por el cerco de la puerta. En el poco tiempo que llevaban reunidos de nuevo, ya habían visto a su líder con esa extraña expresión pensativa en varias ocasiones. No tenían ni idea de lo que cruzaba por su mente, pero no les gustaba ni un pelo. Últimamente se mostraba más indulgente, algo que nunca habrían creído posible de no haberlo visto con sus propios ojos, pues ya no eliminaba a cualquiera que se atreviese a interrumpirle. Únicamente les disparaba a las piernas como advertencia. Y no sólo eso, había detenido una batalla por un simple soldado herido. ¡Era algo impensable! Algo había ocurrido en los años que no se vieron...

A los poco minutos, Freezer decidió ir hacia la sala de mandos. No lograba comprender por qué había actuado de aquella manera. No tenía sentido alguno parar una conquista por una posible baja. El comportamiento que había mostrado carecía de toda lógica.
-Acaso... Eso era... ¿Compasión? -se detuvo confuso a mitad del pasillo -No puede ser. ¡El gran Freezer no siente compasión ni se apiada de nadie! -gritó furioso al vacío corredor y tras recorrer a paso ligero dos más, llegó a su destino.

Frost abrió lo ojos lentamente y al instante los cerró, deslumbrado por una luz brillante. Cuando se hubo acostumbrado a la iluminación miró confundido a su alrededor. Fue entonces cuando vio a varios médicos comprobando que su vientre había cicatrizado bien y, con cuidado, se sentó en la camilla donde se encontraba. Tenía recuerdos vagos de lo que había ocurrido, como que habían intentado conquistar el planeta Salad, él corriendo para intentar impedir un desastre, el ataque de Kale, Freezer observando su maltrecho cuerpo...
-Un momento... ¿Él ha cargado conmigo hasta llegar aquí? -se cuestionó en voz baja -No creo... Será cosa de mi imaginación -se dijo a sí mismo.
Bajó de  la camilla y fue con cautela hasta su dormitorio. Es cierto que estaba curado, pero se sentía terriblemente agotado. Lo único que le apetecía era descansar en su mullido colchón. Nada mejor que eso para recuperarse de un día como ese.
Sin embargo, una vez se hubo metido entre las sábanas, escuchó cómo llamaban a su puerta.
-Aagghh. ¿Es que no puedo ni dormir tranquilo? -se lamentó.
Abrió la puerta bruscamente y sus ojos se encontraron con unos igual de rojos que los suyos.
-¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Por qué has venido? -preguntó con cierto temor.
El emperador le observó detenidamente de arriba a abajo y volvió a conectar sus miradas.
-Quería saber cómo estabas -respondió de forma tranquila.
-Perfectamente -contestó de forma borde Frost -. Ahora, si no te importa, me gustaría... -intentó cerrar la puerta pero sin mucho éxito. Freezer lo impidió sujetándola con una mano.
-Por tu propio bien, más te vale no intentar evadirme -amenazó entrecerrando los párpados.
Frost se sentía incómodo. Le avergonzaba haber soñado que el otro le había llevado en brazos hasta la enfermería. Era algo estúpido, y sólo quería olvidarlo.
-Estoy bien -dijo mirando al suelo -. Sólo un poco cansado.
-Mírame a la cara cuando me hables -replicó severo el emperador.
Frost, aún avergonzado, negó levemente con la cabeza. Freezer entonces le agarró furioso por el cuello y lo levantó unos centímetros del suelo mientras terminaba de pasar a la habitación.
-Obedece cuando te ordene alg... -comenzó a sisear, pero se detuvo al ver cómo el cuerpo del otro temblaba ante la falta de aire.
Lo tiró al suelo con desdén y salió dando un portazo.
Con lentitud, Frost subió a la cama y se hizo un ovillo bajo las sábanas.
-Creí que me agradecería por lo que hice... Sigo siendo un idiota que a pesar de todo sigue confiando en él. ¿Por qué me pasa esto a mí? -susurró con un hilo de voz -Maldito seas, senpai.
Tras cerrar con violencia la puerta, Freezer se apoyó en ella.
-No es más que una miserable sabandija. ¿Por qué me compadezco de él? -dijo con frustración - ¿Por qué me pasa esto a mí? Maldito seas, Frost.
28-10-2018
803 palabras

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora