El huevo está en buenas manos

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-¿Sabes... Sabes quién es? -Frost miró asombrado al emperador, que frunció el ceño con desagrado.
Freezer volvió a mirar la imagen que salía en la pantalla. La angustia por las repercusiones que podría traer toda esa situación se le alojó en la garganta. Podía perder a su hijo y... Corría el riesgo de que Frost se tomase aquello como una traición más por su parte.
-... Es Zarbon.

Los ojos de Frost se abrieron por completo y separó su mano del hombro de Freezer por la impresión.
-¿Cómo... Cómo que es Zarbon? ¿Por qué querría...?
Freezer avanzó un paso a la pantalla, tratando de ignorar a Frost y sus preguntas para darle instrucciones a Zero.
Las palabras de Frost murieron al darse cuenta de la urgencia y agobio con los que hablaba el otro. Parecía incluso más preocupado ahora que sabían quién tenía a su hijo que cuando no sabían absolutamente nada al respecto...
-Revisa la lista de nuevo, mira ver si fue con más gente o si iba en solitario.
-Veamos... -Zero enfocó la lista y fue pasando por los nombres hasta llegar al del peliverde -. Sí, vino... Como parte de una empresa.
-Fruity Fragance -gruñó Freezer automáticamente, los anuncios que había analizado con tal de encontrar su ubicación poblando de forma inmediata su mente.
-Sí, justamente -respondió Zero comprobando que eso mismo ponía en el archivo -. Y vino con un acompañante. Pero no aparece ningún nombre más.
Un ligero tic en el párpado hizo notable a Frost la irritación del emperador, que al momento cerró los ojos y habló con aire despectivo.
-Cómo no. No puede estar sin alguien a quien aferrarse. Pero centrémonos, ahora puedes rastrear los movimientos de la empresa en lugar de sólo a él, debería ser mucho más rápido y sencillo que des con nuestro huevo.
-Por supuesto, me pondré a ello de inmediato.

Frost miró de soslayo a Freezer mientras él cortaba la conexión con Zero. No sabía muy bien qué pensar... Lo único que tenía claro es que aquella nueva información suponía que ahora sabían con certeza que su hijo corría peligro. Por cualquiera que fuera la razón por la que Freezer temía.

Sin embargo, Freezer no era el único con preocupaciones que prefería no contar. Un nervioso Tagoma hacía lo que podía por mantenerse impasible con los informes que estaba revisando, pero con su mente hecha un barullo de pensamientos catastróficos. ¡Apenas unas horas antes había dado por hecho que jamás tendría que volver a preocuparse por Zarbon! Y por el contrario, había resultado estar envuelto completamente en el asunto del huevo. ¿Por qué ninguno de sus objetivos moría? ¿Por qué seguían atormentándole? ¿Es que iba a necesitar eliminarlos personalmente para asegurarse su puesto?
-Calma, calma -se dijo mentalmente centrándose en una actitud más positiva -. Zarbon dimitió. No hay problema con eso, él no volverá. Debo dejar de preocuparme por los que están lejos y centrarme en seguir mi plan con el que sí que está aquí...

A la mitad del día, Frost dejó de intentar enfocarse en los nuevos planes económicos del Imperio y partió a alguna sala de entrenamiento que estuviera libre. Quizás con un poco de ejercicio lograría despejar su mente del asunto que tenía Zero entre manos...
O quizás no.

Se paró en seco en mitad del pasillo. No quería entrenar, quería aclarar sus dudas. Quería saber por qué el emperador se había puesto tan tenso con todo aquello. ¿Pero se lo diría si le preguntaba?
Resopló frustrado. Probablemente no. Era cierto que parecía que últimamente le contaba más cosas personales... Pero tenía el pálpito de que ésta no sería una de esas veces. De modo... Que tenía varias opciones.
La primera, pedirle a su fiel y metomentodo subordinada que averiguase esa información, estaba totalmente descartada. No la pondría en riesgo para intentar averiguar algo. Así que podía llamar a Cooler por si sabía algo al respecto... O acudir a quien mejor conocía al emperador.
-Tiempo de tener una charla con Berryblue, entonces.

Frost se puso en marcha de nuevo, pero con ciertas dudas. Berryblue solía estar junto a Freezer durante la jornada laboral, de modo que tan solo podía rezar a los dioses para que Freezer hubiera decidido que aquel día ya había trabajado suficiente y se hubiera retirado del lado de la mujer. Suspiró con pesimismo. ¿Cuántas posibilidades había de eso? Seguramente que estarían los dos en la sala de mandos aún.
Inspiró profundamente.
Si ese era el caso, iría de cara a preguntarle a él. Quizás.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora