Especial Navidad 2021 🎇

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El eco de unas patitas correteando por la nave se escuchaba por los pasillos vacíos. El pequeño ser tenía un objetivo claro en mente desde que se había despertado hacía apenas unos minutos, y pensaba conseguirlo cuanto antes.
Cuando llegó al comedor redujo su marcha y fue de puntillas hasta que se asomó por las puertas, avistando la situación para ver si podría cumplir lo que quería.
Y efectivamente, podía ver un gran montón de regalos debajo de un árbol que parecían haber montado aquella misma noche... Pero para su mala suerte, la estancia no estaba despejada.
Sus ojillos rojos enseguida distinguieron la larga melena del general que se esmeraba en dejar toda la decoración impecable mientras tarareaba alegremente.

Avanzó muy despacio, agachado y ocultándose tras las mesas para que Zarbon no notara su presencia. Pero cuando estaba a punto de llegar a los regalos, un par de botas de tacón se plantaron frente a él.
-Soy el único que tiene autorización para estar aquí ahora mismo. Y tú deberías seguir durmiendo, pequeñajo.
El niño alzó la vista hasta encontrarse con la estricta mirada del peliverde.
-No podía seguir dormido -sus ojos se desviaron a los regalos de nuevo -. Quiero ver qué me han regalado.
Y antes de que Zarbon pudiera replicar, salió disparado hacia el árbol, donde le aguardaba quién sabe qué maravillas.
-Ya son míos... ¡Ay!

Su visión cambió del montón de regalos al suelo y de ahí a lo que tenía a su espalda, pero boca abajo. Y un momento después comenzó a elevarse en el aire hasta ver de nuevo el rostro impasible del mayor.
-Te saco muchos años de experiencia, no podrás burlarme tan fácilmente.
Kuriza se cruzó de brazos y entornó los ojos. Resultaría más difícil de lo que había pensado, desde luego. Aunque quizás... Quizás le dejase ir y hacer lo que quisiera si acertaba con lo que decir.
-Oh, vamos. No pongas esa cara tan amarga, tío Zarbon. No queda nada bien con la ropa tan bonita que te has puesto hoy.
La expresión del general se iluminó ante el cumplido por el conjunto que había elegido para ese día y terminó por soltar la cola del pequeño changlong dejándole con cuidado sobre una de las mesas.
-¿Verdad que me veo fabuloso? -dio una vuelta sobre sí mismo para que el crío le observara bien y después llevó sus manos a sus mejillas, emocionado por aquello -. Seré la envidia de todos. El que más destaque, sin duda.
Kuriza asintió con efusividad, viendo ahí su oportunidad de salirse con la suya.
-Estás fantástico. No habrá nadie más bonito ni con más estilo que tú en la fiesta.
Zarbon hinchó el pecho de orgullo, deleitándose con los cumplidos de su ahijado. Por supuesto que iba a ser el más hermoso, tan solo había dos personas en el Imperio que podían superarle y ninguno de ellos le daba tanta importancia al aspecto como él, así que tenía asegurado que él sería el más bello.

Sin embargo, frunció el ceño de nuevo al percatarse de las ansias con las que le observaba el niño desde la mesa donde le había sentado.
-No me estarás diciendo esto para camelarme y que te deje abrir los regalos antes de tiempo... ¿Verdad, Kuriza?
El pequeño demonio puso una expresión inocente y negó con la cabeza con efusividad.
-¡Claro que no! Realmente estás muy bonito... ¿No confías en mí?
Zarbon entornó los párpados, dudando seriamente sobre las intenciones del infante y puso las manos en sus caderas.
-Sabes cómo hacer que baje la guardia y caiga fácilmente en tu trampa de ternura... Así que haremos un trato.
La cola del niño se agitó con emoción ante la perspectiva de ese trato. Al final parecía que podría sacar algo de provecho y no irse con las manos completamente vacías.
-Te dejaré abrir un regalo. ¡Pero! Primero tienes que hacerme un favor.
Kuriza abrió mucho los ojos y asintió con fuerza.
-¡Claro! ¿Qué tengo que hacer?
-Pues... -el mayor torció el gesto mirando las mesas en las que aún faltaba comida -. Tienes que ir a las dependencias de las Fuerzas Especiales, agarrar a Ginyu de la oreja... ¡Y decirle que dónde demonios están las galletas que prometió traer! ¡Debería haber venido hace un buen rato con varias bandejas y yo no veo ni una sola!

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora