En el planeta Kalk

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-Por cierto, Freezer...
-¿Mmhh?
Frost miró inquisitivo al emperador mientras caminaban hacia el lugar donde se encontraba el líder del planeta Kalk.
-¿Cómo resucitaste a tu antiguo ejército? Si no recuerdo mal, el deseo que se pidió a las super esferas del dragón fue el de restaurar los universos borrados.
Freezer miró pensativo hacia el cielo.
-Sí. Después de aquello decidí reunir nuevos soldados... Pero de poco me iban a servir un atajo de carcamales, así que decidí ir a Nuevo Namek después de que echaran a perder mi deseo cuando reuní las esferas de La Tierra... Y con los orbes de los namekianos conseguí resucitar a mis mejores soldados.
-Oh, con que los orbes de los deseos de los namekianos... -murmuró Frost.
El tirano miró hacia su compañero, que parecía meditar la respuesta que le había dado. A los pocos segundos, el azulado volvió a mirar Freezer, de nuevo, con una pregunta por resolver.
-¿Y cómo consiguieron echar a perder tu deseo? Quiero decir... Ya imagino el por qué, no querrían que tu imperio resurgiera... ¿Pero cómo consiguieron...?
-¡Eso no importa! -gritó Freezer desviando la vista avergonzado. Había dado a entender que lo que quería allí era resucitar a sus mejores soldados, cuando eso distaba mucho de la realidad. Así que decidió eludir lo máximo posible aquel tema de conversación tan escabroso para evitar irse de la lengua.

Frost le miró realmente intrigado. Quería que respondiera sus preguntas y, además, que contestara de esa forma era muy sospechoso. Sin embargo, observándole bien se percató de que Freezer se sentía muy incómodo a raíz de aquellas cuestiones; así que, en lugar de insistir, Frost le apretó la mano suavemente y le acarició el dorso con el pulgar.
Ante esto, Freezer volvió a mirarle; aunque con las mejillas teñidas de púrpura.
-¿Q-qué haces? -preguntó en un susurro entrecortado.
-Parecías nervioso, de modo que pensé que quizás te tranquilizaría... -la cara de Frost se fue tornando de un color similar al que tenía en ese momento el emperador -N-no he debido hacerlo... L-lo siento, yo...
Freezer notó cómo el otro fue a apartar la mano a causa de la vergüenza que mostraba de repente.
Acción que impidió ejerciendo un agarre más fuerte. El azulado le miró con temor. ¿Tanto se había molestado? ¿Tanto como para torturarle no dejándole ir, haciendo así que se muriera de vergüenza?
Sin embargo, lo que encontró al mirarle no fue una expresión colérica, ni mucho menos. La mirada que le dirigía Freezer en ese momento era realmente serena. E incluso podría decirse que sus ojos mostraban algo completamente inusual, algo como... Calidez.
-No te disculpes. No me he molestado, simplemente me ha pillado por sorpresa -dijo devolviendo la vista al frente, intentando evitar mostrar que realmente le había gustado aquel gesto reconfortante que le había ofrecido Frost.

Unos pasos por detrás, el peliverde caminaba junto a su amigo, mirando al suelo mientras manoseaba nerviosa y compulsivamente su corto cabello.
-Estúpido Frost... Te retorcería tu propia cola alrededor del cuello y te ahogaría en este preciso momento...
Dodoria, que llevaba un buen rato viéndolo mascullar suspiró cansado.
-Como no le ponga esas pastillas en vena... -pensó mirando hacia el cielo, como esperando alguna señal que le indicara qué hacer.

Al cabo de un buen rato, llegaron a su destino. Una gran mansión se alzaba ante ellos, edificada en piedra negra, sobre una colina cercana a la ciudad principal.
-Mmmhhh... Me da mala espina -murmuró Frost reticente.
-Venga, vamos -apremió Freezer avanzando hacia la mansión -. Con suerte no tendremos que pasar mucho tiempo aquí.

Conforme llegaron a la puerta de entrada ésta se abrió automáticamente, dejando ver dos grandes hileras de sirvientes temerosos que se iban postrando conforme el emperador y sus acompañantes caminaban entre ellos.
-Vaya... Nadie ha reaccionado así ante mí nunca -pensó el azulado observando maravillado aquel recibimiento -. Freezer tiene un gran impacto en todo aquel que lo conoce, sin duda.
Sonrió de medio lado ante aquel pensamiento. Sin duda alguna, estando al lado del tirano podría disfrutar de muchos privilegios. Y dado que no podía evitar sentirse atraído por la fama y las riquezas, su situación actual era todo ventajas.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora