Conviviendo

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A Frost le asignaron una habitación cercana a la del emperador, lo que se le hizo muy extraño ya que le había dicho claramente que le parecía alguien patético, por lo cual lo lógico sería que quisiera estar lo más alejado posible de él.
-Es cierto que no te considero digno de tener una habitación contigua a la mía -le dijo al observar su confusión -, pero quiero mantenerte vigilado. Y además, me será más rápido dar contigo para ir a entrenar que si estuvieras en la parte que realmente te corresponde. Así que deja de poner cara de estúpido y hazte a la idea de que esto no te resultará nada sencillo.
Eso Frost lo tenía más que claro. Nada había sido fácil desde el torneo entre los universos 6 y 7, todo se había vuelto en su contra y cuando parecía que le empezaba a ir mejor, cayó de la plataforma del Torneo del Poder por confiar en quien le miraba ahora de forma amenazadora.
Suspiró desanimado, asintió y entró a su nuevo cuarto el cual era realmente grande y constaba de baño propio. El ver que ahora podría descansar bien emocionó notablemente a Frost, que se metió en la cama agradecido por lo confortable y cálida que era.

Al día siguiente, despertó sobresaltado al escuchar cómo su puerta era aporreada causando un gran estruendo.
-¡Despiértate de una maldita vez! ¡Es hora de entrenar!
Por un momento se quedó mirando a su alrededor confuso. No sabía qué lugar era ese y se sintió completamente desorientado hasta que volvió a oír la voz de Freezer.
-¡Te acabo de decir que te des prisa! ¡No puedo perder mi tiempo por culpa de tu falta de seriedad!
Frost se levantó rápidamente y abriendo la puerta se dirigió a él enfadado.
-Ya te he escuchado, ya voy. Pero deja de gritarme.
Freezer le miró con ira en los ojos, le agarró del brazo y le arrastró con él hasta la sala de entrenamiento.

-No has mejorado nada desde el torneo.
Frost se encontraba en el suelo, intentando retomar el aliento, completamente magullado. Le resultaba insólito que Freezer fuera incluso más fuerte de lo que ya era cuando se conocieron. ¿Cómo era posible que pudiera seguir aumentando su poder? ¿Acaso no tenía límite?
Le miró insatisfecho desde arriba y tras propinarle una patada en el estómago se marchó hacia la sala de mandos. Frost se levantó con dificultad apoyándose en la pared y se dirigió a la enfermería para que tratasen sus heridas. Tardó muchísimo en llegar porque arrastraba una pierna que había sido perforada por varios rayos. Debía esforzarse a tope si no quería volver a terminar así o incluso peor.

A la hora de la comida toda la tripulación se dirigió al comedor y Freezer, sentado en un apartado junto a sus dos mejores guerreros sonrió con sorna al observar cómo ese debilucho del universo 6 contemplaba hastiado a Kiwi que se había sentado con él y le estaba contando efusivamente sus hazañas. Nada divertía tanto al emperador como ver sufrir a los demás. Estaba tan absorto mirando desde la distancia esa cómica, según él, escena que no se percató cuando Zarbon le preguntó sobre el entrenamiento de esa mañana.
-¿Qué has dicho?
-Le preguntaba que qué tal se había dado su entrenamiento matutino, señor -repitió tranquilamente Zarbon.
-Oh, eso... Tenía las expectativas demasiado altas. Espero que mejore pronto, porque de lo contrario no me servirá para mejorar.
-Bueno... -intervino Dodoria - En el caso de que ese tal Frost siga siendo alguien débil, podría usarlo para divertirse a su costa, torturándolo, en lugar de que le ayude a mejorar su ya altísimo nivel de poder.
Freezer se quedó un rato mirando a Dodoria sin decir nada. ¿Torturar a Frost? Le había invitado a unirse a él para hacerse más fuertes. Además, podría ayudarle a conquistar también el Sexto Universo, ya que debía conocerlo de principio a fin al haber estado actuando tanto tiempo como un falso héroe. De seguro que tenía memorizado atajos por donde no pasaran los patrulleros, la mejor época para invadir determinados planetas, lugares con los recursos suficientes para ganar un buen dinero con ellos... Si lo torturaba, podría pasarse y matarlo. Y lo necesitaba vivo.
-No voy a torturarle. Me es más útil en buenas condiciones -dijo volviendo a mirar hacia Frost.
-C-claro, señor Freezer -contestó nervioso Dodoria.

Durante el resto del día el emperador se dedicó a dar instrucciones sobre lo que debían hacer a partir de entonces, pero no llamó a Frost en ningún momento para consultarle sobre lo que había estado planeando así que éste se decidió a explorar la nave en la que viviría. La recorrió entera, entreteniéndose en observar un enfrentamiento, en una de las muchas salas de entrenamiento que había, entre cinco hombres que de vez en cuando hacían poses bastante ridículas a su parecer.
Agotado mentalmente, decidió que era tiempo de descansar los ojos en su cómoda habitación cuando, sin previo aviso, una mano se posó en su hombro deteniéndolo a medio camino de su ansiado sueño. Cuando se volvió se encontró con Freezer que, a diferencia de él, se encontraba en su primera forma. -Te has recuperado enseguida de las heridas.
-Sí... He estado en la máquina de regeneración de la enfermería.
El tirano guardó silencio observando atentamente cómo las perforaciones de su pierna habían desaparecido por completo.
-Mañana, tras el entrenamiento, quiero que me des información detallada sobre este universo. Tengo intención de conquistar también éste.
-¡¿Qué?! ¿Así sin más? ¡Te recuerdo que el emperador de este universo soy yo! -replicó Frost con furia.
-Lo eras. En el pasado -le dijo tranquilamente Freezer -. En todo caso, si consigues igualar mi nivel de poder, podríamos llegar a un acuerdo. Pero de momento no eres nadie para replicarme, que te quede claro.
La angustia por el hecho de saberse débil se apoderó de Frost, pero no quería que sus sentimientos le hicieran parecer aún más lamentable así que le mantuvo la mirada a Freezer y apartó la mano con brusquedad de su hombro.
-Sí. Como el agua. Ahora, si me disculpas, me voy a dormir.
Giró sobre sus talones y marchó rumbo a su cuarto de muy mal humor mientras Freezer le observaba marcharse por el  pasillo.

21-10-2018
1047 palabras

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora