Reencuentro

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-¿Seguro que estará a tiempo para esta tarde? -preguntó Frost mirando a Freezer con dudas mientras que le tomaban las medidas.
-Claro que sí -contestó Freezer tranquilamente.

Conforme se habían despertado, el emperador había arrastrado a Frost hasta la sastrería que tenía instalada en la nave. Cuanto antes dejaran ese asunto resuelto menos dolores de cabeza tendría y por tanto, estaría de un mejor humor para el acontecimiento al que irían.

-Está bien... -repuso el azulado aún sin estar completamente convencido.
Tendrían que darse bastante prisa si realmente iba a estar para entonces. Aunque... Teniendo en cuenta cómo se las gastaba Freezer cuando no conseguía lo que quería, suponía que en realidad todos sus empleados debían estar acostumbrados a trabajar a marchas forzadas.
-Hhhmmm... ¿Qué hay de mí, Frost?
-¿Eh?
El pirata miró en la dirección en la que se encontraba el emperador para verle terminando de abrocharse la chaqueta de su traje.
-Pues... -Frost le observó atentamente intentando encontrar algo con lo que darle una respuesta -Tal vez...

Los ojos de Freezer escrutaban los del changlong azul esperando su veredicto. Pero lo único que Frost hacía era murmurar sin sentido.
Se acercó lentamente a él por si lo que ocurría era que no podía verle bien.
-¿Crees que me queda bien? -dijo en voz baja con una media sonrisa y los ojos chispeantes.
-Es... -Freezer rió levemente al ver cómo la cara de Frost se volvía violeta casi por completo -Es perfecto, senpai.
El emperador llevó una mano hasta la mejilla izquierda del azulado y la frotó suavemente con el pulgar.
-¿Sabes? Sé de alguien que, aunque no es perfecto, sí que lo es para mí -susurró con un tono meloso.
-¡Freezer, por favor! -rió avergonzado el pirata apartando la mano de Freezer con las suyas y desviando la vista -No es el momento ni el lugar.
-¿Por qué no?
-Bueno... Hay gente mirándonos... -Frost miró a su alrededor en busca de los empleados queriendo justificarse, pero no encontró a los que hasta hace un minuto estaban atendiéndole.
-¿Decías? -la voz de Freezer recorrió como un suave murmullo los oídos de Frost mientras sentía cómo éste le abrazaba por la cintura y le atraía hacia él.
-Los has espantado, ¿verdad?
El emperador esbozó una sonrisa maliciosa ante la cual Frost sólo pudo reír divertido.
-¿Cómo te puede gustar tanto abusar de tu poder? -dijo en un susurro inclinándose ligeramente hacia Freezer.
-No lo sé -respondió él del mismo modo -Me fascina. ¿A ti no?
-Claro que sí -murmuró el azulado rozando ligeramente los labios del otro -. ¡Pero ayer dijiste que aún tenemos cosas que hacer, así manos a la obra! -exclamó rebosante de energía apartándose repentinamente de Freezer y dirigiéndose a la salida con una expresión de satisfacción en el rostro.
Freezer se quedó perplejo unos instantes, mirando fijamente el lugar por el que había desaparecido el otro.
-No soy el único al que le gusta dejar la miel en los labios -pensó sintiendo su corazón palpitar acelerado por el ligero roce de Frost mientras una sonrisa genuina se abrió paso antes de que pudiera darse cuenta.

Cuando los dos changlongs llegaron a desayunar el lugar estaba de todo menos tranquilo. La preparación para la reunión de líderes tenía a toda la nave volcada y era algo más que notable en las conversaciones de los soldados, que no hablaban de otra cosa.
-Vaya, todo el mundo parece muy emocionado -comentó Frost sorprendido.
-Naturalmente -repuso Freezer orgulloso -. Como ya te he comentado, este evento es importante para nuestro negocio. No sólo se consigue información, sino que también es posible fichar a viables y potenciales compradores.
-Entonces es lógico que el ambiente esté tan animado -respondió el azulado observando contento a su alrededor.

Ambos fueron a sentarse tranquilamente a su mesa, donde ya se encontraba Dodoria.
-Señor Freezer, señor Frost -saludó con una leve inclinación de cabeza.
-Dodoria.
-¡Buenos días!

El rosado rió para sí ante la diferencia de saludos. Era curioso lo parecidos que eran los dos en muchas cosas y lo distintos en tantas otras.
-Es lo mejor para todos -pensó sonriente viéndoles charlar mientras comenzaban a comer, sin embargo... Ese pensamiento le llevó irremediablemente a otro que prefería eludir en ese momento, pues quería evitar ese molesto malestar que sentía cada vez que recordaba todo lo que concernía a la pelea que había tenido.
Sacudió la cabeza con pesar, en un intento por olvidar aquel asunto.
-Tengo que mantener la cabeza fría. Por mucho que eso me cueste.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora