Relax?

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Después de ver las últimas chispas extinguirse, ambos entraron de nuevo a la nave.
-Vaya, realmente es todo un espectáculo -comentó Frost alegre -. No esperaba que hiciera sentir tan bien.
Freezer le miró divertido.
-Hablas como si no hubieses explotado ningún planeta antes.
-Es exactamente eso.
Freezer se detuvo en seco y lo miró atónito.
-¿Estás bromeando?
-No. Cómo héroe falso que era, me limitaba a matar a unas cuantas personas de vez en cuando. Pero no podía poner en riesgo mi fachada explotando planetas -le contestó Frost tranquilamente mientras se detenía a su lado.
Freezer no podía creer lo que estaba oyendo. ¡Había pasado toda su vida sin destruir ni un sólo planeta! ¿Cómo había sido capaz de contenerse?
Frost se rió ante la cara de incredulidad del otro.
-Desde luego ganas no me faltaban, fue difícil mantener la cabeza fría en todo momento -afirmó aún con con un poco de risa -. Pero... Supongo que la espera ha merecido la pena -susurró apartando ligeramente la mirada.
-¿Qué quieres decir con eso? -preguntó Freezer confuso.
-¿Eh? -las mejillas de Frost se tiñeron ligeramente de violeta mientras volvía a mirarle -N-no importa, no es nada...
El emperador entre cerró los ojos sin creer sus palabras.
-Yo creo que sí es algo -pensó.
-¡Bueno, vamos a por otro planeta!
Frost se dio la vuelta de forma enérgica para retomar la marcha pero al giro tan brusco, en lugar de dar un paso, se encogió dolorido mientras llevaba sus manos de nuevo a los riñones.
Freezer, al ver el gesto de dolor del otro, se acercó intrigado.
-¿Tanto te duele?
-¡¿Pues no ves que sí?! -respondió irritado ante la estupidez de la pregunta, pues resultaba obvio que así era.
El tirano le observó pensativo y al cabo de poco le propuso algo.
-Ven conmigo. Creo que puedo arreglarlo.
Dicho esto echó a andar tranquilamente.
-¿Qué? No hace falta... Ya se me pasará -dijo Frost con nerviosismo al recordar lo que había ocurrido aquella mañana.
Freezer suspiró exasperado y volvió hacia él para agarrarle de un brazo y arrastrarle con él.
-Hazme caso, ¿quieres?

-¿Q-qué hacemos aquí? -preguntó Frost confuso - ¿No deberíamos ir a la enfermería?
-Te he dicho que yo mismo podría arreglarlo.
-Sí, pero...
-¿Quieres entrar de una vez?
Freezer empujó a Frost al interior de su habitación. El changlong azul se mostraba completamente cohibido, mirando al suelo como si fuese lo más interesante del mundo.

-Adelante -dijo Freezer pasando a su lado -, túmbate.
-¡¿QUÉ?! -Frost dio un respingo apartándose del emperador.
Éste se pasó una mano por la cara intentando ser paciente.
-He dicho que te tumbes -repitió mientras le agarraba por los brazos y lo acercaba a la cama.
Frost se sentó en el borde de la misma.
-Frost...
-¿Sí? -preguntó nervioso mirándole a los ojos.
-Centro, no borde. Y tumbado, si no te importa -respondió Freezer un poco harto ya de la actitud tan miedosa que estaba mostrando su compañero.
Frost obedeció despacio y cuando ya se hubo colocado según las indicaciones, sintió el colchón hundirse bajo el peso del tirano. Esperó nervioso mientras le miraba de reojo.
-¿Quieres tranquilizarte? Ayer te dije que no te haría daño, ¿o no lo recuerdas?

Dicho esto, comenzó a masajear suavemente su espalda comenzando por los hombros. Frost, tenso por completo al principio, se fue relajando lentamente hasta que su respiración se volvió tan tenue como cuando dormía. Después de mucho tiempo, se volvía a sentir tranquilo.
Freezer fue bajando lentamente hasta llegar a los riñones, donde puso un poco más de presión.
-¡Ay! Oye, eso duele -le recriminó Frost volviendo la cabeza para intentar mirarle a la cara.
-¿Oh? ¿Acaso quieres seguir con dolor de espalda? -respondió el emperador mosqueado por la insolencia del comentario de Frost.
Éste le miró tranquilo durante un rato, sin contestarle.
-Es cierto que el blanco refleja la luz... Parece que éste brillando entre toda esta oscuridad -pensó mientras le observaba.
Frost volvió a colocar la cara entre sus brazos. Si era verdad que podía quitarle el dolor, no se lo iba a impedir.
Freezer entonces retomó lo que estaba haciendo y comenzó a realizar movimientos circulares en la zona afectada. De vez en cuando escuchaba al otro quejarse, pero no le dio demasiada importancia. Si realmente quería reponerse, tenía que dejarle deshacer todas las contracturas musculares.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora