De nuevo en la nave

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El capitán Ginyu se quedó atónito mirando en dirección a los recién llegados. ¿Era eso cierto? ¿No le estaban engañando sus ojos? Se dirigió hacia donde estaba la mujer a la que había reconocido como su ex compañera y la observó atentamente.
-¿A ti también te han resucitado? -preguntó confuso mirándola a los ojos.
Ella simplemente le devolvió la mirada impasible, hasta que decidió responder.
-No. A mí no se me ocurriría subestimar a un adversario, mucho menos si se trata de alguien perteneciente a una raza guerrera como son los saiyans.

Ante tal respuesta, tanto el capitán de las Fuerzas Especiales como los dos changlongs emitieron un gruñido disconforme, claramente ofendidos.
-¿Y qué has estado haciendo desde entonces si no moriste, Bonyu? -demandó Ginyu cruzándose de brazos -¿Te desvinculaste del ejército?
-En absoluto -refutó ella tranquilamente -. Me instalé en el planeta del que me han recogido el señor Frost y la señora Berryblue y desde allí he estado revisando las condiciones de distintos planetas, especificando instrucciones a quien quedó al mando sobre lo que sería necesario realizar para poder mantenerlos bajo nuestro dominio. Simplemente me retiré del campo de batalla, pero no dejé de servir al imperio en ningún momento -explicó.
Ante esa declaración, Frost miró con dudas a la mujer.
-Creía que te habían perdido la pista porque te habías desvinculado del ejército. Eso es lo que me dijo Berryblue mientras íbamos a por ti.
La asistente del emperador se posicionó al lado del azulado y asintió.
-En efecto, no teníamos constancia de que siguieras siquiera con vida hasta esta misma mañana -corroboró.
Bonyu suspiró con pesadez y contestó:
-Eso fue porque debido a la decadencia en la que cayó el imperio por los ataques que se sucedieron tras la muerte del señor Freezer tuve que actuar de forma anónima. De ese modo era imposible que nadie sospechase de mí y podía seguir trabajando sin problemas.

Freezer sonrió complacido ante aquella respuesta. Si había algo que resaltaba de su preciada guerrera era su inteligencia, algo de lo que por supuesto había hecho uso para seguir adelante aún en tiempos revueltos.
-Has hecho un gran trabajo, Bonyu -la felicitó -. Espero que sigas así.
Ella hizo una ligera reverencia, confirmándole que así sería.
-Entonces... -los ojos de Frost pasaron por todas las personas que tenía a su alrededor para terminar posándose en Freezer -¿Qué hacemos ahora?
El emperador sonrió de medio lado antes de contestar:
-Ella tiene que instalarse. Tú y yo vamos a revisar los planetas de los que debemos... Hacernos cargo -terminó con una sonrisa siniestra.
El pirata comprendió al momento a qué se refería el tirano con eso e imitó su gesto. Le gustaba aquello de "ver fuegos artificiales".

Ambos demonios del frío fueron tranquilamente hasta la sala de mandos seguidos por Berryblue.
Freezer andaba realmente satisfecho, habiendo solucionado en apenas un día varios problemas y de nuevo centrado en lo que realmente le interesaba. Dirigió una mirada de soslayo a Frost, viendo que él también estaba bastante animado y esbozó una sonrisa complacida. Por fin podrían estar tranquilos por un tiempo.
-Berryblue -dijo mirándola -, ¿podrías quedarte tú aquí? Lo que debo revisar con Frost está en mi despacho.
Tanto el azulado como la asistente le dirigieron una mirada inquisitoria, pero ella asintió igualmente de modo que Frost siguió al emperador en su camino al despacho.
-¿No has dicho que íbamos a encargarnos de unos planetas? -preguntó cuando se alejaron un poco de la sala de mandos.
Freezer esbozó una media sonrisa y negó con la cabeza.
-Antes de eso debemos asegurarnos cuáles son de los que debemos encargarnos. No sería buena idea acabar con un mundo que nos proporciona beneficios o con uno que a Lord Bills le interese mantener intacto.
-Oh, por supuesto -asintió el pirata comprendiendo que en efecto era mejor estar seguros de cuáles podían reducir a cenizas sin temor a perder una importante fuente de ingresos o a ser eliminados.

Los dos avanzaron en silencio hasta llegar a su destino, y tras pasar a la sala Freezer procedió a accionar un pequeño dispositivo que había en su mesa y que proyectó un gigantesco mapa holográfico del universo por toda la estancia.
-Bien, veamos -murmuró alcanzando la última lista que le proporcionó el dios de la destrucción, apoyándose en el escritorio mientras le echaba un vistazo -. Frost, encárgate tú de mirar en los archivos de los planetas que tengo en posesión los que te vaya diciendo.
Frost, que observaba interesado el gigantesco mapa intentando encontrar alguna similitud con la organización de su universo, asintió y se dispuso a realizar la tarea que le acababa de ordenar el emperador.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora