Con los nervios de punta

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Freezer estaba sentado hacia la mitad del cabecero de su cama, esperando a que sucediera algo que llevaba mucho tiempo esperando. Un rato antes, había colocado un almohadón justo frente a él en el que había apoyado algo muy preciado para él: un huevo del tamaño de su mano, el cual estaba comenzando a romperse.
Lo miraba con ojos expectantes, impaciente por poder ver finalmente al ser que saldría de ahí, a su esperado hijo.

Observaba con atención cómo la cáscara se resquebrajaba y un trocito se desprendía de la parte superior. Estaba tan cerca de averiguar cómo sería...
-Vamos, termina de romperla y sal -dijo en voz baja, apremiando a la pequeña criatura para que finalmente eclosionara.
Y al cabo de unos minutos más, el emperador por fin pudo ver unas manitas blancas que trataban de romper también los laterales de la cáscara. Freezer sonrió al ver que su pequeño heredero pretendía romper todo lo que hubiera a su alrededor nada más salir al mundo. Sin duda era digno hijo suyo.
Así, lo dejó terminar con su tarea y cuando no quedó nada del cascarón en pie, tomó al diminuto changlong entre sus brazos y lo acunó contra su pecho.

-Vaya, tienes los cristales verdes al igual que tu abuelo -dijo divertido, acariciando la cabeza del bebé -. Pero no pareces haber heredado nada de Frost... Qué extraño.
Una mueca de disgusto se formó en su rostro y adoptó una expresión altiva.
-Le está bien empleado, por marcharse y no estar aquí cuando se le necesita -proclamó mientras seguía observando al nuevo miembro de su familia, comprobando que estuviera sano y que, efectivamente, no había nada que denotara la implicación del azulado en la creación del pequeño -. Es verdaderamente extraño.
Trató de encontrar alguna explicación, como que la genética del pirata no hubiera sido lo suficientemente fuerte como para dejar su huella en el niño, pero no pasaron muchos minutos para que aquella cuestión se le fuera de la mente, justamente al percatarse de que los ojos del infante comenzaban a abrirse con lentitud.

Esbozó una sonrisa agradable, dispuesto a darle una cálida bienvenida a su hijo. Después de tantos esfuerzos que había tenido que soportar para poder tenerlo, no iba a dejar que la primera impresión que le diera fuera una que le provocara temor. Así, aguardó a que el bebé terminara de abrir sus párpados...
Y se le heló por completo la sangre, causando que su rostro se descompusiera, cuando vió el color que presentaban sus iris.

-No... No puede ser verdad.
-A mí sí me parece que sea verdad, mi señor... Y me alegro mucho, no tiene idea de cuánto, de que finalmente aceptara tener descendencia conmigo.
La respiración de Freezer se cortó cuando una largas extremidades le abrazaron por detrás y le estrecharon contra el cuerpo del hombre que de repente había tras él. Por unos momentos se quedó completamente bloqueado, sin saber qué estaba ocurriendo o quién pudiera ser la persona que había dicho aquello y que, desde luego, no era Frost.
Fue entonces, cuando notó un olor cítrico inundando el ambiente a su alrededor. Su corazón pareció detenerse al ser consciente de quién era aquella persona. Y más aún al notar el sedoso cabello de su acompañante rozándole la espalda y parte de los hombros. Debía de llevarlo suelto... Y las largas y musculosas piernas no ayudaban nada a que su mente se despejara al apretarse contra las del tirano. Freezer respiró de forma entrecortada, tratando de asimilar lo que estaba pasando y haciendo grandes esfuerzos por mantener la cordura.

-Es maravilloso ver que ha sacado el precioso dorado de mis ojos, ¿no le parece? -aquella melosa voz envolvió los oídos del emperador, dejándole abrumado mientras le escuchaba hablar -. Es la mezcla perfecta... Nadie dudará que finalmente he tomado el puesto que merezco a su lado.
Freezer notó los delicados dedos de su acompañante tomándole de la barbilla con cuidado, alzándole el rostro para que pudieran mirarse a la cara.
-Nadie podrá separarnos ahora -el susurro de esas palabras flotaba en sus oídos al tiempo que veía cómo ambos rostros se iban acercando cada vez más -. Vuelves a ser mío, mi querido Freezer.
El demonio se quedó petrificado, sin poder hacer nada más que mirar y sentir. Sentir los labios de su amante sobre los suyos una vez más.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora