Un recuerdo doloroso

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Está mi gentecilla lista para el dododrama?? Pues allá vamos ~

-¿Y bien? -Zarbon se sentó en una de las camas después de que ambos se deshicieran de sus corazas -. ¿Qué es eso que no me va a gustar?

Dodoria inspiró hondo e intentó mirarle a los ojos, pero al poco bajó la vista a sus manos.
-Todo empezó porque no... No podía contarte cómo me sentía. Estaba aterrado de que tuvieras una mala reacción cuando supieras de mis sentimientos. De todos ellos. Y... También me asustaba que Freezer se enterara de que te había dicho algo así -tras un titubeo, se obligó a mirar a Zarbon a los ojos sin apartar la mirada esta vez -. De modo que hice algo horrible para tratar de lidiar con la tensión que estaba acumulando. Algo... Que nunca debí haberme planteado hacer siquiera. Y lo peor es que lo hice varias veces hasta darme cuenta de que... -un suspiro tembloroso se interpuso entre sus palabras -. De que me había convertido en uno de esos tipos de los que intentaba protegerte.

Hace 36 años...

-No puedo creer que lo haya vuelto a hacer -Dodoria rechinó los dientes furioso mientras iba de vuelta a su habitación -. ¿Otra vez tiene una reunión imprevista? ¡¿Otra vez?! ¡Me prometió que hoy lo pasaríamos juntos en algún planeta! Y justamente en nuestro día libre le surge eso...

Su mente comenzó a darle vueltas al asunto, intentando imaginar qué podría ser tan importante como para dejarle tirado de esa forma... Llegando al punto en el que sacudió la cabeza para quitarse el último pensamiento que se había colado. Eso no... ¡No! ¡Seguro que era alguna estupidez por la frontera de los ejércitos!
La sangre le empezó a hervir conforme entró a su habitación. Debería estar allí. ¡Debería estar con él y no en una maldita reunión con los Cold que seguro no llevaría a nada!
-¿Cómo se atreve...? ¿Cómo se atreve a dejarme tirado otra vez por ellos? ¡¿Cómo puede irse a algo tan insufrible en lugar de quedarse conmigo?!

Era horrible. ¡Era estúpido! ¡Todo aquello era ridículo! ¡Y no podía hacer nada para remediarlo!
Se sentía tan... Tan...

̷̬̺͇̪͖̔̑̍̄̈́̊͌̾͛̾͜͜F̸̫͕̞̜͚͕̜͑̓̈́͑̆̐̌ř̶̛͚͚̘̩̹̖̞͒́͝u̸̻̬͕̻͓̍̀̕ș̷̛̬t̶̡̳̘̦̖͓̳͕̞͌͗͋͐̉̕r̷̡̧̛̝͈̞̣̬̲̯̓̎̿̆̓̑͝͝ȁ̶͎̗̠̖̮̿͊̍͐͜d̷͍͙̭̯͎̮̘̞̦̂̓́͛̌̀̌̎́͝o̸̮̻̞̣̫̞͙̼̮̎̂́͛̏͂͂̕͝

Sus pupilas disminuyeron en tamaño drásticamente conforme aquella terrible sensación se apropió de su ser. De forma inmediata dio media vuelta, salió de su habitación y caminó con un objetivo en mente que le llevó a apenas unos pocos metros a su izquierda. Sin pararse a replantearse nada, cegado por aquel sofocante sentimiento, ingresó sin miramientos a la recámara de su compañero y fue directo a su armario. Abrió el cajón donde sabía que guardaba los calentadores y agarró un par de cada color, llevándolos a su pecho.
-Me prometiste pasar el día juntos -sus manos estrujaron la tela con ansia corroyéndole hasta la médula -. Cumple tu promesa.

Algunos meses después, la misma situación se había repetido varias veces. Y tal y como la primera, una frustración incontrolable había guiado las acciones del rosado.
Sin embargo... Aquel último día, algo fue distinto.
Él ya se estaba vistiendo. Su furia tras haber sido dejado de lado por una maldita reunión hacía un rato que se había aplacado gracias a la intervención de su querida Emerald. Pero fue un desafortunado comentario por parte de ella lo que le descolocó por completo. Lo que hizo que algo se removiera dentro de él... Algo en lo más profundo de su alma que no demoraría en provocarle un torrente irrefrenable de angustia.

-Vaya, esto es una generosa propina -la expresión de la mujer se adornó con una amplia sonrisa satisfecha -. Alguien se va bastante contento hoy~
-Mmhh. Ha estado bien.
Los oscuros ojos de Dodoria dejaron de fijarse en los botones que aún tenía por abrochar para mirarla, que aún seguía deleitándose en sus ganancias.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora