¿Solucionando la situación?

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Después de las palabras del changlong azul, Hit se quedó pensativo observándole. Quería arreglar aquello o, al menos, conseguir que Frost no se sintiera incómodo e inseguro a su lado. ¿Pero cómo conseguirlo en un momento como ése?
Un silencio muy largo e incómodo se instaló entre los dos. Después de todo lo que Frost había dicho, ninguno sabía muy bien cómo seguir con la conversación... O cómo no seguirla.

Después de varios minutos que se les hicieron eternos, Hit se giró hacia un armario que tenía al lado y, mientras rebuscaba entre la ropa, le dijo al azulado:
-Hoy no tengo nada que hacer, así que había pensado en pasar el día fuera... Un día de ocio. ¿Te parece? -volteó la cabeza en dirección a Frost tras formular la pregunta.
Éste le miró confuso.
-¿Qué más me da a mí lo que hagas o dejes de hacer? -le contestó torciendo el gesto.
Hit suspiró. Si iba a estar con esa actitud aquello iba a ser imposible.
-Es que te vienes conmigo -dijo devolviendo la vista a la ropa y buscando algo en concreto -. Era una pregunta retórica.
El malhumor de Frost no hizo sino aumentar con esas palabras.
-Ah, claro. No sólo me secuestras y dices que en realidad me estás protegiendo... Sino que además ahora quieres exponerme al mundo para que las autoridades me vean, me detengan, me metan en chirona y no pueda volver a ver nunca más a mi sen... -Frost comenzó a hablar irritado, pero su voz se quebró al llegar al final de la última frase.
-¿A tu qué? -preguntó Hit distraído mientras se volvía hacia él con una sudadera azul marino en las manos.
Cuando dirigió su vista al rostro del azulado pudo observar que éste tenía la cabeza gacha y se revolvía nervioso las manos.
-¿Frost?
El mencionado miró hacia arriba y fue ahí que Hit vió un gran sonrojo y una sonrisa nerviosa en su cara.
-A mi novio... -susurró llevándose las manos a la cara -No había caído en eso realmente... Ahora no es sólo mi senpai...

Aquello fue como una puñalada para Hit. Sabía más que de sobra que Frost tenía sentimientos hacia el tirano del Séptimo Universo... Pero no esperaba que estuviesen juntos.
-Bueno... -habló, con la voz más ronca de lo pretendía en realidad -En realidad pensaba dejarte esto para que no te reconocieran...
Frost le miró confuso mientras alargaba las manos hacia la sudadera que le tendía.
-¿Por qué? -preguntó clavando sus ojos en los del otro.
-¿Eh?
-¿Por qué quieres que te acompañe... Sin que me reconozcan? ¿No sería más seguro quedarme aquí, en tu casa, a salvo de patrulleros entrometidos? -inquirió el changlong.
Hit se giró de nuevo hacia al armario para esta vez alcanzar su gabardina mientras una leve sonrisa asomaba por sus labios.
-Me apetece salir... Y dejarte sólo no es una opción. Además -se puso su abrigo y ladeó la cabeza hacia Frost -, me vendría bien algo de compañía.

Frost miró a Hit aún sin entender realmente lo que pretendía con todo aquello... Pero decidió darle un voto de confianza.
A pesar de la desilusión que se había llevado últimamente con él, sabía que él mismo también había tenido parte de la culpa y... La verdad es que le hacía ilusión salir a la calle sin miedo. Y estando Hit a su lado no tenía de qué preocuparse. Pese a todo, tenía la corazonada de que podía confiar en él.
-Espero no estar equivocado de nuevo -pensó poniéndose la sudadera.
Conforme entró la cabeza, la prenda cayó por inercia hacia abajo sin dificultad alguna. Frost miró hacia abajo, observando lo gigantesca que le quedaba... Hasta que escuchó unas leves risas.
-¿Se puede saber qué te hace tanta gracia? -preguntó frunciendo el ceño a la vez que ponía los brazos en jarras y se inclinaba ligeramente hacia delante.
Ante estos gestos, Hit no pudo sino terminar de estallar en una carcajada.
-¡Pareces aún más diminuto con eso puesto! -dijo intentando contener la risa.
-Pues menuda gracia.
El azulado se cruzó de brazos mosqueado por aquel comentario.
-Vamos, no te enfades -el sicario le sobrepasó y le indicó con un gesto que le siguiera -. Vamos a mirar en el desván. Allí tengo ropa más pequeña que quizás te quede bien.
Frost le siguió curioso mientras se dirigían de nuevo a la escalera, pero esta vez a la parte que subía. En ese momento, una sonrisa pícara cruzó por su rostro.
-Esa ropa más pequeña... ¿Es de cuando eras niño o algo así?
Hit le miró de medio lado mientras subía al desván y asintió.
-Entonces seguro que está pasada de moda, vejestorio -pronunció Frost con descaro.
Hit volvió a mirar al frente, esbozando una sonrisa de medio lado al comprobar que el azulado no había cambiado en absoluto su característica irreverencia durante el tiempo que no se habían visto.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora