Una despedida, una bienvenida

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Un nuevo día comenzaba en la nave y antes de que las tropas comenzaran su jornada, el general de largos cabellos se dirigía a los aposentos del emperador con un sobre entre sus manos. No estaba muy seguro de si dejarlo en el pasillo, bajo la puerta de la habitación, era buena idea o si debía esperar a encontrar a Freezer cara a cara y dárselo personalmente.
-¿Qué más da? -pensó con un nudo en la garganta -Escoja lo que escoja se va a enfadar igualmente.

Cuando llegó, inspiró profundamente intentando calmarse y se puso frente a la puerta del dormitorio.
-Lo dejaré apoyado en la puerta y me iré. Cuanto menos contacto con él, mejor.
Una vez lo hizo de ese modo se quedó un momento mirando fijamente la puerta de la habitación su señor. Aquello no iba a ser nada fácil, pero no le quedaba de otra.
-Ni siquiera sé si volveré -susurró con lágrimas en los ojos mientras se daba la vuelta para marcharse de allí, en dirección al hangar.

Por su parte, Dodoria ya había guardado las maletas en la nave que se llevaría el peliverde y revisaba que tuviera el suficiente combustible y todo funcionase correctamente.
-Ojalá le vaya bien -pensó dejando su mirada vagar por la cabina de la nave.
Al dirigir de nuevo la vista al cristal pudo ver que Zarbon llegaba a paso rápido, lo que hizo que le diera un pálpito al pensar que iba tan deprisa porque el emperador no estaba de acuerdo con aquello y trataba de evitar que se marchara.
-¿Qué ocurre? -preguntó con angustia asomándose por la compuerta.
Zarbon le miró sin entender la preocupación en su voz y entró a la nave apartándole ligeramente de su camino para llegar hasta los mandos.
-Nada, se lo he dejado en la puerta y no quiero estar aquí cuando lo lea -dijo accionando los motores.
Dodoria comprendió que lo que había pensado él era precisamente lo que Zarbon quería evitar, de modo que procedió a ayudarle a encender todos los sistemas.
-Ten mucho cuidado -dijo tratando de accionar sólo los botones adecuados.
-Sí.
-Llevas el scouter, ¿no? Si necesitas algo, lo que sea, llámame.
-Ya lo sé.
Dodoria se giró hacia su amigo que ya se había sentado en el asiento del piloto.
-Zarbon.
El peliverde le miró con curiosidad.
Dodoria se acercó a él y le abrazó por los hombros.
-Por favor. Cuídate.

Una sensación de asfixia inundó la garganta de Zarbon al tiempo que sus ojos volvían a empañarse por culpa del inminente llanto.
Se levantó del asiento y abrazó fuertemente a Dodoria, sintiendo sus lágrimas resbalar por las mejillas.
-Sí -respondió con la voz rota -. Tú también. Que no vaya a estar aquí no significa que debas descuidarte.
El rosado dejó escapar una leve risa.
-¿En serio? ¿En un momento como éste...?
El peliverde evitó que terminara la frase apretándole las mejillas con las palmas de sus manos.
-¡Me refiero a que no te quedes sin dormir pensando en cómo podré estar! ¡Tú también debes cuidarte!
Ambos se quedaron mirándose fijamente en silencio durante varios segundos, sintiendo una terrible angustia por el hecho de estar despidiéndose de aquella forma, sin saber si realmente aquello iba a acabar bien.
-Deberías marcharte ya, no vaya a ser que al final te pillen -susurró Dodoria apartando las manos del peliverde de su cara mientras que las acariciaba levemente con los pulgares.
Zarbon dejó escapar un suspiro tembloroso y asintió.
-Tú también deberías irte de aquí, que no te tachen de cómplice.

Así pues, los dos se dieron un último abrazo con los sentimientos a flor de piel tras el cual Dodoria salió de la nave rápidamente para dejar que Zarbon levantara finalmente el vuelo y se marchase de allí.
-Suerte -le deseó mientras daba media vuelta, camino al comedor.






Mientras tanto, en ese preciso momento Frost ayudaba a la guerrera a subir su equipaje a la nave que ésta poseía.
-Tienes muchas cosas -se quejó mientras terminaba de colocar los últimos bártulos en el lugar que se les tenía asignado -. Nos ha llevado casi un día entero.
-Lo siento por eso -se disculpó ella ayudándole -. Ya le dije que no era necesario que me echase una mano con ésto, usted y Berryblue podrían haber vuelto a la nave principal del señor Freezer ayer mismo y ya iría yo después, cuando terminase de arreglar todo.
-No, no -Frost negó con una media sonrisa -. Se supone que debo llegar contigo, no antes. Además, así hemos podido ponerte al corriente de lo que ha sucedido últimamente.
-Sí, a pesar de que pueda parecer que hemos perdido mucho tiempo, en realidad ha sido bien invertido -intervino Berryblue pasando junto a ellos.
-Cierto, pero ya es hora de regresar -volvió a hablar la mujer poniéndose a los mandos de la nave.
Frost fue hacia el asiento del copiloto y Berryblue se quedó tras ellos, observándolos atentamente.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora