Dolor

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En aquel lejano planeta, a una distancia considerable de cualquier amenaza, dos almas heridas se aferraban con fuerza sin importar nada más. Sin prestar atención al mundo que les rodeaba, tan solo para intentar llenar con la otra presencia el vacío que últimamente sentían en su interior, buscando una paz de la que nunca habían podido gozar...
Y que en ese momento también les fue arrebatada, pero esta vez por un comentario que tan solo buscaba aligerar la tensión.
-¿Pretendéis absorberos el uno al otro? Porque como sigáis así, lo vais a conseguir.

Aquello consiguió sin duda arrancar unas risas de los que estaban allí, incluso ellos dos, que mezclaron lágrimas con carcajadas.
-Déjalo, déjalo -con una sonrisa enmarcada por los surcos del agua que goteaba de sus ojos, Zarbon agitó una mano señalando que esa idea no le parecía precisamente la mejor -. No creo que a ninguno nos beneficiara eso... Ni nos gustara. ¡Solo imagínate qué clase de criatura horrorosa se formaría!

Dodoria rió levemente ante eso y apoyó su cabeza, ahora con tranquilidad, en el pecho del peliverde.
Después de tantos disgustos, sentía que por fin podía relajarse... Aunque fuese simplemente con una de las tantas vanidosas preocupaciones de su amigo.
-A mí tampoco me gustaría -dijo en voz baja apretando, ahora con suavidad, al otro -. No podría hacer ésto.
Zarbon bajó la mirada al rosado y esbozó una media sonrisa.
-¿Tanto te gustan los abrazos? -preguntó rodeando de nuevo a Dodoria con sus brazos, para terminar estrujándole con fuerza mientras una sonrisa maliciosa se extendía en su rostro -. ¿Así es como... ?
-¡Aaahhh! ¡Para!

Asustado por el grito de dolor que profirió Dodoria, Zarbon lo soltó apresuradamente y con cierto miedo al ver cómo los otros tres se acercaban con gran preocupación en sus expresiones y le hacían preguntas a Dodoria sobre si le dolía mucho.
-¿Qué... Qué pasa? -inquirió con un poco de temor el peliverde al ver que el rosado tenía mala cara.
Uno de los que estaban en el sofá, un hombre joven que presentaba el mismo color de piel que Dodoria pero que era más alto y esbelto, se acercó a Zarbon y le apartó un poco.
-¿Qué ha pasado, Rambut? -sus ojos dorados brillaron con incertidumbre -. Parece como si le hubiera roto algo al abrazarle... Y creo que antes nos estábamos aferrando con más fuerza de la que he ejercido hace un momento.
Rambut miró hacia Dodoria un instante y volvió a dirigir su oscura mirada a Zarbon.
-Probablemente antes no le has hecho daño por el chute de endorfinas que ha debido de sentir al volver a verte... Pero una vez que se ha relajado le ha vuelto el dolor y le ha afectado demasiado el abrazo que le acabas de dar.
Zarbon le miró detenidamente y frunció el ceño.
-¿Como que le ha vuelto el dolor? ¿Qué le ha pasado?
-Bueno... -se cruzó de brazos sin separar su ojos de los del peliverde -. Ya sabes lo bien que se le da a mi hermanito el meterse en líos...

-¡Yo no me metí en ningún lío! -se quejó repentinamente Dodoria que había escuchado aquello último -. ¡Si no hubiera ido a esa estúpida misión no me habría pasado nada! ¡Yo ni siquiera quería ir! ¡No fue cosa mía!
-U-un momento... -Zarbon miró intermitentemente a ambos con preocupación -. ¿Qué misión? ¿Qué ha pasado? ¡Explicádmelo en condiciones!

Media hora más tarde, Zarbon, sentado junto a su amigo en el sofá, contemplaba horrorizado los vendajes que tenía Dodoria en el torso después de que le hubiera puesto al corriente sobre lo que había ocurrido en aquel planeta en el que le abatieron.
-Pero... Aunque te pillaran desprevenido... Podrías haber evitado el disparo -susurró palpando las vendas con sumo cuidado -. Sé que eres perfectamente capaz de hacer algo así.
-Sí... -Dodoria se rascó incómodo la cabeza, sintiéndose abochornado -. Pero ya de entrada no me encontraba demasiado bien físicamente... Y no estaba demasiado centrado, sinceramente.
Zarbon miró fijamente a los ojos del rosado y su cara se ensombreció.
-¿No te encontrabas bien físicamente? ¿Acaso no me hiciste caso con lo de dormir bien? ¡No es la primera vez que pasa algo así, tienes que tomarte en serio tus horas de sueño! -le recriminó -. ¿Si no estoy pendiente, no lo haces?
-¡No es eso! -gritó Dodoria sintiéndose ofendido al ver que Zarbon no le creía capaz de cuidarse a sí mismo -. ¡Se me acumuló todo! ¡Yo... ! Yo...
Zarbon le miró confuso cuando retiró sus negros ojos de él y enmudeció.
-¿Tú qué? -preguntó más calmado, viendo que con exigencias no iba a sonsacarle nada.
Aún así, Dodoria retiró la mirada por completo. No quería hablar de ello.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora