Tensión en la nave

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Después de verificar que llevaban buen rumbo y comprobar que podía retirarse por el momento, Freezer le pidió a Frost que fuera a entrenar mientras él mantenía una seria conversación.
Frost, comprendiendo que el emperador quería mantenerlo alejado por el momento, se marchó de inmediato a una de las salas de entrenamiento.
Conforme se fue, Freezer se quedó observando el espacio a través del gran ventanal por unos  cinco minutos. Con el paso de estos, la ansiedad y el terror iban aumentando notablemente en Zarbon. La espera hasta su agonía se estaba haciendo eterna y no había nada peor que aguantar medianamente sereno durante la calma que precede a la tormenta.

En un intento por hacer la espera más soportable terminó cerrando los ojos. Se mantuvo  así hasta que sintió un ligero roce en las rodillas que provenía de la cola de su señor y que le invitaba a seguirle.
-Se acabó mi suerte -pensó mientras seguía al emperador fuera de la sala de mandos.
Ambos avanzaron con paso lento por los pasillos hasta llegar a su destino.
Freezer abrió la puerta de sus aposentos, invitando a pasar a Zarbon con una mirada que contenía toda la rabia que llevaba ocultando desde que entró a la nave.

Después de que los dos entraran, Freezer cerró la puerta despacio, sin hacer ruido. Y puso el seguro para evitar interrupciones. Zarbon se echó a temblar ante esto. Esa puerta no se volvería a abrir hasta que el mismo emperador lo deseara.
-Zarbon...
El mencionado se dio la vuelta lentamente, para mirar de frente a su señor.
-Te lo ordené -dijo mirándole severamente -. Te dejé bien claro que como volvieras a hacer daño a Frost te arrepentirías.
-Yo...
Freezer le agarró por la armadura y le atrajo violentamente hacia sí mismo propinándole un cabezazo.
-¡Te amenacé! ¡Y aún así me has desobedecido! -le gritó furioso.
Zarbon, que se encontraba arrodillado por la fuerte sujeción que el tirano ejercía en su armadura, le miraba a los ojos suplicante; rogando por dentro que aquello no terminara en una ejecución.
-¡No me mires de esa manera! ¡Esta vez no te lo pienso consentir! -rugió mientras le propinaba un rodillazo en el torso rompiéndole varias costillas.
Freezer le soltó la armadura, arrojándolo contra el suelo y lanzándole uno de sus rayos mortales que rompió la armadura y le atravesó el hombro izquierdo. Zarbon intentaba aguantar el dolor presionando su frente contra el suelo y apretando los dientes para no gritar. Sin embargo, no pudo evitarlo al sentir su fémur derecho partido por la mitad bajo el pie de su señor.
-¡¿TE DUELE, VERDAD?! ¡¿VERDAD QUE SÍ?! -gritó Freezer con una sonrisa desquiciada en el rostro -¡ASÍ APRENDERÁS A OBEDECERME CUANDO TE ORDENO ALGO!
-Ba-basta, por favor... -susurró Zarbon retorciéndose de dolor.
-¿Bromeas? ¡Esto no es más que el principio!
Dicho esto, Freezer le agarró el brazo del mismo lado y se lo retorció hasta que escuchó un sonoro crujido al que siguió un grito desesperado del soldado. Freezer se acuclilló a su lado y le susurró al oído con un deje de desprecio:
-¿Verdad que cuando te ordene algo cumplirás mis órdenes sin rechistar?
Zarbon lo miró de reojo con la respiración entrecortada y sangre chorreándole desde la frente por toda la cara.
-F-Freezer... Puedo explicártelo
-¿Qué son estas confianzas? -preguntó el emperador despectivamente.
-Es-estamos en pri-privado -respondió el soldado haciendo un esfuerzo por mostrar una sonrisa.
El tirano le empujó bruscamente con el pie para ponerle boca arriba.
-¡Me importa una mierda que estemos en privado! ¡Me debes un respeto! -gritó mientras le pateaba el pecho y se lo presionaba con toda la fuerza de su pierna.
-¡Aaaggghhh! -gritó Zarbon agonizante.
En ese momento, a Freezer se le ocurrió algo perfecto. Algo que realmente le haría sufrir. Agarró a Zarbon del cabello y le arrastró hasta apoyarle la espalda en la cama. Entonces, fue hacia su cómoda y rebuscó entre los cajones.
Zarbon podía escuchar cómo revolvía las cosas buscando algo en concreto y, cuando le vio acercarse con aquel objeto en la mano, un escalofrío le recorrió por completo.

Freezer se acercaba con expresión triunfante a su soldado, haciendo girar el objeto entre sus dedos. Zarbon podía ver a la perfección los destellos que lanzaba el acero cada vez que la luz se reflejaba en la hoja.
El emperador se agachó junto a él y le agarró del mentón para hacer que le mirara a la fuerza.
-¿Sabes, Zarbon? Sería una verdadera lástima que tu belleza se viera arruinada por algo así pero... -Freezer sacudió la daga frente a los ojos llenos de terror del peliverde -Creo que valdrá la pena si consigo hacerte entender que no puedes hacerle daño a Frost.
El tirano le puso la afilada hoja sobre la mejilla y comenzó a hacer presión mientras le miraba con los ojos inyectados en sangre, con la clara intención de hacer un profundo y desagradable corte en su hermoso rostro.

Maldades que se entrecruzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora