El favorito de Odín

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Hipo:

Apreté la mandíbula para evitar decir todo lo que pensaba, pues no quería unirme a la discusión entre ambas chicas. Mantuve los ojos en mi libreta, tratando de concentrarme en los trazos de grafito que juntos formaban un nuevo dibujo.

—¿En serio no dirás nada? —cuestionó Astrid, con las manos sobre su cadera.

Levanté la mirada hacia ambas féminas, que ya estaban de frente a mí.

—Todo lo que las he escuchado decir han sido los mismos pensamientos que he tenido desde que llegamos aquí. No estoy ignorándolo, simplemente guardo la paciencia que la misión requiere.

Elsa respiró profundo y recobró la compostura. Sus mejillas estaban ligeramente ruborizadas y su semblante estaba tan serio que lucía intimidante.

Astrid se le adelantó y dijo:

—La paciencia no servirá de nada si ella ni siquiera viene aquí. Hipo, han pasado casi dos seman...

—Lo sé. Yo también comienzo a perder la esperanza de encontrarla en este lugar, pero no continuamos aquí por eso. Creí que todos lo teníamos claro —respondí, con calma.

Astrid desvío la mirada y cerró los ojos. Podía notar lo cansada que se encontraba por sus facciones endurecidas y las ojeras bajo sus ojos. Elsa no lucía muy diferente, y supuse que yo estaba igual.

—Reina...

—El Comandante quiso que viniéramos aquí —respondió la albina—, y quizá es porque aquí volveremos a tener noticias de él.

—Y mientras tanto —añadí—, nos mezclaremos entre los cazadores para recabar información importante que nos lleve al paradero de _______.

—Sí, pero en estas dos semanas nadie la ha visto. Todos se encuentran igual que nosotros.

Puesto que no era la primera vez que teníamos esa conversación, estiré el cuello antes de ponerme de pie, deseando tomar aire fresco.

Justo antes de salir, la voz de Astrid a mis espaldas me detuvo.

—Mañana iré a ver a Tormenta —dijo, con una franqueza intimidante—. Elsa irá conmigo. Tú también deberías ir a ver a Chimuelo.

 Tú también deberías ir a ver a Chimuelo

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—Lo haré cuando regresen. Uno de nosotros debe quedarse aquí.

Sin más, salí de la tienda y caminé por el campamento.

Anduve de aquí para allá intentando despejar la mente, haciendo el esfuerzo de no darme por vencido. Los tres estábamos cansados, y Ókólnir no era un lugar en el que quisiéramos estar por mucho tiempo. Sin embargo, aún estábamos pendiendo de las circunstancias, y nos aferrábamos a las pocas conjeturas que teníamos para no sentir que todo estaba siendo en vano.

Tal vez no venga, pero debe de haber algo aquí que me haga llegar a ella.

Me negaba a pensar que estas dos semanas habían sido una pérdida de tiempo. Como fuese, habíamos logrado investigar unas cuantas cosas, todas sobre sus hazañas y aventuras. Si bien era consciente de que las historias podían estar modificadas para fines de entrenamiento, de algo podía estar seguro, y era que todos esos cuentos poseían una de las cualidades más poderosas de _______: su maldita tenacidad.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora