Come fly with me (Hipo y tú)

El peor lugar para defender los ideales

_______:

Para cuando terminé de tomarme la infusión de Declan, me relajé tanto que unas cuantas lágrimas se me salieron con facilidad. Tamborileé mis dedos sobre la taza y así busqué equilibrar mis emociones.

Enfrente de mí, en la cama, Helga se encontraba conversando con Hakoon acerca de lo sucedido en la Arena. Ambos habían sufrido quemaduras de segundo grado que Declan atendió rápidamente en cuanto terminaron las pruebas. Mientras que yo no había pasado de las molestias con mis costillas.

Declan entró a la habitación de pacientes y le echó un vistazo a los dos adolescentes antes de mirarme a mí. Su semblante y postura evidenciaban su cansancio, aunque su voz parecía más prudente que en otras ocasiones.

—Ya llegaron —avisó.

Me ayudó a ponerme de pie y a tomar mi muleta. Así me encaminó a la sala principal de su casa, donde Viggo, Ryker y Aidan ya nos esperaban. Fulminé con la mirada a los tres hombres, a pesar de que estaba consciente de que mi aspecto y condición no me ayudaban a lucir retadora.

—¿Cómo te encuentras, _______? —preguntó Viggo, con una sonrisa socarrona.

En respuesta, le mostré mi dedo medio. Ryker rio, mientras que Aidan torció una media sonrisa y negó con la cabeza.

—Está estable —dijo Declan.

—Me alegro —añadió Viggo, sospechosamente sincero—. Y bueno, no me queda más que felicitarlos a ambos; quedamos verdaderamente satisfechos con el desempeño de sus chicos en las pruebas. Dadas las circunstancias que les pusimos, no esperábamos más que pudiesen defenderse de forma adecuada, pero créanme que nos hemos llevado una grata sorpresa con su trabajo en equipo.

—Aunque les hayamos facilitado la tarea —agregó el mayor de los Gallagher.

—¿Cómo se atreven? —gruñí— ¡Hijos de puta!.. ¡Ah! —chillé de sorpresa cuando sentí un pellizco en mi brazo por parte de Declan.

El rubio carraspeó antes de decir:

—Creo que lo que _______ quiere decir es que nos tomó bastante desprevenidos... Y, viéndolo como instructor, quizá fue un poco bajo para nuestros alumnos el haberlos orillado a arriesgar sus vidas con tal de demostrar que están progresando. 

—¡Ah no! —intervine— Viggo sabe perfectamente lo que quise decir.

El jefe levantó una mano, pidiendo nuestro silencio.

—Comprendo ambas partes. —dio unos pasos por la habitación, con las manos tras su espalda— Dime algo, Aidan: ¿piensas que si tu hijo no hubiese pasado por los métodos que ahora piensa que son <<bajos>>, él se habría convertido en el guerrero que es ahora?

El hombre de cara afilada levantó la barbilla, con orgullo.

—Por supuesto que no.

—Parece que hay que refrescarle la memoria y recordarle cómo fue que mató a su primer dragón.