Canto de Fuego

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Luego de instalarnos rápidamente en la cabaña que ocuparíamos para dormir, Harald llegó para que habláramos sobre la organización de la gira.

—La primer jornada comenzará en un par de horas aproximadamente. Tus modistas ya deben estar en camino.

—¿Modistas?

Él me ignoró, mientras fijaba la mirada en una libreta.

—Cuando llegue el momento, serás escoltada hasta la Arena y te mostrarán tu lugar. Estarás al lado de mí y de Magnus, ya que no vas a pelear.

—¿Y Jack?

Harald levantó un poco la mirada y observó al albino de forma fugaz.

—Sí, también.

Tal cual el hombre de gruesa voz dijo, tres mujeres aparecieron en cuestión de minutos y le pidieron a él y a Jack salir para que yo pudiese desvestirme y ellas comenzaran a hacer su trabajo.

Entre ellas hablaban de cuán bonito era mi cabello y mi rostro. Yo les agradecí, pero eso no me hizo sentir más cómoda con su presencia. 

Me enseñaron tres vestidos que ya tenían hechos para la ocasión. Los tres eran muy diferentes entre sí, pero la apariencia que me darían seguía siendo la misma; prácticamente, era ropa pensada para La Huldra.

Me decidí por un vestido a rayas; era sencillo y con mucha libertad de movimiento. Las modistas ajustaron algunas cosas para ceñirlo un poco más a mi cuerpo, el cual también adularon, y finalizaron poniéndome un pesado collar que supuse era de oro.

Después de estar lista, salí para encontrarme con Jack, quien había permanecido sentado en un una carreta vacía a un par de metros de la cabaña. 

Apenas me vio, se levantó, sonrió y dijo:

—¡Estás hermosa!

—¡Estás hermosa!

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—Gracias. Solo espero no morir de frío. ¿En dónde está Harald?

—Dijo algo de arreglar asuntos previos a las peleas. También dijo que, si él todavía no regresaba para cuando terminaras, que te quedaras aquí.

—¿Por qué? 

Unos murmullos poco silenciosos nos hicieron mirar a un costado, donde un par de personas nos miraban sin disimulo. Después, un par más que iba pasando los imitó.

—Creo tener una idea —respondió Jack—. Vamos adentro.

Regresamos a la cabaña, que quedaba hacia las afueras de la base, y allí esperamos. Al cabo de media hora, Harald volvió junto con otra mujer adulta que llevaba un par de platos con comida.

—Ya están ingresando las personas a la Arena —informó—. Mientras tanto, quiero que coman rápido y se preparen para ir.

Jack y yo comenzamos a comer sin detenernos mucho a pensar en el sabor de la carne y los vegetales, mientras que Harald me leía el itinerario del día. Básicamente, mi trabajo en aquella base consistiría en hacer acto de presencia en los combates y luego asistir a la cena que se haría en mi honor con los encargados principales de la base y algunos invitados especiales de las peleas.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora