La caída de Kattegat.

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Finalmente sucedió. Oficialmente era vikinga de Berk.

Me prometí a mi misma no pensar en mi pasado durante la ceremonia y la fiesta pero fue inútil. No sentía merecer todo esto.

¿Cómo puedes vivir con el recuerdo de la espantosa aniquilación de tu hogar y luego pertenecer a otro como si nada?

¿Me gustaría volver el tiempo atrás? Si, si me gustaría. Si tan sólo hubiera dependido de mí, habría evitado a toda costa la guerra en Kattegat sabiendo que no podríamos ganar.

Pero nunca dependió de mí. Y tampoco puedo volver en el tiempo.

Crecí en un ambiente bélico, apenas podía salir a jugar. No sabíamos en qué momento aparecerían los saqueadores, cómo los llamábamos, para hacer actos bandálicos.

A pesar de todo, mis padres se empeñaron en darnos una infancia feliz a mi hermano y a mí. Conservo buenos recuerdos.

Desde mucho tiempo atrás la paz y tranquilidad en Kattegat desaparecía.

Nacíamos para sobrevivir. Crecíamos para luchar. Vivíamos para defender.

Esa es la razón de la que ahora todos estén muertos. Las armas fallaron al igual que los hombres. Muchos preferían huir, otros se unían a los bandos enemigos en busca de una oportunidad, a algunos pocos los encontraron flotando boca abajo en el mar. Eso era mi hogar.

En plena niñez fue que comenzó todo así que me hicieron sustituir mis juguetes por armas. Me enseñaron a matar a sangre fría aunque nunca tuve la necesidad de recurrir a eso durante la batalla gracias a Nick quien nunca me dejó sola, nunca permitió que manchara mis manos de sangre. 

¿Por qué la primera vez tuvo que ser con la suya?

-¡No, Nick!- Lloré de rodillas junto él haciendo compresión en su torso herido por una espada.

Logró deshacerse del hombre que la portaba así que se la sacó del pecho con un aullido desgarrador y me la tendió.

-Escúchame, no tengo mucho tiempo. Ellos te encontrarán ________- se detuvo por el intenso dolor que debía estar sintiendo- tienes que irte. Busca a papá o mamá pero debes de estar preparada en caso de que sea muy tarde- sollocé fuertemente. Tomó mis manos y las acunó en las suyas- Eres mi chica fuerte. ¿Lo sabes, no?

-Déjame curarte. Sabes que puedo hacerlo, espera aquí.

-No- apretó mis manos con más fuerza- perderás tiempo, tienes que irte ahora. Escóndete en el granero. Espera a que todo pase- tosió sangre, impidiéndole seguir hablando.

-No voy a esconderme. Y no voy a dejarte.

-Entonces pelea ________. Pelea siempre, pelea por ti, por lo que crees, por lo que amas.- su voz se fue entrecortando hasta acabar en susurros.

-Por favor resiste.- Supliqué entre chillidos sintiendo como sus manos se debilitaban.

-Te amaré por toda la eternidad, princesa.-Vi caer una última lagrima de sus ojos mientras sentía como todo su cuerpo perdía por completo la fuerza.

-¡Nick!- Abracé su cuerpo sin vida antes de tomar la espada y correr alarmada por las fuertes pisadas que se aproximaban.

Ese había sido mi grito de guerra.

Un fuerte sollozo despertó a Luna, ella me miró y apoyó su cabeza en mis piernas.

-Lo siento nena, es él de nuevo.

Luna ha sido a la única que le he contado sobre Nick, siempre cerciorándome de estar solas. Nick definitivamente era mi punto débil. Y si, quedé débil después de ese día.

Me recosté sobre el fresco césped con la cabeza de Luna aún en mis piernas.

Miré el hermoso cielo que cubría completamente mi campo visual. Muchos no me creerían si les dijera que es de las primeras veces que veo un cielo así. El cielo de Kattegat siempre fue gris, pintado por el humo de los incendios o bombas.

A pesar de sentirme nostálgica por mi antiguo pueblo debo admitir que estoy agradecida de estar en un lugar donde puedo sentirme tranquila, dónde cada mañana el cielo es despejado y por la tarde se vuelve un espectáculo de colores. Un lugar dónde puedo caminar sin miedo a ser atacada por la espalda. Aquí tengo más de lo que alguna vez tuve e imaginé tener.

 En Kattegat constantemente nos quedábamos sin comida, ellos destruían nuestras reservas y atacaban a los barcos de los mercaderes hasta que optaron por no regresar jamás, dejándonos sin recursos.

Aún conservo en mi mente el recuerdo de las cornetas que nos servían como alerta en caso de ataque. Lo escuchaba casi todos los días.

Recuerdo que mamá cantaba una canción para mí mientras la alarma sonaba. Eso me tranquilizaba y me hacia el camino al refugio un poco menos tormentoso. Algunas veces Nick también la acompañaba en su canto.

-Hoy me falles no. Corazón no temas, no debemos desistir.- mamá inició con esa preciosa melodía que acostumbraba a cantar en esos momentos de adversidad- Me parece que tengo mil opciones, algo nuevo he de vivir- a pesar de mis pasos temerosos ella mantenía la compostura.

Pronto estaríamos en el refugio. Aquel lugar con puertas y paredes de grueso acero al que era imposible penetrar sin ser perteneciente a Kattegat.

-En algún lugar alguien me espera. Sueño que será verdad.- Nick siguió con la letra al ver que mamá tenía que encargarse de dos de los saqueadores que se interponían en nuestro camino al refugio- Me recibirán con gran bienvenida, finalmente en mi hogar- detuvo el canto ayudando a mamá.

Enterró su espada en la espalda de uno de esos hombres. Otros dos se acercaron sin que Nick los viera. Con mi arco pude cubrirlo, dando a ambos hombres en la cabeza y en el pecho.

-Paso a paso voy, sembrando esperanza. No sé dónde iré a parar. Voy a algún lugar a formar mi vida.- estábamos llegando, sólo unos pasos más- Cien misterios que aclarar.- estábamos frente a las puertas del refugio, en automático éstas se abrieron- Si esta es mi señal, hoy he de volver- al dar el primer paso adentro en seguida percibimos algo- a reunirme con mi paz..-uno de los líderes de la alianza y del clan de los saqueadores estaba parado frente a nosotros, con la cabeza del jefe de Kattegat en manos.


Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora