Correo del terror.

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-Nuestro trabajo es cuidar, proteger, mantener y honrar el lugar que nuestros antepasados nos heredaron, que construyeron con sangre y sudor por encima de las circunstancias.- el ojiverde contemplaba a lo lejos las tierras lastimadas de Kattegat, deteniéndose en la llamarada que se extendía desde uno de los tejados, dejando un camino de humo que ascendía salvaje al  nuboso cielo que recién amanecía.- Y así será hasta que los dioses nos lo permitan.- Finalizó tomando sus correspondientes armas al lado de los demás hombres de su equipo.

La pequeña _______ sabía que se estaban preparando para pelear y que seguramente esperaban una docena de hombres armados y sádicos dispuestos a llevarse sus tesoros y su comida como las últimas veces.

El lapso de tiempo que tardaron en desembarcar en la arena de su pueblo les pareció una eternidad convertida en un tormento intrigante por lo que fuera que estuviera amenazando a su gente en su ausencia. Rogaban que la guardia armada haya tenido éxito en el combate y que ahora sólo fuera cuestión de recuperar las pérdidas materiales que a decir verdad también les resultaba un problema de supervivencia.

-¡En guardia!- ordenó el líder del grupo de cacería.

_______:

Corrí de vuelta a la Orilla en dirección al gran salón dónde había dejado a Hipo antes de ir a practicar mis tiros. Con los nervios de punta atravesé la puerta divisando a todo el equipo de jinetes reunidos alrededor de la mesa; me acerqué a averiguar el por qué tal maquineo, sólo Patán se percató de mi presencia y se hizo de lado para otorgarme cabida entre su círculo, afortunadamente quedaba al lado del castaño al que estaba buscando.

-Hipo- le susurré para llamar su atención- necesito decirte algo.

Él no respondió, se limitó a seguir viendo lo que tenía entre sus manos. Fue entonces que me detuve a observar lo mismo que todos; un par de pergaminos, uno enrollado en una mano mientras que el otro lo mantenía extendido sobre su mano restante para poder leer su contenido.

Del golpe lo cerró sobre su puño arrugando el papel sin cuidado, alcé la mirada a su semblante colérico sin entender exactamente de qué me había perdido.

-¿Ya nos explicarás qué pasa?- le interrogó Astrid con su habitual postura de jarra.

Hipo la ignoró emprendiendo camino a la salida, fui tras él con la intención de comentarle mi aterradora experiencia en el bosque minutos antes. Al darme la vuelta dejé a la vista mi nuevo arco que colgaba en mi espalda, escuché algunos sonidos de asombro emitidos por los chicos pero sin darle importancia tomé del brazo al vikingo terco en un intento fallido por frenarlo; siguió su camino a paso decidido arrastrándome con él.

-¡Hipo! Por favor escucha, necesito decirte algo importante.

Sin darme cuenta nos habíamos conducido a los establos, él tomó la silla de montar de Chimuelo y se aproximó a él para colocársela. Apreté mi agarre en modo de perplejidad  y exaltada por todas las emociones contenidas en mí me interpuse en medio de él y su dragón.

-¿Podrías escucharme? En verdad es..

-Lo siento, voy de salida.-interrumpió a secas llamando a su dragón para que éste lo esperara en el exterior.

-¿Vas?- respondí escéptica.

-¡Hipo Abadejo III! ¿Qué crees que estás haciendo?- La figura de una rubia enfadada apareció por la puerta.

-No tengo tiempo de esto, Astrid.- esquivó a ambas siguiendo los pasos del furia nocturna- Ahora necesito que se queden y hagan guardia.

-¡Tormenta!- llamó al Nadder que pocos segundos después apareció junto a ella.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora