¿Extintos?

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—D-dioses... — jadeé con la respiración entrecortada.

Jamás había volado tan alto, las espesas nubes chocaban contra mí y se deshacían conforme mi paso, pero aún sentía como si fuera consumida por ella. Al mirar hacia abajo ahogué un grito en lo más profundo de mi garganta pues esperaba encontrarme con el blanquecino cuerpo de Luna, sin embargo me topé con la inesperada sorpresa de que ella no estaba.

—¿Lu-Luna?

Dubitativa acerqué mis manos al espacio entre mis piernas, queriendo corroborar si lo que sentía en ellas era parte de una ilusión. De pronto mis dedos chocaron con la escamosa piel de mi dragón, ahí estaba, la sentía, pero no podía verla.

Traté de ignorar las fuertes ráfagas de viento que hacían que apenas pudiera mantener los ojos abiertos. Miré atrás esperando encontrarme con los barcos y los demás dragones pero fue inútil, no podía ver más allá de las nubes.

Mi respiración se volvía cada vez más agitada, la disminución de oxigeno estaba afectandome de a poco.

No me percaté de cuánto tiempo estuvimos volando, pero por la velocidad a la que íbamos inferí que la distancia había sido larga.

Aterrizamos en una isla desconocida y deshabitada. Apenas sus patas tocaron la arena, Luna se botó totalmente devastada.

¿Pero qué demonios acababa de ocurrir? ¿Cómo es que Luna podía hacer eso? ¿Era algún tipo de camuflaje? ¿Su color blanco se perdía entre el color del cielo?

No me quise detener a pensar en preguntas de las que estaba segura nadie sabía su respuesta, así que sin perder más tiempo me aproximé a Luna.

—Nena. —me agaché acariciando su cabeza— Nena, lo siento mucho. —gruñó en respuesta— No debí dejarte sola, debí haberle pedido los peces a Patán, no debí haber ido a entrenar con Astrid... debí quedarme contigo— dije entre jadeos, recriminándome y sintiéndome realmente mal.

Al volver a tocar su cabeza y bajar mi mano por su espalda sentí una descarga eléctrica en mis dedos. Aquellos toques fueron como un pinchazo directo a mis nervios que de inmediato reaccionaron y me hicieron separarme, mientras que un pequeño rayo de color azul luminoso emanó de su piel y dejó chispas tras él.

—¡Auch!

Soltó nuevamente un pequeño gruñido, y cerró sus ojos. Esperé a que se quedara dormida, pensando en que al menos así podría olvidar el momento en el que vio morir al que sería su hijo. 

Me quedé sentada a su lado mientras miraba al rededor, nada era conocido, ni los barcos ni los dragones se veían al horizonte. Definitivamente Luna nos había alejado, y no tenía ni idea de a dónde.

Acerqué mis manos al agua helada del océano para lavar los restos de sangre que había en ellas. 

Pensé y pensé en cómo regresaríamos a Berk pero no encontraba respuesta, me concentré en que lo primordial era que Luna se tranquilizara, que lo digiriera y posteriormente buscaríamos un camino.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un intenso ardor en mis nudillos. Entre tanta adrenalina no me percaté de que al golpear a esos cazadores también me estaba haciendo daño a mí. Presté  atención al dolor que se extendía hacía mi muñeca y la froté suavemente para suavizar el malestar.

Me recosté agotada junto a Luna. Me hubiera gustado poder conciliar el sueño pero no podía, tenía demasiadas emociones juntas y estaba hecha un manojo de nervios.

De pronto Luna se arrastró a la orilla con debilidad para tomar un poco de agua del mar.

—No Luna, te conseguiré agua limpia.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora