Distracción

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Recargué mi espalda sobre la madera de la pared del barco, hasta el fondo de un grupo grande de hombres sudorosos y bulliciosos. Dentro de mí sentí nauseas y no me importó el no disimular mi expresión de desagrado y repugnancia al observar a aquellos mismo cazadores jugar con la cabeza del segundo líder cazador que solía ser socio de Viggo.

Aventaban la extremidad sin menor cuidado y la usaban como si de un balón se tratase

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Aventaban la extremidad sin menor cuidado y la usaban como si de un balón se tratase. Sangre chorreaba aún del cuello y manchaba parte de la cubierta.

Desde detrás de aquél desagradable grupo apareció una brillante cabellera rubia que poco a poco se abría paso para acercarse a mí. Permanecí sentada con la vista en el sujeto que intentaba eludir el juego de nuestros compañeros.

Una vez que estuvo enfrente a mí se detuvo y metió las manos en los bolsillo de su pantalón en una actitud relajada.

—Buen trabajo, bichito —dijo con la sombra de una sonrisa.

Parpadeé un par de veces para digerir el cumplido, mas mi semblante adusto no cambió.

—Igual —respondí a secas.

—Pudo haber salido mejor, pero... —suspiró— no me quejo —finalizó con la vista en el horizonte.

Declan permaneció de pie con los brazos cómodamente recargados en la batayola(1) del barco mientras miraba el paisaje oceánico. 

—¿Disculpa? —enarqué una ceja a la defensiva.

—Ya sabes, de no ser por tu arco no serías la guerrera que todos creen que eres.

—¡Oh! Parece que olvidé en qué momento pedí tu opinión.

—Ese es tu problema, _______ —dijo volteándose a mí y sentándose a mi costado—. No te permites aprender de lo que otros te dicen.

—¡Claro! Es que lo que específicamente tú me dices son nada más que críticas constructivas —espeté con sarcasmo.

—No, de hecho no —respondió sencillo—. Sí pretendo joderte.

—Y eso se te da bastante bien. —rodé los ojos y volví mi vista al desagradable juego. 

El rubio se percató de mi semblante contrariado y miró hacia la misma dirección. De pronto una descarada risa salió de su garganta debido al espectáculo.

—Acostúmbrate. Estas personas son como animales.

Lo miré por el rabillo de mi ojo y esbocé una pequeña sonrisa bribona.

—Lo sé. Incluso ya voy aprendiendo a hablar su mismo idioma. ¿O tú cómo crees que me comunico contigo? —me mofé.

—Qué graciosa —musitó y puso los ojos en blanco.

—Tú fuiste quién vino a molestarme hasta esta parte del barco. Abstente a las consecuencias.

—Era eso o unirme a ellos —resopló y con su cabeza señaló a los cazadores que continuaban usando la cabeza cercenada como pelota—. Mi padre cree que deberíamos acabar con nuestras diferencias —comentó.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora