En la danza y en los sueños

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_______:

Para cuando cayó la noche, Berk estaba lleno de adornos, comida y música. Y yo aún no decidía qué ropa utilizar para la ocasión.

—No tienes que darme más de tu ropa, puedo usar lo mismo y modificarlo.

—No me molesta, es más, me gusta ver como la transformas en algo más bonito y a tu estilo. —Astrid se sentó en su cama viéndome caminar de un lado a otro.

Después de un rato de estar checando prendas y hacerles modificaciones, al fin quedó listo. Agradezco que en Kattegat nos enseñaran costura como actividad recreativa, aún cuando también se hacía una necesidad.

Confeccioné un conjunto negro y café de manga larga, similar a mi blusa, acompañado de una capa azul que Astrid me obsequió.

—Debo admitirlo chica, tienes talento. —Astrid acomodó un mechón de mi cabello para que luciera una trenza más despeinada de lo normal— Pero aún no estás lista, falta algo.

De un cajón sacó un bote que contenía pintura roja y otro con pintura azul. Tomó un poco con sus dedos y manchó mi cara dibujando un patrón.

—Ahora si, vamos a divertirnos.

Hipo:

Luego de una ardua búsqueda fallida, me decidí a fabricar yo mismo el regalo para mi papá: una capa hecha con escamas de látigo afilado que Cizalladura desechó y yo aproveché.

A él le encantó, incluso no se la quitó desde que se la dí.

La fiesta de cumpleaños de mi padre apenas daba inicio. Me hallaba sentado a solas tomando cerveza cuando vi llegar a Heather, Patán y Patapez, todos vestidos con sus capas de gala, tomándose muy en serio el cumpleaños del jefe. Luego llegaron Tacio y Tilda... Aún me faltaban dos más.

Todos se sentaron conmigo a platicar de cosas triviales. Heather me mandaba repentinas miradas de desasosiego, y aunque sabía la razón de ello le dejé en claro que esta noche no había mucho que pudiera hacer al respecto, sería cuestión de tiempo para pensar en todos los aspectos posibles y formular un plan.

Pasó un rato más para que, por la puerta del gran salón, entrarán _______ y Astrid

¡Wow! Se veía realmente hermosa.

Ambas tardaron en encontrarnos con la mirada, mientras tanto yo aproveché para escudriñar con detenimiento a cierta castaña que capturó la atención de muchos de los presentes, incluyéndome. Apenas visualizaron al grupo se acercaron.

—Mademoiselle, luce encantadora -atacó Patán, haciendo una reverencia hacia _______.

—Basta Patán, o nos hundiremos con tu baba —dijo Brutilda.

La agobiada chica saludó a uno por uno hasta llegar a mí. En cuanto se acercó, percibí un olor muy similar al de la Pulsatilla(1), me incliné un poco más para apreciar los detalles que pintaban en su rostro y me detuve en sus abrumadores ojos que inevitablemente me hicieron sentir nervioso.

—Ho-hola —balbuceé.

¡Tonto Hipo, compórtate!

Ella tomó asiento en un extremo de la mesa, frente a mí. Dejé que pasara un rato para poder acostumbrarme a su presencia antes de entablar una conversación.

No comprendía el efecto que estaba causando en mí... Bueno, quizá si lo hacía. Pero carajo, era muy pronto.

Trataba de convencerme que sólo me sentía intrigado, que no era especial, sino misteriosa, diferente. Todo ello se desechó en automático cuando me descubrí a mí mismo mirándola detenidamente, disfrutando verla sonreír.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora