Confrontación

643 81 20
                                    


_______:

Cuando desperté, de inmediato ansié no haberlo hecho. La cabeza me zumbaba de una manera terrible y casi insoportable, tenía las piernas y los brazos entumecidos, sentía demasiado ardor en la garganta como si un montón de espinas me desgarraran por dentro, mi pómulo dolía y, por si todo lo anterior fuera poco, mi costado izquierdo pedía auxilio a gritos.

Tenía la vista borrosa, por lo que me tomó unos momentos enfocar y ver correctamente. Intenté removerme un poco, lo cual me costaba y dolía. Todo mi cuerpo estaba magullado y mi mente esta hecha un embrollo. No fue hasta después de unos minutos que pude ser consciente de en dónde estaba, pero eso no ayudó a esclarecer mis dudas.

Al mirar a un lado, me encontré con Declan, dormido en una posición bastante incómoda en una silla ubicada al rincón de la habitación. Los rayos de sol que se filtraban por la ventana chocaban contra su cabello, iluminándolo a tal punto en que este lucía blanco.

¡Jack!

Me removí nuevamente, sin embargo no tenía las fuerzas para levantarme. Abrí la boca para hablar, pero de ella no salió más que un horroroso graznido que me alteró los nervios; no tenía voz, y el solo intentar emitir algún sonido me quemaba la garganta.

Me sentía asustada, y sobre todo confundida. Quería respuestas, pero a la vez no quería saber nada; tenía tantos deseos de poder estar en calma y que nada más pasara conmigo al menos por un día.

¿Es mucho pedir?

Estiré mi brazo hacia la mesita al lado de la cama y, accidentalmente, golpeé un recipiente metálico que cayó al suelo y provocó un molesto sonido. Empuñé los ojos debido al impacto que ese estruendo tuvo en mi adolorida cabeza.

—¿_______? —musitó Declan, adormilado— ¡_______!

Rápidamente se acercó y se sentó en la cama, a mi lado. 

Nuevamente intenté hablar, pero mi garganta parecía cerrarse más y más hasta hacerme sentir asfixiada.

—No, no —dijo Declan—. No te esfuerces, aún estás muy inflamada. No te muevas, ya vuelvo.

Declan salió de la habitación. En la espera de su regreso, hice lo posible por recordar lo que había pasado, y aunque mi memoria estaba bien, aún había escenas borrosas que ni siquiera en aquel momento pude aclarar. Declan volvió al cabo de cinco minutos con una taza de gran tamaño.

—Tómate esto.

Tomé la taza y la abracé con mis dedos, disfrutando de la calidez. Reconocí rápidamente el olor amargo que emanaba y torcí la comisura de mis labios para agradecerle al Gallagher. Di el primer trago e hice un puchero por el mal sabor y la molestia que me provocó al tragar.

—¿Te duele? —preguntó, suavemente.

Asentí, sintiendo mis ojos escocerse. Sentía tantas ganas de llorar que no me preocupé por reprimirlo, tanto por el dolor como por una sensación de profunda tristeza que comenzaba a arrastrarme.

Declan se talló la cara con las manos y resopló.

—Tómatelo todo. Sé que sabe horrible pero verás que te ayudará a desinflamar y a relajarte un poco.

Enarqué un ceja y le di una mirada sardónica. 

La temperatura de la infusión era la adecuada para beberla sin quemarme, así que, sin detenerme a pensar mucho en su sabor, di varios sorbos. Poco a poco, el calor me ayudó a sentir mi garganta con menos ardor, así que me animé a hablar.

—¿Qué... pasó? —dije apenas en un ronco suspiro.

—¡Dímelo tú! ¿Qué carajos fue lo que le dijiste a Jack? ¿Por qué se fue sobre de ti? —respondió, ligeramente conmocionado.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora