La Taberna de Nadie

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Coloqué mis manos en mi estómago para recuperar el aliento mientras las carcajadas seguían brotando de mi garganta. Volví la mirada divertida a Heather quien bailaba con un chico que aparentemente la intentaba flirtear. El pobre zagal bailaba tanto como una oveja, por lo que la situación era un incómodo, y a su vez gracioso, vaivén de pisotones 

A lo lejos mi amiga azabache me buscó con la vista y me dedicó una mirada de lástima debido a su situación, mas yo no pude evitar responder el gesto con una sonrisa burlona.

Al cabo de unos minutos su danza finalizó y Heather se zafó de aquél individuo como pudo.

—¡Dioses! Me había parecido lindo hasta que dejó sus botas clavadas en mi pie —se quejó cuando tomó asiento y comenzó a tallar sus extremidades.

—Pues a mi parecer no era lo único que te quería clavar —comenté perversamente con la misma sonrisa.

La azabache soltó una ruidosa carcajada que se perdía entre el bullicio de la gente.

—Venga, si lo hace como baila no quiero tener nada que ver.

Imité su risa para luego cambiar el tema.

—Jack ya está tardándose con las bebidas, iré a verlo.

Caminé entre el gentío y me abrí paso hasta llegar a la barra en donde no tardé en visualizar a mi amigo platicando de forma amena con el cantinero.

—¡Hey! —saludó él al verme llegar— Ven, te presento a Hans, amigo nuestro.

El hombre, que no lucía mayor a treinta años, me otorgó una amable sonrisa y extendió su mano hacía mí a modo de saludo. Respondí su gesto de forma amable.

—Un gusto conocer finalmente a la princesa de Vanaheim —mencionó con sus ojos miel en mí.

—¿Cómo dices? —pregunté ligeramente consternada.

El pelirrojo volvió su mirada a un tarro que estaba limpiando para dar paso a su explicación.

El pelirrojo volvió su mirada a un tarro que estaba limpiando para dar paso a su explicación

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—Así es como te conocen en las demás bases. —me dio una mirada de soslayo y continuó— Eres famosa. Pero casi no pude reconocerte sin tu arco.

—Uh. —rodeé los ojos—¿Princesa? ¿En serio?

—He escuchado otros.

—Igual yo —añadió el albino.

—Princesa de Vanaheim, La jinete cazadora... —listó el tabernero.

—La arquera de Viggo —completó Jack—, La sobreviviente de Kattegat.

—Hasta que estoy de acuerdo en alguno —mencioné fingiendo egolatría.

—¡Hans, basta de charla! Ve por las botellas de reserva a la bodega —ordenó un hombre viejo muy similar al pelirrojo, por lo que rápidamente intuí que se trataba de su padre.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora