Regalos

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Desperté desorientada, asqueada y con la cabeza palpitándome de dolor. Con esfuerzo y sin ganas, me levanté para despabilarme, pues sabía que debía ir al entrenamiento.

Creía que la resaca sería aún más intensa, pero ya que no fue así, no podía quejarme mucho al respecto.

Desde las escaleras, pude escuchar las voces de mis amigos. Me paré en el umbral de la puerta y desde allí observé la amargura con la que los dos individuos habían despertado.

—Buenos días, Bichito —saludó Declan al fondo del cuarto, quien lucía divertido por nuestro aspecto y condición—. ¿Té?

Asentí y tomé la taza que me ofreció, esperando que de esta saliera un olor amargo por la costumbre a su infusión de hiervas. Sin embargo, el aroma que desprendía aquel té era ligero y dulce.

Al voltear hacia la cama, se me escapó una pequeña risa por la postura de Heather; estaba recostada en la orilla, con una pierna y un brazo colgando y el otro tapándole la cara de la luz. De no ser porque ya la había escuchado hablar, diría que estaba profundamente dormida. Jack se encontraba sentado en una esquina, frotándose la cara con una mano mientras bostezaba.

Me acerqué a Heather y le quité el brazo del rostro. Ella se quejó.

—¡Anímate! Entre peor te sientas, es porque mejor estuvo la noche. Ustedes querían divertirse, ¿no?

—¡Y sí que se estaban divirtiendo! —exclamó Declan— No soy de los que cobran favores, pero para la próxima vez al menos inviten a su curandero.

Aquel comentario hizo sonreír a Heather.

—Considéralo un hecho —dijo Jack, sin mirarlo e intentando poner en orden su cabello.

—Heather, levántate; vamos a que te laves la cara.

La azabache negó con un gemido.

—Anda, ve —agregó Jack—. Te caerá bien el agua.

Luego de unos minutos más de insistencia, logré sacar a Heather de la cama y ambas fuimos al baño de Declan. Apenas estuvimos a solas, ya no soporté tener que lidiar con la curiosidad.

—Quiero que me lo cuentes todo —comencé, ligeramente emocionada—. ¿Lo hicieron anoche?

Ella bajó la mirada y sonrió a medias.

—Ojalá, pero no. Me quedé dormida.

Fruncí los labios y la miré, enternecida

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Fruncí los labios y la miré, enternecida. Le di un rápido abrazo y procedí a lavar mi cara, siendo seguida por Heather.

—¿Crees que esté arrepentido? —dijo, luego de un par de suspiros.

—Eso ya deberías saberlo tú; lo conoces perfectamente. Y aún si no fuera así, ¿qué te dice tu corazón?

Ella torció la boca mientras pensaba.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora