Los estragos de una pesadilla

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En momentos de incómoda tensión, hasta el centro de la flama de una candela parecía un excelente punto para fijar la mirada. Pensó que quizá observándola durante una determinada cantidad de segundos su calidez lo abrazaría y le daría un poco de consuelo.

Su mente no dejaba de darle vueltas al mismo asunto. Y tal vez si su hermana no estuviera tan resentida con él, habría podido tener un poco de claridad con su agobiante dilema. No paraba de preguntarse por qué los dioses lo habían condenado de esa manera, pues fuese bendición o maldición la suya, el factor común estaba en la insatisfacción.

Para distraerse de sus propios pensamientos, se animó a hablarle a la castaña frente a él.

—¿Quieres? —dijo poniendo en alto la clementina que estaba por comerse.

_______ rodó los ojos y desvió la mirada, notablemente molesta.

Le preocupaba que su actitud fuese un reflejo del estrés acumulado dentro de esa casa. Y él la entendía. No podía culparla por actuar a la defensiva cuando tenía que vivir bajo el mismo techo que su padre.

Se tomó la libertad de mirarla fijamente, hasta que a ella le incomodó y la hizo cabrearse aún más.

—¿Qué, Nick? —le reclamó.

—Que te amo.

El corazón de la castaña se apachurró, pues sabía que él no jugaba con ese tipo de palabras, y aunque siempre se las dijera a ella, no le parecía justo que las usara en momentos así.

—Las cosas no se arreglan con un <<Te amo>> —respondió amargamente.

—No estoy intentando arreglar nada.

Los ojos miel se abrieron y le dedicaron una mirada fulminante. El pelirrojo no hizo más que observarla atentamente, ateniéndose a la discusión que se avecinaba.

—Entonces no te importa lo que mamá y yo sintamos.

Nick suspiró y echó el cuerpo hacia atrás hasta quedar completamente recargado en la silla.

—Ya no eres una niña —musitó.

—¡Entonces deja de tratarme como a una! —respondió ella mientras se ponía de pie y provocaba que su silla se arrastrara hacia atrás—. Lo único que quiero es sinceridad, porque al parecer, el que ya no desaparezcas es mucho pedir para ti.

El pelirrojo concentró su mirada en su plato y agradeció que sus padres no se encontraran en casa para así poder tener la privacidad suficiente para sostener el tema sin la preocupación de que alguno de sus progenitores interviniera, especialmente su padre. Pensó que tal vez eso ayudó también a que su hermana finalmente comenzara a descargar todo lo que llevaba guardándose.

Nick era perfectamente consciente del daño que les estaba haciendo con su ausencia, ya que cada vez que se iba por más tiempo de la cuenta, su borracho padre aprovechaba para agredir a su madre y amenazar a _______ con hacerle lo mismo. El varón no podía dejar de reprocharse lo egoísta que era por intentar evadir su realidad para poder vivir una efímera fantasía al lado de su amada.

Recurrentemente se cuestionaba si aquel amor imposible valía el que su familia pasara por eso. Más de una vez se encontró dividido entre la parte que le decía que debía fajarse los pantalones y responsabilizarse de su papel de hermano e hijo protector, y la parte que le recordaba que también merecía ser feliz.

Sea como fuere, Nick optó por guardarse su secreto por un tiempo más, pues la posición en la que su hermana se encontraba le advertía que nada bueno podría salir de ahí. Se odió tanto por estarle fallando de esa manera. Y es que aún le costaba entender por qué la culpa lo consumía tanto como para incluso tener que ocultárselo a la persona más valiosa que tenía, aquella que nació para iluminar su vida y para enseñarle el amor más puro de todos.

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora