#44 Clothes

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Los zombies prácticamente dificultan la entrada de luz a la tienda, mientras golpean los vidrios y se empujan unos a otros pero son incapaces, por el momento, de romper los cristales o derribar la puerta.

-Pancho: Bueno, por lo menos estamos a salvo

-Flaco: Claro. Así se sienten los presos sin preocupaciones por la inseguridad

-Pancho: Por supuesto, siempre positivo

-Flaco: Ser positivo no va a mejorar el mundo

-Martin: Dejemos los dilemas existenciales para otro momento

Gonzalo se acerca lentamente a la puerta, ante la mirada de los demás. Se queda allí, de pie, escuchando los gemidos y los golpes al otro lado.

-Gonzalo: Oigan, tiene razón. Estamos atrapados. Pero no se pueden meter.

-Martin: Bien, eso nos da algo de tiempo. De todas formas tenemos que ver cómo salir. No tenemos comida y no vamos a vivir acá adentro.

-Gonzalo: ¿Alguien tiene una idea de cómo vamos a salir?

-Flaco: Hey, gordo. Mira esa mujer maniquí.

-Pancho: Si vas a hacer chistes de maniquís…tengo una buena lista.

-Flaco: No, no. Así es como vamos a salir.

-Pancho: ¿Con una mina de plástico?

-Flaco: Vos haceme caso. Ustedes dos, a las puertas.

 Gonzalo y Martin se colocan en la puerta, comprobando la estabilidad de la barricada. Mientras, el Flaco y Pancho comienzan a reunir maniquíes en el centro de la tienda. De los estantes y exhibidores toman la ropa con los colores más estridentes y visten a los muñecos con ellas. En pocos minutos logran acomodar cinco de ellos y colocarlos en un semicírculo.

-Martin: ¿Se supone que van a creer que somos nosotros?

-Flaco: No. Yo jamás me vestiría así. Posiblemente no se den cuenta hasta que entren en estampida.

-Pancho: En el ínterin, salimos corriendo a la calle.

-Flaco: Recuerden que tenemos que ser rápidos y no frenar. Quiero ser claro: si pasa algo, sigan corriendo. Lamentablemente.

-Martin: ¿Qué estás diciendo?

-Pancho: Esto ya ha pasado y la experiencia dice que hay que seguir. La calle puede o no estar hasta las manos. Pero corran y no se dejen atrapar.

-Flaco: Somos un grupo. Pero yo no les pido que se maten si estoy perdido y que sigan adelante.

-Gonzalo: Es duro, chicos. Preferiría quedarme dentro si es peligroso.

-Martin: Es peligroso, Gonzalo. Ellos tienen razón. Es sobrevivir. Si no lo hacemos, gracias por todo.

-Pancho: Supongo que podemos tomarnos un minuto antes de hacerlo.

-Flaco: Cosas que dijo tu novia en la primera cita.

El Flaco alza la mano y la choca con Martin.

-Pancho: Basta, no es momento.

-Martin: Otra cosa que dijo su novia.

Todos ríen a costa de Pancho, quien se termina sumando a las burlas. Se dan las manos y terminan de poner todo en orden.
Martin y Gonzalo comienzan lentamente a correr las cosas más pesadas, aunque sin permitir que las puertas sucumban. Pancho corre un escritorio y lo coloca a varios metros de la entrada: allí se guarecerán.
Desde la puerta a los maniquíes hay un enorme trecho despejado, flanqueado por el escritorio y los exhibidores y percheros, que llevan directamente a los maniquíes.

-Gonzalo: ¿Todos listos?

-Pancho: A las tres, tiren todo de una patada.

-Martin: Bien. ¿Dónde está el Flaco?

-Pancho: ¡Por allá!

-Flaco: Estoy bien.

-Pancho: ¿Qué estabas haciendo? (mira hacia arriba y nota una pequeña humareda) Ah.

-Flaco: Hice un pequeño incendio en un tacho de basura.

-Martin: ¿Porque hiciste eso?

-Flaco: Para que los atraiga la luz y el ruido. ¡Cuidado!

Los zombies consiguen empujar la puerta y la barricada se desmorona. Gonzalo salta por entre los restos y cae junto a ellos, detrás del escritorio. Las dos primeras filas de zombies caen al suelo y son pisoteados por los demás. El resto ingresa directamente hacia los maniquíes. Primero tratan de atacarlos, los derriban y les quitan pedazos, para luego dirigirse al incendio y comprobar que era ese ruido.
El grupo mira sigilosamente por encima del escritorio, notando que los zombies no terminan de ingresar y la tienda comienza a llenarse con ellos.

-Martin: (susurrando) Creo que no pensamos en esto.

-Flaco: ¿Ves algo en la calle?

-Martin: No. Quiero decir, parece despejada. ¿Pero qué pasa con todos los que entran?

-Pancho: Deben estar atorados ahí. Tenemos que hacer que se muevan.

-Gonzalo: ¿Y cómo vamos a hacer eso?

-Flaco: Tengo una idea. Nos vemos afuera.

-Pancho: ¡Flaco! ¡No!

El Flaco se levanta y corre hacia el fondo de la tienda, seguido por Pancho. Ambos comienzan a aplaudir y tirar cosas al suelo, captando la atención de los zombies que comienzan lentamente a ir hacia ellos, llevándose puestos los exhibidores y percheros.
Gonzalo y Martin salen del escritorio y golpean a dos zombies y logran salir.

-Martin: ¡Muchachos! ¡Vamos!

-Flaco: ¡Corre!

Salen corriendo, esquivando manos y dientes y cuerpos que se abalanzan sobre ellos, intentando capturarlos. En su huida arrojan varios maniquíes contra la horda y logran detener su avance.

-Gonzalo: ¿Están bien?

-Pancho: Mejor que nunca. ¿A dónde vamos ahora?

-Flaco: Huy, la puta madre.

-Martin: ¡Para el otro lado!

Pronto ven que la cuadra frente a ellos comienza a llenarse con zombies y corren en dirección contraria, coincidiendo con la salida de más caminantes de la tienda de ropa. Forman una fila en la corrida y pasan cerca de las paredes de las casas para evitarlos.
Cuando llegan a la esquina ven más zombies que vienen por ambos lados y no encuentran una salida clara. De repente, escuchan una frenada y el ruido de un motor. Es una camioneta F-100, blanca y desgastada que intenta maniobrar. Corren en su dirección y saltan en su caja. Observan a dos personas en su interior que los ven y luego observan a los zombies. Aceleran y se alejan de allí.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora