#46 University

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Pancho se acerca al Flaco, que está sentando en el techo de un viejo Peugeot 404 blanco, sin ruedas y destartalados. El sol comienza a subir y a iluminar los edificios muertos de la ciudad.

-Pancho: Hey, ¿estabas despierto?

-Flaco: Si. Digamos que no es muy cómodo ahí atrás.

-Pancho: Yo tampoco dormí bien.

-Flaco: Tus ronquidos decían otra cosa

-Pancho: Quiero decir que por una vez desearía poder sentarnos. Así como ahora. Dejar de correr de un lado a otro. Extraño nuestra casa. También el campo.

-Flaco: Yo también. Pero esto es lo que hay ahora. No tengo muchas ganas de hacer esto. Pero, si sale bien, podemos vivir acá. No es el Sheraton. De hecho esta por allá.

-Pancho: Entiendo lo que decís. A veces pienso en Sabrina. ¿Seguirá viva? ¿Ella pensara en mí? A veces…a veces tengo ganas de dejar todo y salir a buscarla. Aunque su padre me cague a tiros. ¿Vos pensas en Chechu?

-Flaco: No (se levanta y se baja del techo) Porque no podes preocuparte por los que no están.

A metros de donde cenaron la noche anterior, la camioneta esta estacionada junto con una combi también blanca con las puertas traseras abiertas.

-Joaco: Ah! Llegaron los que faltaban. Pensé que se habían escapado.

-Flaco: Claro que no. Vinimos a desayunar.

-Joaco: No hay nada de eso. Tenemos que salir enseguida.

-Flaco: ¿Ni siquiera una medialuna? No se cómo esperan que viajemos así.

-Gabriela: Déjense de pavadas, ¿quieren? A ver. Joaco, el Flaco, Pancho, Mauro y yo vamos a Campo de Mayo.

-Martin: ¿Acaso van a dividir nuestro grupo?

-Gonzalo: ¿No confían en nosotros?

-Joaco: No. Perdonen, no es nada contra ustedes. Pero necesitamos seguridad de que no van a robarnos los autos o algo.

-Martin: ¿Y cómo quieren que ayudemos si no creen en nosotros? ¿Vamos a ir desarmados?

-Gabriela: Ustedes aceptaron, lo lamento. Además, si quieren seguir comiendo y durmiendo acá, más vale que nos hagan caso.

-Flaco: Gente, vamos a terminar con esto. Nosotros vamos a Campo de Mayo y ustedes hagan lo que les dicen.

-Pancho: Lo prometimos. Además, espero que podamos trabajar juntos desde ahora.

-Joaco: Andando.

Suben a la camioneta que maneja Joaco. Después de algunos intentos logran encenderla y parten nuevamente a la ciudad. El grupo encuentra mochilas y varios palos y fierros ubicados en el piso.

-Pancho: Cuantos objetos contundentes…

-Flaco: Es como ir a ver futbol.

Abandonan el perímetro de la reserva y se internan en la ciudad. Parece despejada y por las calles los caminantes escasean, aunque su presencia parece impregnar el aire con el aroma del peligro y la muerte. Hay cuerpos en descomposición y numerosos choques con pedazos de personas podridos por doquier, manchones de sangre seca que ni siquiera las lluvias logran quitar y polvo cubriéndolo casi todo.
Joaco maneja a unos 30 kilómetros por hora y tiene toda la calle para él solo. A pesar de ir en una misión complicada en medio de la ciudad, pueden relajarse y disfrutar lo que queda del bello paisaje de la París de América.

-Mauro: ¿Por qué frenamos?

-Joaco: Esta porquería se apagó (golpea violentamente el volante)

-Gabriela: ¿Dónde estamos?

-Flaco: No estoy seguro. Básicamente porque no tengo ni idea de las calles de Buenos Aires.

-Pancho: Hey, miren.

Pancho señala a través de los vidrios de las ventanas traseras. Se ven al menos diez caminantes acercándose lentamente y media docena en los alrededores, rondando las calles y las veredas.

-Joaco: Bueno. Cierren todo y llévense las mochilas. Vamos a ver dónde podemos pasar la noche.

El grupo saca todo lo valioso de la camioneta y cierran con la llave todas las puertas. Se alejan caminando rápidamente, sin rumbo fijo.

-Mauro: ¿Dónde vamos ahora?

-Joaco: Tiene que haber alguna casa por acá, donde podamos meternos.

-Flaco: ¿Y qué dicen de ir ahí?

-Pancho: Es grande y sólida. Además tiene rejas.

-Gabriela: A lo mejor hay comida y donde dormir.

Los cinco corren y trepan de a uno en uno un pequeño enrejado que rodea a la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Recorren el perímetro e intentan forzar las puertas, pero no lo logran. Finalmente se trepan a una de las ventanas y destruyen las persianas con los palos, llevando consigo las maderas. Ingresan a un aula y recorren los pasillos vacíos, sucios y desordenados. Hacen ruido, intentando llamar la atención de algún ocupante escondido, pero reina la nada. Casi todo lo saqueable ha sido robado y solo logran encontrar una vieja máquina de café. Usan las maderas, algunas mesas y libros para encender una fogata y calentar el café.

-Joaco: Bueno. Hasta el fondo.

-Flaco: Tómenlo ustedes. Si no se quedan ciegos me avisan.

-Pancho: No puede ser tan malo (bebe un sorbo y lo escupe) ¡Pero que porquería!

-Gabriela: Bueno, algo es algo. Como mucho podemos usarlo para matar a los caminantes.

-Joaco: (toma un trago) Puaj. Si mañana seguimos vivos, salimos a primera hora.

-Flaco: Si..salir. Estoy seguro que no se les ocurrió lo de Campo de Mayo en el momento en que nos vieron, ¿no?

-Gabriela: No. Realmente lo veníamos manejando hace tiempo. Pero no podíamos hacerlo. Esto es lo más lejos que hemos ido en mucho tiempo.

-Joaco: Y a veces los viajes se complican y no queremos preocupar a los demás. O dejarlos solos mucho tiempo.

-Flaco: ¿Tuvieron problemas con la gente?

-Joaco: Una vez. Cuando vivíamos en Puerto Madero. Rescatamos a un tipo de cinco o seis de esos podridos. Estaba a punto de morir y muerto de hambre.

-Mauro: Le dimos de todo. Salíamos a buscarle agua y lo que necesitara. Realmente parecía un buen tipo.

-Pancho: ¿Y qué paso?

-Mauro: Una noche se levantó sin que nos diéramos cuenta. Tomo a la hija de Enrique y nos amenazó. Le entregamos casi todo lo que teníamos y se fue.

-Gabriela: No sin antes dejar entrar zombies adentro del edificio.

-Joaco: Tuvimos que escondernos en el sótano.

-Flaco: Y ahí se fueron a la reserva.

-Gabriela: Exactamente.

 -Pancho: ¿Alguna vez mataron a alguien?

Gabriela y Joaco se miran entre ellos, pero sin decir nada.

-Mauro: Si, al tipo que nos robó. Lo encontramos dos semanas después.

-Gabriela: ¿Ustedes mataron gente?

-Flaco: Si.

-Joaco: ¿Se lo merecía?

-Flaco: Intentaron matarnos. Y mataron a varios de los nuestros.

-Joaco: Lo siento. ¿Por eso vinieron a capital?

-Pancho: Nos incendiaron nuestro refugio y nos fuimos.

-Gabriela: Todos tenemos historias detrás. Hemos perdido seres queridos. Pero si logramos llegar a Campo de Mayo, seguro podemos vivir bien en la reserva.

-Joaco: ¿Están con nosotros, verdad?

-Flaco: Si. Queremos vivir tranquilos.

-Pancho: Todos los de nuestro grupo.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora