Los cuatro corrieron por el pasillo y regresaron por donde entraron. Pensaron el volver a saltar la medianera, pero los ruidos por detrás de ellos los hicieron arrojarse detrás de unas chapas en el jardín. Desde allí vieron como decenas de guardias salían de la casa y recorrían todo con linternas, iluminando el patio y todo sobre sus cabezas, pero sin ser vistos.
-Flaco: ¿Para dónde quedan las lanchas?
-Natalia: Por allá. Agáchense lo más que puedan.
Luego de que los guardias abandonaron la zona, salieron de su escondite y se dirigieron a la calle. Caminaron unos pasos por la vereda, pero vieron venir varios autos por la calle y volvieron a esconderse detrás de unas bolsas de basura.
-Pancho: ¿Cómo se pueden haber dado cuenta tan rápido de lo que pasó con Alejandro?
-Natalia: Está todo muy organizado. Pero no me sorprendería si hay gente buscando ser el próximo líder.
-Flaco: Ya se fueron. Te seguimos, Nati.
La calle volvió a estar en silencio y ellos corrieron de vuelta por el asfalto. Algunas de las casas comenzaron a encender las luces y poco a poco la noche se fue iluminando: ya no estaban seguros. Mientras avanzaban, vieron media docena de guardias bajando por la calle y se arrojaron dentro de un callejón, refugiándose en la oscuridad.
-Natalia: No creo que podamos llegar. Eso era un grupo de reservas.
-Flaco: ¿Hasta dónde llega este callejón?
-Natalia: La buena noticia es que atravesamos media ciudad.
-Pancho: ¿Y la mala?
-Natalia: Lo atraviesan varias calles llenas de guardias que nos quieren matar.
-Flaco: Hemos tenido peores noticias.
El callejón serpenteaba entre las casas bajas y patios. Al llegar al final de la cuadra, atravesaban la calle a toda velocidad, escapándose de los guardias y las personas que pasaban por ahí. Finalmente llegaron al final, estando a pocos metros de la costa, pero enfrentándose a una ancha avenida poblada de personas armadas.
Mientras espiaban lo que sucedía, escucharon un fuerte ruido detrás de ellos, que los hizo sobresaltar.
-Martin: ¡Tranquilos! Somos nosotros.
-Gabriela: ¿Están todos bien? Perdón por el desorden.
-Flaco: ¿Ustedes hicieron todo esto?
-Gabriela: ¿Y porque pensaban que había tanto quilombo?
-Flaco: Matamos a Alejandro.
-Martin: ¿En serio? ¿Están seguros?
-Pancho: Lo tiramos a los perros. No puede sobrevivir.
-Natalia: ¿Y ustedes por donde vinieron?
-Gabriela: Por los techos. Fue divertido.
-Martin: Sacando el peligro de muerte. Pero no pudimos llegar a las lanchas.
-Pancho: Creo que ahora tampoco. No podemos atravesar esa calle.
-Natalia: No sin armas.
-Flaco: ¿Las lanchas buenas son aquellas?
-Natalia: Si. Directamente en diagonal. ¿Qué estás pensando?
-Flaco: Si nos quedamos acá, nos van a matar. De una u otra forma van a hacerlo. Tenemos que cruzar esa calle.
-Martin: ¿Tenes chalecos antibalas o estás loco?
-Flaco: ¿Y qué podemos hacer?
-Pancho: Tenemos que pensar otra idea yo....
Antes de que pudieran hablar, el callejón fue iluminado por varias luces apuntando directamente a ellos. Todos se dieron vuelta y vieron que, al final de callejón, otra decena de guardias se acercaban, armados y corriendo.
-Flaco: ¡Vamos!
El Flaco salió corriendo y el resto lo siguió. A media que atravesaron la calle, las personas y guardias que estaban ahí los vieron y comenzaron a gritar. En unos pocos segundos, también comenzaron a disparar. El grupo entero corrió en diagonal, mientras las balas golpeaban el asfalto, la tierra y los edificios a su alrededor. Entraron al muelle de maderas oscuras y podridas a toda velocidad, hasta que se toparon con una de las lanchas.
El Flaco y Natalia tomaron la lona y la arrancaron, dejando que todos los demás saltaran dentro. Entonces, ambos cargaron el rifle y la pistola y respondieron con disparos a cuatro personas que se acercaban, los primeros de una horda de gente intentando matarlos.
Cuando se quedaron sin balas, saltaron a la lancha y se tiraron al piso, junto con los demás. El único de pie era Martin, quien intentaba arrancarla. Tiró varias veces del cordón del motor, sin resultados, hasta que de un tirón el motor diésel arrancó del golpe y también la lancha, haciendo que Martin cayera hacia adelante, golpeando con el volante.
-Martin: ¡Agárrense!
La lancha avanzó varios metros en el agua, pero se detuvo de repente, haciendo que todos fueran hacia adelante. Pronto se dieron cuenta que sucedía: la lancha estaba atada al muelle por una cuerda trenzada.
Bajando por el muelle, más de quince personas corrían hacia ellos, disparando y gritando.
ESTÁS LEYENDO
Survive: A Story of zombies
HorrorAño 2014. Un virus creado por la OTAN durante la guerra fría se desata en África. Los reportes son tan claros como increíbles: los muertos regresan de su estado terminal y atacan a los vivos. A pesar de todo, el Mundial de Brasil se desarrolla no...