#120 Facing you

7 0 0
                                    

Después de dejar a Martin y Gabriela, los tres salieron corriendo por las calles y se infiltraron en el jardín de una casa. Desde allí, fueron saltando de medianera en medianera, corriendo paralelamente a la muralla que dividía su mundo del de los muertos.

Casi veinte minutos de atravesar jardines y jardines pasaron hasta que llegaron al refugio de Alejandro. Los tres saltaron del otro lado y se acercaron hasta la puerta trasera. El lugar estaba oscuro y solitario. Natalia sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta.

-Natalia: No sé dónde tendrá a Luis, pero si nos separamos podemos encontrarlo.

-Flaco: ¿Hay muchas piezas?

-Natalia: Ustedes vayan por aquel lado. Ahí están el comedor donde duerme. Yo voy por este lado, que están sus oficinas. ¿Ok?

-Flaco: Ok. Cuidate.

-Natalia: Ustedes también. Y no te preocupes. Seguro tu hijo está bien.

-Pancho: Gracias. Yo también lo creo.

El Flaco y Pancho caminaron por el pasillo, que terminaba en una puerta de madera solitaria, iluminada por varias velas colgadas del techo.

-Pancho: ¿Qué onda con ella?

-Flaco: ¿Con Nati? Nada. ¿Por? ¿Qué tendría que pasar?

-Pancho: Ah, ¿ahora le decís Nati? Mira vos...

-Flaco: Che, ¿no te parece que estamos en medio de algo bastante importante como para hablar de eso?

-Pancho: ¿Te sonrojaste?

-Flaco: Dale, boludo.

El Flaco abrió la puerta y ambos entraron a una habitación con paredes recubiertas con madera, varios muebles, una pequeña biblioteca y un candelabro iluminando la habitación. En medio de todo había una cuna. Pancho corrió hacia ella y se encontró con Luis, quien lo abrazó fuertemente.

-Pancho: No tenes una idea de lo que te extrañe. Tenemos que regresar a casa.

-Flaco: Pero no literalmente.

-Pancho: Igual no creo que entienda mucho.

-Flaco: Un poco. Pero no debe tener ni idea de lo que pasa.

-Pancho: Es mejor así. Ojalá cuando tenga edad para entender, todo esto haya pasado.

-Flaco: Eso se viene diciendo hace años. Y no justamente por los podridos.

-Pancho: Vamos. Tenemos que encontrar a Natalia.

-Alejandro: Mis guardias la van a encontrar.

Sin que ellos se dieran cuenta, la biblioteca se había abierto y desde ella había aparecido Alejandro, apuntándoles con una pistola.

-Alejandro: Cuando vi gente corriendo y movimiento no sé por qué, pero me imagine que eran ustedes. Realmente no quería que lo fueran, porque tendría que admitir un error. Pero bueno, lo admito. Me equivoque.

-Pancho: Por favor...solamente queremos irnos en paz.

-Alejandro: Y lo van a hacer. Realmente se van a ir. Voy a hacer lo que tuve que haber hecho desde un principio, pero no sé porque dude. Caminen. ¡Caminen les dije!

A punta de pistola, Alejandro los forzó a salir de la habitación, entrando por la puerta secreta de la biblioteca y pasando a un pasillo. Desde allí, caminaron otro largo tramo hasta entrar en una habitación, una bien conocida.

-Alejandro: Párense allá. Bien en el borde.

Pancho, con él bebe en brazos, y el Flaco, se acercaron hasta el borde mismo del agujero oscuro y profundo. Ni bien se asomaron, los perros salieron de su escondite y comenzaron a ladrar mientras ellos se pusieron de espaldas.

-Alejandro: Están felices de verlos. Es un poco tarde para comer, pero nunca está de más.

-Pancho: Por favor...deja vivir a Luis. Mátanos si queres, pero no le hagas nada.

-Alejandro: Eso es lo bueno. Gracias por mencionar eso. Yo no soy un mal tipo, ¿saben? Tampoco lo era antes. Pagaba los impuestos, trabajaba duro, tenía dos hijos y una mina que me amaba. Pero me quitaron todo. Poco a poco, este mundo y la gente me quitó todo. Entonces, cambié. Y decidí que iba a hacer lo que quisiera.

-Flaco: Objetivo cumplido.

-Alejandro: Gracias, pero nunca es objetivo cumplido. Hay muchas cosas que quiero hacer. Como sea, soy un buen tipo. Y padre. Aunque no estén más conmigo, uno lo es toda la vida. Por eso, voy a dejar vivir a tu hijo. Si queres.

-Pancho: ¿Cómo si quiero?

Alejandro levanta su pistola y apunta directamente al Flaco.

-Alejandro: Voy a matar a tu amigo. Bah, en realidad le voy a pegar un tiro en el hombro y hacerlo que caiga, así mis perritos tienen para divertirse. Podes salvar a tu amigo, pero le voy a disparar al pequeño Luisito y tirarlo para abajo.

-Pancho: ¡No podés hacer eso!

-Alejandro: ¿Qué es más valioso para vos? ¿Tu hijo o tu mejor amigo? ¿A quién estas dispuesto a matar? Porque va a ser culpa tuya. ¿Quién muere? Tenes cinco segundos para decidir.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora