La camioneta avanza por un sendero asfaltado con hileras de árboles a ambos lados. El pasto está muy crecido y el cielo despejado. A pesar de lo abandonado, el camino parece limpio y carece de basura y no hay caminantes por ningún lado.
Joaco detiene el vehículo a 200 metros de uno de los portones principales y todos se bajan rápidamente, cargando las mochilas y empuñando sus pistolas y palos.-Joaco: Vamos caminando desde acá, por las dudas.
-Flaco: Tenemos la vía libre de todas formas. ¿Cómo venís de gasoil?
-Joaco: Podemos hacer la mitad del viaje de vuelta con lo que resta, pero no llegaremos sin suministros.
-Gabriela: Seguro hay tanques con combustible por algún lado.
-Mauro: ¿Y si nos robamos un tanque de verdad? Sería una masa.
-Joaco: Por quinta vez, no.
-Flaco: Creo que tendríamos que ir volviendo…
-Pancho: ¿Qué?
De repente se escucha un chirrido y ven a lo lejos el portón abrirse lentamente. No se habían percatado que su estructura estaba fortificada con chapas, pedazos de puertas y alambre de púas. Desde el interior aparecen varias motos que en pocos segundos rodean al grupo.
Los motoqueros visten uniformes militares de camuflaje, tienen unas líneas negras y marrones pintadas en sus caras y utilizan gorras blancas. Tiene rifles y escopetas y apuntan directamente a los cinco. Hacen señas de que los sigan y los arrean puertas adentro, cerrando el portón tras de sí.
Dentro ingresan a un enorme patio con otro sendero asfaltado que va directamente a una construcción de dos pisos, blanca y con techos de tejas y que se extiende monumentalmente frente a ellos. Dos motoqueros se bajan y les quitan las mochilas y todo lo valioso, dejándolas tiradas en el suelo.
Una puerta se abre y emerge una figura. Es un hombre de unos 40-50 años, armado con un FAL y con una boina roja.
-Felipe: Hola, perdonen si los maltrataron. Soy Felipe. Bienvenidos a Campo de Mayo.
-Joaco: No queremos problemas. Vinimos de paso.
-Felipe: Ah!, por favor. Nadie viene acá por casualidad. Ya me imagino que quieren y cómo podemos solucionarlo. Pero vengan. Es costumbre nuestra enseñarles a todos el lugar. Vengan. Síganme.
-Mauro: Con un poco de gasoil estamos eh. No necesitamos ningún tour.
-Felipe: No les pregunte si querían o no. Acompáñenme
Felipe y su escolta los acompañan por el complejo. Primeramente les enseña el depósito en donde tienen una decena de motos, cinco autos y tres camiones del ejército listos para ser usados, además de los tanques con el combustible necesario.
A lo lejos se ve una pista de aterrizaje. Los galpones están cubiertos con enredaderas y se ve gente entrando y saliendo de ellos, cargando baúles y cajas de madera con frutas y latas de conserva.
-Pancho: Es impresionante todo lo que han hecho.
-Felipe: Gracias.
-Flaco: Por cierto, ¿quiénes son?
-Felipe: Somos del Nuevo Regimiento de Patricios. Ocupamos este lugar varios meses después de que todo cayó. Al principio vivíamos en tiendas en la pista de aterrizaje, pero luego que encontramos las armas y municiones, limpiamos todo el predio.
Ingresan en fila hasta el edificio principal. Carece de ventanas, que han sido reemplazadas con tablones hasta la mitad y sabanas.
-Felipe: No presten atención a eso. A pesar de que tenemos el cerco vigilado y reparado, no podemos evitar ser precavidos.
-Mauro: ¿Ahora viven todos acá adentro?
-Felipe: Si, la mayoría. Aunque tenemos barracas muy cómodas y siempre traemos cosas nuevas.
-Joaco: ¿Salen a ser excursiones?
-Felipe: Si. Nos dedicamos al limpiar la ciudad. Habíamos logrado controlar tres cuadras, pero nos dimos cuenta que era un gasto enorme de munición y personal. Hubo accidentes y suspendimos eso por asegurar este lugar y listo.
-Pancho: ¿Cómo está todo? Digo, nosotros hemos recorrido algunos barrios pero, ¿y el gobierno?
-Felipe: Eso se terminó. La presidente murió. Todos los políticos murieron, en realidad.
-Flaco: ¿No hay políticos? Ahora si vamos a ser potencia.
-Gabriela: ¿Qué fue lo que paso?
-Felipe: Lo mismo que sucede siempre: se encierran en un lugar, creen que es seguro. Comienzan las sospechas, recelos, miedos. Y ¡Pum!: un solo infectado y mueren todos. Creo que hasta quisieron evacuarlos a todos a Montevideo, pero el Buquebus se hundió. Fue lo último que oímos.
-Joaco: Entonces, no hay gobierno. Estamos solos.
Luego del recorrido vuelven a salir del edificio. Se encuentran con que su camioneta ha sido remolcada dentro y está siendo cargada por varios soldados, que incluso le colocan gasoil y revisan el motor. Las mochilas aguardan a un costado, con varias latas en su interior.
-Felipe: Bueno, espero que eso sea suficiente. Tienen varias pistolas y un FAL. Además, empacamos tres cajones con comida y uno de munición. Lamento que no puedan quedarse aquí, pero pronto dejaremos entrar familias.
-Joaco: ¿Pronto? Creí que era un refugio para todos. Ósea, los voluntarios.
-Felipe: No, no. Es comprensible. Todos aquí hemos perdido a nuestras familias y estamos solos. No tenemos más nada que perder. Por eso hacemos lo que hacemos sin miedo y con compromiso patriota. Solo esperamos que, en el futuro, podamos asegurar la ciudad para todos los que quieran habitarla.
-Joaco: Ah. Está bien.
-Mauro: Bueno, muchas gracias por todo.
-Felipe: Esperen. ¿No pensaran que todo es gratis?
-Flaco: Claro que no, pero tenemos los precios cuidados de nuestro lado.
-Joaco: No tenemos dinero ni muchas cosas, ¿qué van a pedirnos a cambio?
-Felipe: Un bien necesario para toda la tropa. Se habrán dado cuenta que somos todos hombres. Bueno, es imperioso tener a todos contentos. Y para ello es necesaria cierta diversión.
-Joaco: ¿A dónde vas con esto?
-Flaco: Un telo, según parece.
-Joaco: ¿Qué queres por las cosas?
-Felipe: A cambio de todo lo que les dimos y su vida y compromiso de no regresar, queremos a esa chica.
-Gabriela: ¿¡Qué!?
-Joaco: ¿Mi hermana? ¡Estás loco!
-Felipe: Vamos, por favor. Todos salimos ganando. Incluso puede ser que te guste, flaca. Al principio habrá irritación, pero nada que no se solucione. ¿Sabes? Asaltamos una farmacia, tenemos ungüentos y…
-Joaco: ¡No! Te devolvemos todo. ¡Están enfermos! ¡Déjense de joder!
-Mauro: ¡Nos vamos! ¡Chau! ¡Vamos!
De repente, las tropas los rodean y vuelven a apuntarlos.
-Felipe: Entonces, sino aceptan la oferta de la chica por las cosas, tendré que matarlos. ¿Saben? Pude matarlos desde el principio y listo, pero no, quise ser buena persona y darles algo a cambio. Parece que quedan pocos razonables en este país. ¡Bah! Mátenlos. Menos al hermano. Dejemos que vea como le damos matraca a su hermana. Y después mantenlo también.
Gabriela es capturada por dos hombres y arrastrada por el suelo. Mauro y Joaco intentan alcanzarla, pero son derribados y golpeados hasta caer rendidos. Al Flaco y a Pancho los amordazan y atan sus manos con unos cables. Todos son conducidos dentro del edificio.
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Survive: A Story of zombies
TerrorAño 2014. Un virus creado por la OTAN durante la guerra fría se desata en África. Los reportes son tan claros como increíbles: los muertos regresan de su estado terminal y atacan a los vivos. A pesar de todo, el Mundial de Brasil se desarrolla no...