#121 One or another

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Alejandro bajó el martillo de la pistola y la apretó fuerte, apuntando al hombro derecho del Flaco. A su lado, Pancho sostiene al bebe y mira directamente a la pistola.

-Alejandro: Voy a empezar a contar.

-Pancho: No podés hacer esto....

-Alejandro: Lo estoy haciendo. Y quedan cuatro.

-Pancho: Por favor...

-Flaco: Dale, ¿por qué tantas vueltas?

-Pancho: ¿Eh?

-Flaco: Entrégale al pibe y déjate de joder. Todos saben que soy tu mejor amigo y eso vale más que nada.

-Pancho: Flaco....

-Flaco: Siempre me elegís a mí. No te enojaste conmigo ni cuando le di un beso a tu novia en séptimo grado. O cuando te robé los cajones de cerveza el día del cumpleaños de tu viejo. Así que hacenos un favor a todos y dale él bebe.

-Alejandro: Eso es frio. Inclusive para vos. Les quedan tres.

-Flaco: Es la verdad. Está llenó de minas, a pesar de que hay poca gente. Dios, hasta le podés dar a Natalia. En 9 meses podés tener cinco hijos. Cuida cinco hijos y te vas a olvidar de Luis para siempre. No sé por qué tanto drama.

-Alejandro: Tenes un amigazo, ¿eh? Les quedan dos.

-Pancho: Si, lo es.

-Alejandro: ¿Estas sordo?

-Pancho: Lo hace apropósito, para que sea más fácil hacer que le dispares. Pero no me vas a convencer con eso. Es tan buen amigo que estás dispuesto a entregarse.

-Flaco: Hubiera sido más fácil si me seguías la corriente.

-Pancho: No podés morir por mi culpa. Este tipo nos va a matar igual. Hace lo que quieras, Alejandro.

-Alejandro: Si, lo voy a hacer. Pero necesito una respuesta. Ya no te quedan más segundos. ¿Qué va a ser? ¿Tu amigo o tu hijo?

El Flaco respiró hondo y miró a Pancho. Este abrazó más a Luis y también giró la cabeza para ver al Flaco. Los dos se vieron a los ojos. Posiblemente la primera vez en toda su vida. Si bien se veían todos los días, aun creían ser unos adolescentes, como el primer día en que todo comenzó. Esa época parecía muy lejana, cuando el mundo era un poco más normal. Ya eran otras personas. Habían crecido y lo notaron cuando vieron su reflejo en los ojos del otro.

Pancho asintió y el Flaco le respondió de la misma manera, apretando los labios. Lentamente los dos se volvieron hacia el frente, mirando a Alejandro que seguía apuntando al Flaco. Pancho respiró hondo antes de hablar.

-Pancho: Elijo a....

-Flaco: ¡Ya!

Pancho arrojó a Luis directamente al pecho de Alejandro, quien dio un paso hacia adelante y extendió ambos brazos para atraparlo. En ese mismo momento, dejó caer la pistola. El Flaco salió disparado hacia adelante y se tiró al piso, resbalando hasta conseguir el arma y quedando a los pies de Alejandro. Este levantó su pie derecho y pisó al Flaco en su mano varias veces, intentando que suelte la pistola.

De repente, la puerta se abrió.

-Natalia: ¡Quedate quieto, pelotudo! ¡O te reviento!

Alejandro levantó el pie y se dio vuelta lentamente, quedando frente a Natalia. Pancho se acercó rápidamente y le arrebató a Luis de sus manos.

-Natalia: ¿Están bien?

-Flaco: Me pisoteó todos los dedos el boludo este.

-Alejandro: Fuiste una de las mejores Natalia. Cuando te encontré, no eras nadie. Eras una pendeja cagona que no sabía defenderse, pero yo vi tu potencial. No me imaginé jamás que te ibas a volver un problema, pero jamás pensé en cruzarme con estos tipos. Tuve que haberlos matado el primer día que los vi.

-Flaco: Mala suerte, amigo. ¿Dónde queres el balazo?

-Natalia: Yo quiero darle varios tiros, pero tenemos pocas balas. Y las vamos a necesitar.

-Alejandro: Fría y calculadora como siempre, incluso en un momento limite. Te levantaste a una ganadora, Flaco.

-Pancho: Podríamos usarlo de escudo humano. ¿Tus guardias te dispararían?

-Natalia: No. Pero nos van a matar a todos si salimos con él a la calle. Tengo una mejor idea.

Natalia agarró a Alejandro del cuello y lo empujó hacia adelante, justo hasta el borde del agujero. Debajo, podían escuchar a los perros aullando y arañando las paredes.

-Natalia: Parece que tienen hambre. Pronto van a tener mucho que comer.

-Flaco: Espera. Creo que Pancho debe tener el privilegio. A él le secuestró un hijo.

-Pancho: Paso. Luis y yo vamos a mirar para otro lado. Pero denle una buena por mí.

El Flaco y Natalia se miraron y luego le dieron una patada en el pecho a Alejandro, tirándolo por el agujero y escuchando el impacto de su cuerpo golpeando contra el piso. Después comprobaron las balas que les quedaban en sus armas y se acercaron a Pancho, que esperaba con su hijo debajo del umbral.

Lo último que escucharon cuando cerraron la puerta, fueron los gritos de Alejandro.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora