#29 Infection

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Matías, Martin, Flaco y Pancho recorren una de las calles de tierra del centro de un pequeño pueblo.  El Flaco, Martin y Pancho llevan consigo unas palas y fierros. Matías va armado con una escopeta.

-Flaco: ¿Por qué nosotros andamos con unos palos y vos no?

-Matías: Yo los cubro. Y es para mí seguridad también

-Flaco: No confías en nosotros, pero si te servimos como recolectores

-Matías: Exacto

-Flaco: Por lo menos nos podrías invitar unos vinos, ¿no?

-Martin: O darnos un lugar decente para dormir

-Pancho: O darnos comida

-Matías: Hey, ¿Qué piensan que soy? ¿La caja de quejas?

Caminando alrededor de una vieja fábrica de ladrillos, encuentran rastros de que había sido usada como refugio temporal para el apocalipsis

-Martin: No se emocionen, esto debe estar tirado desde hace meses

Una reja lateral, de repente cede, haciendo aparecer frente a ellos una veintena de zombies

-Matías: ¡Corran!

Rápidamente intentan buscar un lugar para guarecerse, llegando hasta un taller mecánico abandonado con la cortina de hierro levantada. Cuando todos ingresan, Pancho y Martin la bajan entera para evitar que alguno de los bichos ingrese

Los zombies se agolpan contra la cortina de hierro, golpeándola y haciendo presión

-Pancho: Parece que va a resistir. Eso nos va a dar tiempo

La cortina lentamente comienza a zafarse y caer hacia abajo, hasta terminar en el suelo, haciendo caer a los zombies al piso y dejando entrar a los demás por sobre estos

-Flaco: ¡Mira que sos mufa, gordo!

-Martin: ¡Por la ventana!

Martin, mientras corren, toma una llave cruz y la arroja hacia una de las ventanas, destrozándola. Pancho, el Flaco y él, saltan directamente atravesando la ventana. Matías intenta seguirlos, pero cae y queda atrás. 

Los zombies se abalanzan sobre él, Matías intenta agarrar su arma antes de ser mordido, sin embargo el Flaco aparece con un fierro, reventando las cabezas de dos de ellos, tomando a Matías de un brazo y sacándolo de allí.

-Martin: ¿Están bien?

-Flaco: Si. Creo que terminamos por hoy

-Pancho: Rajemos muchachos

Salen por la calle y corren rápidamente, esquivando algunos zombies y escapando lejos de los que intentaban salir por la ventana destrozada

Mientras tanto en la granja, Bautista y Pedro están junto a Alberto, cerca de una alambrada, a un par de hectáreas de la casa principal

-Alberto: Bueno, vayan arrancando

-Bautista: ¿Arrancando?

Alberto le tira un rollo de alambre y un par de pinzas

-Alberto: Tenemos que tener todos y cada uno de estos alambres fuertes y parados. Nos sirven de defensa contra esas cosas. Si las vacas no pueden atravesarlos, menos estos

Romina y Sabrina caminan llevando cada un balde con agua. Llegan hasta una especie de gran corral donde hay cuatro vacas. Ingresan y vuelcan el agua en el bebedero

-Sabrina: Parece que tenían sed

-Romina: Jamás pensé en volver a ver una vaca. ¿Cómo hicieron para no comerlas?

-Sabrina: Teníamos muchas más.  Comimos varios asados, pero la cosa no parece mejorar. Así que mejor ahorrar

-Romina: Acá parece como fuera del mundo. Casi que todo el problema de afuera no paso por este lugar

-Sabrina: Una ventaja de estar aislados durante años. Vamos, terminamos el trabajo por hoy

Lentamente abandonan a las vacas y enfilan hacia la estancia. A lo lejos, observan a Matías y los demás al volviendo al campo 

-Romina: Que suerte que están todos bien

-Sabrina: Si. ¿Qué onda con los chicos de tu grupo?

-Romina: Eh, ¿Cómo?

-Sabrina: Si, digo, alguno es, ya sabes, alguno esta con vos o algo

-Romina: No, no. Apenas nos conocemos. Pasamos cosas difíciles y eso, pero no somos tan íntimos. Pero el más alto, al que le decimos el Flaco, tenía novia y vivía con nosotros

-Sabrina: ¿Falleció?

-Romina: Si. Es complicada la situación en que sucedió. Los demás no creo que estén en nada. No somos tantas mujeres en el mundo, parece

-Sabrina: Es bueno saberlo

Ya en la noche, Tomas y Matías se juntan en el comedor de la estancia, a la luz de las velas. Comen en silencio, evitan mirarse, hasta que rompen el mutis. 

-Matías: Uno de ellos me salvo hoy. Parece que tienen experiencia en buscar cosas. Eso nos vendría bien.

-Tomas: Si. Creo que tenes razón. Son buena gente. Sin duda los necesitamos

-Matías: Exacto. Los necesita…

-Tomas: Matías… ¿estás bien?

Matías cae al suelo, intentando casi gatear. Varias arqueadas y espasmos recorren su cuerpo. Tomas se levanta de la silla y se arrodilla frente a su hijo, quien termina vomitando y cayendo de lado ante la mirada atónita de Tomas.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora