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De repente, una alarma comenzó a sonar en la habitación oscura. Casi inmediatamente un tocadiscos que estaba a los pies de la cama se encendió y el disco con "Las 4 estaciones" de Vivaldi llenó el lugar con su música. Alejandro abrió los ojos y sonrió. Pocos minutos después, varias personas vestidas con trajes entraron. Dos de ellas corrieron las cortinas y dejaron entrar al sol. Otras se encargaron de correr las frazadas y, cuando Alejandro se sentó en la cama, de colocarle las pantuflas en los pies.

Alejandro se levantó y echó a andar por el pasillo. Este estaba decorado con varias pinturas, pisos de madera lustrados e impecables y varias pequeñas lámparas marcaban el camino. Luego de ir al baño, bajo las escaleras hasta el comedor, donde todos sus lacayos lo esperaban de pie junto a sus sillas. Todos en esa habitación tenían suerte. Incluso los mayordomos y cocineros. Eran, posiblemente, los mejores trabajos que se podían hacer y los más prestigiosos, igualados, quizás, con aquellos que defendían todo El Jardín.

-Alejandro: Buen día.

-Todos: Buenos días, señor.

-Alejandro: Siéntense, por favor. Parece que hoy tenemos una linda comida.

Frente a él y al resto había una enorme mesa cuadrada, llena de frutas, panes, tortas, jarras con jugo, café y leche. Los mayordomos iban y venían llenando vasos, colocando comida y limpiando lo que se caía. Alejandro hizo tronar sus dedos y, rápidamente, solo quedó él y su grupo de confianza en la mesa.

-Alejandro: Bueno, ahora que tenemos el estómago lleno, creo que es hora de un poco de trabajo. Paulo, informe de defensas.

-Paulo: Todo tranquilo. Lo único, en el muro este ha habido algunos desprendimientos. Me fije y se han corroído algunos clavos. Necesitamos más.

-Alejandro: Que Daniel te diga quienes son los más aptos del galpón para eso y listo. ¿Tenes los materiales?

-Paulo: No vendrían mal algunos más.

-Alejandro: Entonces llévate un mix con tipos que puedan hacer el trabajo y otros que están molestando.

-Paulo: ¿Los matamos o dejamos que los andantes lo decidan?

-Alejandro: Que decida la suerte. Pero ayúdenla. Ya que estamos, ¿Cómo va la cosa en el galpón?

-Daniel: Se está llenando. Y hay varios que no nos van a servir de nada. Tengo todo anotado por si...

-Alejandro: No, no. Confió en vos. Sabrán que hacer. ¿Gustavo?

-Gustavo: Se mantienen los niveles de comida. Pero debemos prepararnos para lo peor del invierno, cuando se ponga difícil seguir recolectando. Hay varias zonas para hacerlo, pero....

-Alejandro: Si, sí. Arréglalo con Nicolás y los de transporte. ¿Para nosotros nos alcanza?

-Gustavo: Si. Pero habrá que sacrificar algunos lujos.

-Alejandro: Ya sabes lo que pienso sobre dejar de lado cosas. De última, la gente puede aguantar una pequeña hambruna. Y, los que no, menos bocas que alimentar. ¿Natalia?

-Natalia: La situación es normal. La gente está tranquila mientras tengan que comer.

-Alejandro: Mientras nos respeten y/o nos teman. ¿Nos respetan y nos temen, Nati?

-Natalia: Nadie duda de usted, señor.

-Alejandro: Eso espero. De todos modos, algo de proselitismo no vendrá nada mal. Creo que esto es todo. A trabajar gente, este lugar no se mantiene solo.

Todos fueron saliendo uno a uno, mientras Alejandro subió las escaleras. Allí encontró su ropa perfectamente planchada y preparada. Se colocó unas botas, pantalones, un chaleco de cuero y, de una mesa, un paquete de cigarrillos en su bolsillo.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora