#119 Chance

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Gabriela y Martin atravesaron la puerta. El Flaco les dio su cuchillo antes de irse. En medio de la noche, se fueron arrastrando entre unos arbustos, pegados a la pared. Al llegar a la esquina, se toparon con dos guardias que estaban de espaldas mirando la calle. Martin fue primero y tomó al guardia de la derecha por el cuello, tirándolo al suelo y tapándole boca. Mientras, Gabriela se arrojó sobre el otro y clavó el cuchillo en su garganta. Antes de que se desangrara, lo arrancó y se lo tiró a Martin, quien cortó el cuello del otro guardia de punta a punta.

-Gabriela: ¿Para dónde?

-Martin: Por allá. Hay menos luz.

Ambos registraron a los guardias, recuperando un facón y una pistola con tres balas. Entre los dos arrastraron los cuerpos y los tiraron entre la maleza, antes de irse caminando rápido por la parte más oscura de la vereda. Todo estaba oscuro y vacío. A pesar de eso, caminaron mirando al suelo y tratando de taparse las caras.

Al poco tiempo de caminar, descubrieron que las calles, los faroles con velas y las casas se les hacían conocidas. Estaban cerca del lugar donde habían vivido. Lentamente se acercaron hasta el galpón, encontrándose con el portón cerrado con candado.

-Gabriela: Parece que reforzaron la seguridad.

-Martin: Por suerte es un candado viejo. Cubrime mientras lo abro con un cuchillo.

-Gabriela: Para, ¿seguro que no hay guardias adentro? Acordate de la puerta del otro lado.

-Martin: Estoy dispuesto a correr ese riesgo.

Gabriela cargó la pistola y la colocó detrás de su espalda, lista para disparar. Mientras, Martin intentaba abrir el candado. Sus sentidos se habían agudizado. El sonido del viento parecía más fuerte, también el de las ramas y de algunas bolsas moviéndose en la calle. Parecía que alguien podría entrar en cualquier momento.

-Martin: Listo. ¿Viene alguien?

-Gabriela: Despejado. Vamos adentro.

Martin abrió el portón lentamente y dejó entrar a Gabriela primero. Cuando estaba en el interior, a punto de cerrarlo, alguien apareció por delante.

-Guardia: ¿Qué estás haciendo? ¿Quién te dejó entrar? Vos no....

Martin sacudió la cabeza y luego apuñalo al guardia en el pecho, haciéndolo caer directamente al piso. Allí, Gabriela saltó por detrás de su novio y le dio un culatazo en la cabeza.

-Martin: (sacando el cuchillo) Ayudame a entrarlo.

-Gabriela: Esta muy pesado.

-Martin: ¡Empuja!

De repente, las luces dentro del galpón se encendieron, iluminando todas las hileras de camas dentro. Sin dudas, habían mejorado mucho desde la última vez.

-Martin: Puta madre. Deja.

Ambos dejaron el cuerpo tirado y se metieron en el galpón, cerrando el portón. Detrás, la gente comenzó a levantarse y formar un semicírculo frente a ellos y mirándolos fijamente. Claramente habían visto lo que había pasado con el guardia.

-Martin: ¡Tranquilos! ¡No hagan ruido! Ya sé que es muy tarde y de improvisto. También sé que muchos van a creer que estoy loco. Pero hoy podemos escapar. Todos. Si es que quieren.

-Gabriela: Ayúdennos y cuando salga el sol van a estar lejos de acá.

-Hombre: ¿Y quién dice que queremos irnos de acá?

-Hombre: Es verdad. Tenemos techo, comida y seguridad. Y trabajamos por ello. ¿Por qué querríamos salir de vuelta a afuera a morir?

-Gabriela: Esto no es vivir, no es una comunidad. Son esclavos de los demás.

-Mujer: Eso dicen ustedes. No sé quién se creen que son.

-Martin: ¡Vivís en un galpón sucio, maestra!

-Mujer: Seguro. Pero es cien veces mejor a estar afuera. Y solos.

-Hombre: Y no vamos a dejar que nos arruinen esto.

-Gabriela: ¿Qué significa eso?

Todos los habitantes del galpón comenzaron a gritar y pedir ayuda. Muchos aplaudían y hacían ruido para ser escuchados. Un par de hombres se acercaron, tratando de capturarlos. Gabriela dio un paso y les apuntó, provocando que se quedaran quietos. Martin empuñó su cuchillo y comenzó a caminar hacia la multitud que ahora estaba en silencio y con las manos arriba. Tomó a dos chicos, un nene y una nena que no tenían más de doce y ocho respectivamente y los llevó junto a Gabriela, poniendo el cuchillo sobre el cuello de la nena.

-Martin: ¡Déjennos salir o los dos mueren!

-Mujer: ¡Son unos hijos de puta! ¿Cómo van a hacer eso con unos nenes?

-Gabriela: ¡Córranse! ¡O les reviento la cabeza!

Martin carga a los bebes en sus brazos, mientras Gabriela se coloca en su espalda apuntando a ambos lados de la multitud, que abre un pasillo a medida que avanzan. Atravesaron el galpón, sintiendo las miradas de odio y asco de la gente que vivía ahí, hasta que llegaron al otro extremo.

Gabriela intentó abrir la puerta, justo en el momento en que el portón principal se abrió, dejando entrar a una decena de guardias armados. Los habitantes pronto señalaron hacia donde estaban ellos y comenzaron a disparar, a pesar de que estaban los niños. Gabriela y Martin se arrojaron al piso, cubriéndose detrás de unas estanterías.

-Gabriela: ¡Estos tipos están locos! ¿Cómo van a tirar así?

-Martin: Secuestramos a unos nenes. Creo que no estamos en condiciones de decir nada.

-Gabriela: Tengo un par de balas. Nos alcanzan para nosotros.

-Martin: Tranquila. Todavía no estamos perdidos.

-Gabriela: ¿¡Te parece!?

Martin notó que la nena tenía una pulsera con un nombre.

-Martin: ¿Este es tu nombre? ¿Te llamas Alejandra?

-Alejandra: Si.

-Gabriela: ¿Justo Alejandra? Déjate de joder...

-Martin: Escúchame, ¿queres volver con tus papas? Necesito que me hagas un favor.

Martin le indicó a la nena que hacer. Ella agarró a su hermano de la mano y ambos se fueron gateando, hacia donde él le había señalado. Gabriela y Martin se pusieron en cuclillas, esperando el momento. De repente, la luz se apagó completamente. Los dos dieron un salto, hasta alcanzar una escalera junto a la pared. La treparon rápidamente, hasta llegar a una ventana en lo alto. Martin la abrió y salió por ella, cayendo unos metros hacia la parte más baja de un techo cercano. Gabriela hizo lo mismo, pero Martin la contuvo.

Las luces en el galpón volvieron a encenderse y, desde su posición, vieron como los guardias se movían como hormigas, registrando todo el lugar. Parecía cuestión de tiempo hasta que se dieran cuenta por donde habían huido.

Desde lo alto, y a pesar de la noche, pudieron ver el mar y las lanchas a lo lejos.

-Martin: ¿Lista para algo de parkour?

-Gabriela: Vamos.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora