#110 Alone in the dark

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El Flaco se quedó observando como la noche caía, sentándose en el cordón de la vereda. La calle estaba prácticamente vacía. Detrás de él, el silencio y la oscuridad del galpón donde intentaban dormir sus amigos.

Quien estaba detrás de los arboles esperó a que el Flaco se distraiga y que la noche cubriera sus pasos. Cuando pudo, salió corriendo en la otra dirección, atravesando las calles, que estaban mejor iluminadas y más pobladas a medida que se acercaba al centro. Al cabo de andar, llegó hasta la residencia de Alejandro, donde se le permitió entrar hasta la oficina del líder del lugar.

-Alejandro: Espero que sea algo urgente. Realmente tengo ganas de dormir.

-Soldado: Creo que se va a divertir con esto. Descubrí a alguien que no está pagando por lo que agarró y nos está robando.

-Alejandro: (sonriendo) ¿Ah sí?

-Soldado: No pude reconocer a uno, pero se dónde puedo encontrar al segundo.

-Alejandro: Bueno, supongo que si tenemos una pata bien podemos sacarle la información.

-Soldado: ¿Lo traigo, señor?

-Alejandro: Si. Pero que nadie se altere.

-Soldado: ¡Si, señor!

El Flaco se puso de pie y estaba a punto de regresar al galpón, listo para ir a dormir. Pero, antes de que pudiera atravesar el umbral, alguien lo agarró del brazo y lo empujó hacia afuera, hasta ponerlo contra una pared lateral. El Flaco apretó el puño y estuvo a punto de golpearlo, pero la persona que lo atacó colocó un cuchillo en su cuello y le hizo un gesto de que se callara.

El hombre le hizo un ademan con la cabeza, apuntando hacia la calle. Ambos comenzaron a caminar, el Flaco primero, siendo seguido de cerca por el hombre y su cuchillo amenazador, siempre colocado en la espalda baja y listo para hundirse en la piel del Flaco. Hicieron el mismo camino que anteriormente había transitado corriendo el soldado, hasta llegar a la residencia de Alejandro. Allí, el Flaco fue conducido hasta una habitación grande, donde estaba una enorme mesa de madera.

-Alejandro: ¿Este es?

-Soldado: Si, señor.

-Alejandro: Bien. Déjalo. Déjennos solos.

Inmediatamente, el soldado empujó al Flaco hacia adentro y se retiró, cerrando la única puerta de la habitación.

-Alejandro: ¿Por qué no me sorprende que seas vos?

-Flaco: ¿Por qué tenías ganas de que fuera yo?

-Alejandro: Puede ser. Creo que sí, estaba esperando alguna cagada de ustedes. La esperaba, pero no sé si la quería.

-Flaco: Ya veo. ¿Y qué cagada hicimos? Si se puede saber, porque el chabón que me secuestró no me dijo nada.

-Alejandro: No te hagas, por favor. Los dos sabemos qué clase de tipo sos. Pensé que habías entendido y que todo estaba claro.

-Flaco: Parece que no. Básicamente porque ni siquiera sé de qué hablas.

-Alejandro: De la comida que robaste y no pagaste.

-Flaco: ¿Y qué pasa si la pedí a crédito? Todavía me faltan un par de cuotas.

-Alejandro: Me gusta que tengas sentido del humor, aunque es estúpido en esta situación. Y fue más estúpido lo que hiciste.

-Flaco: Era para él bebe, maestro. Ni siquiera era para nosotros. Además, no tienen otros bebes. No les hace tanta falta.

-Alejandro: Eso se llama robar. Estaba mal antes y está mal ahora. Mucho peor, porque yo digo que es muy grave. Y lo que yo digo es ley. Ahora....¿quién más estaba con vos? Porque mi informante me dice que no estabas solo.

-Flaco: Conseguite un mejor informante. Yo me lleve eso y le dije a todos que me lo dieron. Solamente yo soy responsable.

-Alejandro: Estupidez otra vez. Tarde o temprano voy a saber quién fue. Y, como sé que me estas mintiendo, va a ser mucho peor tu castigo.

Alejandro golpeó al Flaco en la cara, haciéndolo caer al suelo. Allí, le dio una patada en la cabeza, dejándolo inconsciente. Luego, hizo chasquear sus dedos y dos soldados entraron a la habitación.

-Alejandro: Levántenlo.

Los dos soldados tomaron al Flaco por ambos extremos y lo cargaron, saliendo de la habitación, atravesando el pasillo hasta el garaje. Allí, abrieron el baúl del auto y lo tiraron dentro, cerrando con llave. Alejandro tomó las llaves y se metió dentro del auto, bajando la ventanilla antes de encender el motor.

-Alejandro: Que abran la puerta.

-Soldado: ¿Seguro que no quiere que nosotros lo hagamos, señor?

-Alejandro: No. Tengo mis propios métodos y voy a aplicarlos.

-Soldado: ¿No es peligroso a esta hora, señor?

-Alejandro: No soy yo el que va a tener problemas.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora