#28 Los Talas

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Todo el grupo camina por una enorme extensión de campo. Lejos quedo el rio, lejos la ruta y el monte. A lo lejos se ve el casco de una estancia, rodeada por los alambres de púas que dividen el territorio en hectáreas. 
Finalmente llegan a una tranquera, la última antes de ingresar a la estancia propiamente dicha. El Flaco aplaude un par de veces, esperando respuesta desde adentro, antes de intentar traspasarla. 
Desde una ventana en el segundo piso del lugar alguien observa y, al ser detectado por el grupo, corre la ventana. Pasan minutos silenciosos y de incertidumbre, hasta que es interrumpido por el sonido del galope de dos caballos, que vienen a lo lejos y se paran frente a ellos.

-Tomas: Buenos días. Este es mi hijo Matías, no va a dudar en dispararles. No los estoy amenazando, simplemente les aviso. Mi nombre es Tomas y esta es mi estancia. Los Talas, la llamamos. ¿Vienen de la ciudad o de más arriba?

-Flaco: De la ciudad. Los bichos nos obligaron a irnos.

-Tomas: ¿Bichos? ¡Ah! Acá les decimos socialistas. Ja, Ja. Bueno, calculo que querrán entrar

-Flaco: Si. Se dará cuenta que dormir en la ruta es un peligro. Preferiríamos estar acá

-Tomas: Claro. Quieren mi comida, mi seguridad y anda a saber que más. ¿Y ustedes que me ofrecen?

-Flaco: Le puedo ofrecer una mina, que tenemos acá.

-Pedro: ¿¡Qué!?

-Flaco: O si a alguno de ustedes le gustan los hombres, bueno, vemos

-Tomas: Ja, Ja. Espero que sean tan buenos trabajando como de graciosos. Veo que el gordito tiene una pistola. ¿Qué más tienen?

-Martin: No vamos a dejar las armas.

-Matías: Entonces ya pueden irse

-Tomas: Vamos. Si quieren quedarse, mejor dicho, si quieren pasar, tiren todo al piso y vayan entrando

Martin y Pancho miran al Flaco

-Flaco: Yo les hice lo mismo y mal no nos fue. Hagan lo que dice

Uno a uno se despojan de cualquier elemento que puedan considerar como arma, ya sean pistolas, palas, fierros y demás. Bautista se acerca disimuladamente al Flaco

-Bautista: No creo que sea una buena idea

-Tomas: Bueno, ya que terminamos con eso les voy a presentar a los demás. Matias, junta las cosas y llévalas a…ya sabes

-Matías: Si, ¿te dejo la escopeta?

-Tomas: No, no. Vamos a hacer un simple recorrido. Ya conocieron a mi hijo Matías, estos son mis otros dos: Marcos y Sabrina.

-Marcos: Hola. Bienvenidos

-Tomas: Una cosa: si alguno de ustedes toca a mi hija, lo mato

-Sabrina: ¡Papa! Ya estoy bastante grande

-Pedro: Lo mismo digo, ella es mi hija Romina

-Romina: Y yo también podría decir lo mismo

-Sabrina: Veni Romina, dejemos a estos machistas

-Tomas: Sigamos. Con nosotros viven algunos vecinos: Roberto, Cristina y su hija Sandra. Y nuestro cuidador de caballos: Alberto

-Alberto: ¡Cuánta gente joven! Espero que ayuden a los más viejos, ¿no?

-Bautista: Siempre y cuando nos den de comer

-Flaco: Hey, no le robes las frases a Pancho

-Pancho: Como si vos no darías un brazo por una pizza

-Martin: ¿Y quién no? Decime, Tomas, ¿podemos cazar en estos campos?

-Tomas: ¿Si salimos a cazar? Sí. Y por ahora no necesitamos ayuda. Gracias por preguntar

-Pedro: ¿Dónde nos vamos a asentar nosotros?

-Tomas: No voy a ofrecerles dormir dentro de la estancia, pero si cerca por si necesitan algo. Bajo aquel sauce llorón estarán más que bien.

-Flaco: Sacando a los mosquitos

-Tomas: Bueno, son preferibles antes que otras cosas. ¿No?

-Pancho: ¿No tendrá algo para comer? Venimos racionándolo todo y no nos queda mucho

-Tomas: No somos un cuerno de la abundancia. Tendrán que seguir racionando. Los dejo. Que duerman bien

En la noche Pancho y el Flaco están parados, alejados del grupo, mirando hacia la estancia

-Martin: Hey, ¿ya es la hora de discutir todo lo de hoy?

-Flaco: Querían un lugar seguro, lo tienen.

-Martin: ¿Es seguro?

-Flaco: Si. Debemos ser los primeros que vienen hasta acá. Por lo menos vivos. Habrá que trabajar  para tener comida y ganarnos su confianza

-Pancho: Es lo mismo que ustedes aceptaron cuando vinieron con nosotros.

-Martin: Si. Parece que todo se repite, ¿no?

-Flaco: Si podemos asentarnos acá, más fácil será acercarnos a Buenos Aires. Y, si las cosas van mal, podemos vivir una vida acá, alejados de todo.

Mientras tanto, Tomas y Matías observan al grupo desde la estancia

-Matías: Están hablando, pero lejos de los suyos. Esos deben ser los líderes

-Tomas: Mañana vas a ir con dos de ellos a hacer unos trabajos. Los demás harán tareas acá. Veremos si son lo que aparentan

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora