#38 Hansel & Gretel

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Lentamente el Flaco y Pancho recobran la conciencia. Están doloridos, confundidos y desorientados. Miran entorno a ellos, intentando buscar una salida y ubicarse en donde se encuentran.

Delante de ellos, hay una puerta de hierros con barrotes, similar a los de una prisión. Ambos se abalanzan sobre ella, tratando de abrirla, sin éxito.

Resignado, el Flaco comienza a golpear, patear y sacudir la puerta, en un intento de llamar la atención de quien sea que los encerró allí.

Una puerta se abre a lo lejos, muy lejos, tanto que la poca luz que ingresa por ella sirve para sacar de las tinieblas aquella sala donde se encuentran

-Guillermo: ¡Hey! ¡Para!

-Flaco: ¡No paro nada viejo! ¡Sácanos de acá o te mato!

Guillermo saca rápidamente un palo de madera gruesa y golpea al Flaco en la cara, haciéndolo caer al suelo con su nariz roja y brotando sangre.

-Guillermo: Bueno, ahora que se calmaron. Les paso a explicar. Tenemos dos vacantes en nuestra comunidad. Ustedes son diez, quince. Conocen el sistema habitual de selección de personas. Es la ley de este nuevo mundo: gana el más fuerte.

-Pancho: (irónico) Ah capitalismo, que bestia sin corazón

Guillermo golpea a Pancho, dejándolo tirado junto al Flaco

-Guillermo: Bueno. Tendremos un par de peleas para divertir a la gente, ya saben, para no pensar en los problemas de afuera. De paso les sirve para ponerse en forma. En un par de días comenzaremos con las peleas verdaderas. Y ya saben: a muerte. Adiós

Ambos se levantan del suelo. A su alrededor un grupo de seis personas sentadas contra las paredes, sobre algunas mantas y colchones viejos, telarañas y suciedad por todos lados.

-Flaco: He vivido en calles mucho más limpias que esto

-Pancho: Eso es mentira

 -Flaco: Bueno, he vivido en una casa con la calle sucia.

-Joaquín: Ustedes piensan que esto es un juego, ¿no?

-Pancho: El boxeo solía serlo

-Joaquín: Me llamo Joaquín. He estado acá durante un par de días. ¿De dónde vienen?

-Pancho: De General Esperanza

-Joaquín: ¿Es lejos de acá?

-Pancho: 200 kilómetros al menos

-Joaquín: Uf, realmente recorrieron mucho para esto. Es una ironía interesante

-Flaco: No te ves tan mal. ¿Qué te hace estar tranquilo?

-Joaquín: ¿Saben que, salvo dos, los demás en esta sala van a morir? Son peleas a muerte. Una carnicería. ¿Leyeron sobre los gladiadores romanos en sus escuelitas del interior? Bueno, ahora van a saber que se siente

-Pancho: ¿A todos acá les hicieron lo mismo?

-Joaquín: Si. Te dan de comer unos días, te hacen desear estar acá y luego, ¡blam!, terminas aca tirado, esperando que te den una paliza

-Pancho: ¿Qué vamos a hacer?

Desde el fondo se escucha una voz que dice “pelear”

-Joaquín: Ese es la mole, así le decimos.

-Flaco: Espero que no sea por la Mole Moli

-Joaquín: Es por la Mole Moli

-La Mole: Estamos acá para pelear y eso vamos a hacer. No voy a volver afuera

-Flaco: ¿Vas a pelear a muerte para la diversión de esta gente y, después, con suerte, quedarte a vivir acá?

-La Mole: ¿Suerte? Teniendo estas manos no lo necesito

-Flaco: ¿Que confianza podes tener en tipos así?

-La Mole: Cuando me vean, me van a querer en su equipo. Y, de paso, me divierto cagandolos a palos a ustedes.

-Flaco: Veo que los esteroides quemaron tu cerebro

La Mole se acerca al Flaco, tomándolo por el cuello y levantándolo del suelo, mientras el Flaco intenta zafarse tomando sus brazos e intentando golpear a su agresor.

Pancho y Joaquín intentan ayudar al Flaco, tirándole patadas y trompadas a la Mole, que parece no sentirlos y se ríe mientras aprieta más el cuello del Flaco.

De repente, el ruido del metal golpeado resuena en toda la habitación, haciendo que todos los ocupantes miren al frente.

-Guillermo: Te estoy apuntando. Soltalo.

La Mole suelta al Flaco, casi arrojándolo al piso y vuelve a su lugar, levantando las manos para evitar ser disparado

-Guillermo: Bien. Veo que tienen ganas de pelear. Eso es bueno. Pero esperen hasta mañana, no queremos perder a nadie. Por lo menos no acá, mueran en la arena. ¡JA!. Descansen.

Pancho ayuda al Flaco a reincorporarse y lo hace sentar en medio de él y Joaquín

-Pancho: ¿Estas bien?

-Flaco: (con voz fina) Si. Digo (con voz gruesa) Si, todo bien.

-Joaquín: ¡Jaja! Este pibe me mata. Me caen bien ustedes dos.

-Pancho: Eso no solía pasarnos seguido antes de esto

Otra persona se acerca a ellos, sentándose al lado de Joaquín

-Edgardo: Hola, soy Edgardo. Vi lo que paso recién y escuchaban que estaban hablando

-Flaco: (tosiendo) Chusmo

-Pancho: Hacemos un poco de sociales antes de matarnos a palos. ¿De dónde sos vos?

-Edgardo: Vengo de más lejos que ustedes, de Mar del Plata

-Joaquín: ¿De Mar del Plata? ¿Por qué caíste acá?

-Edgardo: Como todos. Pensé, ¿Dónde buscar orden, civilización y seguridad? La capital. Me salió bastante mal. Pienso todos los días que pude quedarme allá pescando o viendo que hacia

-Flaco: Y los alfajores.

-Pancho: En serio, y los alfajores…

-Edgardo: Deje todo allá para  vivir un poco más acá. Ahora estamos a punto de morir

-Pancho: Tratemos de no pensar demasiado en eso.

-Joaquín: Esa es la clave. Vivamos el momento, mañana será duro

-Flaco: ¿Les gusta el futbol? Estaba lindo el campeonato

-Joaquín: ¿A quién hubiéramos traído?

-Edgardo: Este era el año de mi Racing querido, eh!

-Flaco: ¡Déjate de joder!

Todos se ponen a hablar y a discutir de futbol entre risas y burlas. Lentamente otros en un misma situación se suman a ellos, creando un ambiente de esperanza y optimismo impropio de la situación en que se hallan. 

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora